23 km

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Con certeza absoluta, Lila podía afirmar que aquel era el mejor día que había vivido en mucho tiempo.

Los botes de goma impulsados a motor se movían velozmente por el lago mientras Justin y ella los conducían. Era la primera vez que la chica manipulaba una lancha y su compañero se había encargado de enseñarle antes de comenzar la carrera. No era igual que un coche, la chica se dio cuenta de inmediato. La potencia del motor no importaba, pues la superficie acuosa ponía resistencia a la velocidad. Debía encontrar la posición y el balance correcto del bote si quería conducir con gracia, y eso sólo resultaba de la experiencia. Por eso, Justin ganó esa competición.

Cuando desembarcaron en el pequeño muelle, el muchacho tomó a Lila entre sus brazos para impulsarla fuera del bote. Más aún cuando ella tuvo los pies sobre la madera, él no la soltó. La sostuvo con fuerza contra sus anatomía e inclinó la cabeza para hablarle al oído:

—Tres a cero. Creí que podías hacerlo mejor que eso, chiquilla.

Lila utilizó su brazo para darle un empujón y apartarlo de ella. El acto hizo reír al chico.

—Jamás había estado en una lancha antes. Si tuviera más práctica, probablemente te hubiera humillado— Replicó ella.

El piloto comenzó a carcajear aún con mayor fuerza. Lila sonrió mientras lo observaba. Incluso cuando no estaba en su faceta hostil había cierto escollo en Justin, y nunca pensó verlo demostrar hilaridad de esa forma.

—Bien...— Jadeó él, finalizando su diversión y tomando una bocanada de aire. —Eres muy graciosa cuando estás enfadada.

—Me alegra proporcionarte tal diversión— La joven sonó irritada adrede.

—Oh— Él la envolvió entre sus brazos de nuevo. —Eres preciosa.

El comedor del chalet era demasiado amplio para ellos dos, así que optaron por comer en la mesa de la cocina. Justin insistió en hacer el almuerzo él solo, e ignoró las propuestas de Lila por ayudarlo. Finalmente, dejó el plato con porciones de carne en la mesa y la muchacha lo escudriñó.

—¿Son albóndigas?— Indagó.

—¿Cómo que albóndigas? Son hamburguesas— Respondió el chico.

Lila miró a su interlocutor y elevó las cejas.

—¿Hamburguesas?— Repitió, incrédula.

Entonces, el joven también inspeccionó la comida para después encogerse de hombros.

—Lo importante es el sabor— Dictaminó, sonriendo con diversión ante su falla.

Tenía razón. El almuerzo estaba delicioso a pesar de no tener una forma definida. Una vez culminado, prosiguieron el día llevando a cabo diferentes actividades en la casa. Desde excursiones en el pequeño bosque del jardín a juegos de video. La mejor parte para ambos, sin embargo, era cuando podían estar uno junto al otro, compartiendo momentos de tranquilidad llenos de palabras o de silencios amenos.

De esa manera, transcurrieron semanas. La cercanía entre ellos era cada vez más sólida. Como habían predicho, se veían en ciudades vecinas o en espacios recónditos de Mahogany, pero no guardaban inquietud por el lugar donde se encontraran mientras estuvieran juntos.

Regularmente, un ramo de flores era entregado por el correo a Lila. Ella lo recibía con suma emoción y lo acomodaba, junto a los otros, en la sala de estar. Pronto, ésta quedó decorada con la bella flora, algo que Green contemplaba con perplejidad. Entendía que aquellos obsequios debían provenir de algún pretendiente que su hermana tuviera, y resultaba extraño para él.

La enfermera volvió a su empleo con energías renovadas. Le habían asignado más niños, varios de ellos internados en terapia por accidentes. Se encargaba de otorgarles el mayor de los cuidados y la dedicación necesaria para ayudar a recomponer su salud física y sus ánimos.

Por otro lado, Green se encargaba de estar presente en las reuniones que tuvieran que ver con las carreras, más se ausentaba la mayor parte del tiempo para estar con Brown en su antigua ciudad. Comenzaba a tener problemas en su relación con Kim por eso, pero siempre lograba arreglar las cosas sin tener que develar sus secretos.

El talento de Green Porter dejó de ser opacado por sus problemas personales, y su desempeño en las carreras se encontraba mejor que nunca. Los miembros de su grupo volvían a estar en segundo lugar, incluido Luke, quien perdió su popularidad con la misma rapidez que la había ganado.

A pesar de todo, aún ninguno podía vencer a Justin Bieber ni en una ronda. Por alguno motivo que desconocían, él también había mejorado su rendimiento en la pista ilegal de una manera deslumbrante.

Pero el incremento en sus potenciales significaba que la rivalidad entre ellos crecía a igual medida.

Llovía aquella noche. Las gotas caían de las nubes, gruesas y rápidas, impactando contra el techo de los vehículos estacionados en el punto de partida. Los espectadores se encontraban bajos los árboles, tratando de refugiarse, apretados también bajos los múltiples paraguas que sostenían. Sin importar el mal clima, ninguno de ellos pensaba perderse la última carrera clandestina del mes.

Kim y Mary se acurrucaban entre sí, compartiendo la chaqueta de Green y utilizando su paraguas. El ex novio de Mary, Luke, había intentado entablar conversación con ella varias veces durante esa jornada, pero la chica lo había ignorado. Tenía presente los consejos de sus amigas, quienes la advertían que ese muchacho no era bueno para una relación.

Los truenos comenzaron a retumbar con violencia en el preciso instante que los finalistas de esa noche ingresaron a sus coches. Porter en su Peugeot deportivo modelo 208 y Bieber en su Suzuki Swift. Debido a la diferencia en los caballos de fuerza en los motores, era dificultoso para el Peugeot moverse en la acera sin derrapar, mientras que el Suzuki había sido una elección premeditada cuidadosamente para ese clima.

Ganar resultó demasiado fácil para Justin ese día.

El ruido del portazo que Green dio al bajar de su auto fue opacado por el de un trueno. La lluvia caía con mayor densidad a cada minuto, volviéndose torrencial. Kim intentó alcanzar a su novio para irse rápidamente de aquel lugar, antes de que las condiciones climáticas se volvieran peor, más al verlo acercarse con tanta determinación a Justin, percibió que otra cosa estaba por empeorar.

—¡Cariño!— Intentó llamarlo, más era tarde.

—¡Esta carrera debió suspenderse!—Espetó el joven Porter al piloto rival.

—Si eres tan estúpido de creer que el clima va a estar siempre a tu disposición, no es mi problema— Contrarrestó el otro, con aquel tono y esa expresión fría que lo caracterizaban.

—¡Vete a la mierda, Bieber!— Masculló, acercándose al aludido con pasos que delataban la amenaza.

—¡Maldita sea! ¿No puedes simplemente alejarte de mí?— El enojo fue evidente en las palabras de Justin, quien estaba dispuesto a retroceder para evitar la escena, más antes de que pudiera hacerlo su rival lo empujó.

—¡Vamos, Green! Deja esto— Luke se había acercado para evitar cualquier enfrentamiento...

Pero no llegó a tiempo.

-TatianaRomina

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