34 km

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El sol de la mañana ya había avanzado, ascendiendo en el cielo de forma que su luz mortecina se había transformado en un potente resplandor. A pesar de aquello, Lila no podía apreciar el brillo del día. Entró en la casa, cerrando la puerta con lentitud detrás de ella. Sentía una carga opresora en su pecho que dolía cada vez que respiraba. Suspiró profundamente, esperando que el aire purifique el sofoco en su interior.

Pese a que acababa de culminar su turno, no sentía el cansancio habitual, por lo que se dirigió a la cocina para tomar el desayuno. Cuando terminó de preparar el café y las tostadas, Green ingresó a la habitación.

—¡Enana! ¿Qué haces despierta?— Preguntó, sentándose a la mesada.

Su hermana le sirvió una taza de la infusión y le untó varias tostadas con dulce antes de tomar asiento frente a él.

—No tengo sueño— Respondió al fin.

—¿Qué va mal? ¿Pasó algo en la clínica?

—SÍ— Murmuró ella. Tomó un poco de café, tragando la aflicción que estrangulaba sus palabras. —El laboratorio terminó de analizar todas las pruebas de Brown. La biopsia pulmonar no ha dado buenos resultados.

—¿Biopsia pulmonar? El cáncer comenzó en su estómago hace mucho tiempo, y lo tienen bajo control ¿Por qué le realizaron una biopsia a sus pulmones?— El chico interrogó, desconcertado.

—De eso se tratan los controles de rutina. No olvides que esta enfermedad tiende a propagarse...— Explicó la enfermera. —Por mucho tiempo radicó sólo en su estómago, estaba paralizada allí, sin aumentar en gravedad, pero los medicamentos ya no están surtiendo efecto. Estos últimos estudios demostraron que ha empeorado y probablemente se haya diseminado al resto de sus órganos... Temen que haya llegado a los pulmones o el corazón.

—¡Qué rayos! Tendría que haber manifestado síntomas si ese fuera el caso ¡¿Por qué los doctores siempre tienen que pensar lo peor?!— Se alteró él.

—Realizaran las pruebas pertinentes para descartar que eso... Green, de todas formas sus tejidos gástricos están muy infectados. Aún si el cáncer no hizo metástasis, está la suficientemente grave para... no hay...— La joven hizo una pausa, en la cual apretó sus párpados con fuerza, intentando que las lágrimas escondidas en sus ojos no se derramen. —No hay nada más por hacer, sólo esperar— Terminó de decir, en un susurro.

—¡¿Esperar qué?!— Espetó su hermano. Se levantó del asiento con brusquedad y apresuró su paso hacia la puerta de entrada. —Yo no pienso esperar nada...

—¡Green! ¡¿A dónde vas?!— Lo llamó la chica, yendo tras él.

—A buscar a Brownie. Si quieren hacerle estudios, que se los hagan— Salió al patio delantero y desactivó la alarma de su automóvil. —Que vean que mi niño está sano, que él está bien— Cesó de correr y recargó el peso de su cuerpo contra el coche, apoyando su cabeza en el techo del mismo y respirando con dificultad. —Él está bien— Repitió, sollozando.

Lila llegó a su lado y abrazó su espalda, sosteniéndolo con fuerza, tal como hubiera querido sostener sus emociones para consolarlo. Se conservaron en esa posición unos segundos antes de que el piloto girara su anatomía y enredara a su hermana entre sus brazos.

—¿Cuánto tiempo?— Murmuró, su voz denotando debilidad.

—El médico no puede asegurarlo. Depende de la resistencia y de los tratamientos que podrían aplicarse. Pero estima que... de unos meses a un año... — Anunció ella, permitiendo que su compostura flaqueara, comenzando a llorar.

—¡Aún nos queda ese tratamiento!— Recordó él, con esperanza. —El que dijiste, en el extranjero. Debemos enviarlo allí. Seguro encontraran algo para su situación...

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