37 km

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La calle Helix se ubicaba en el límite de Mahogany, puesto que era la encargada de conectar la ciudad con el resto del mundo. Estaba constituida por dos anchos pavimentos, separados entre sí por una angosta arteria de césped. Uno de ellos permitía la entrada a la comunidad y otro servía de salida. Ambos asfaltos eran doble carril, por lo que podían transitar dos vehículos en el mismo momento.

Aquella noche, los bordes de esa ruta estaban colmados de personas. La gente se amontonaba en los espacios preparados para el público, separados de la pista ilegal sólo por una débil valla. Los autos yacían acomodados en sus lugares, mientras sus pilotos esperaban ansiosos empezar las carreras clandestinas de esa madrugada.

Por fin, la primera ronda estuvo a punto de dar comienzo. En ella, los conductores debían correr contra los miembros de sus propios grupos.

Cameron manejó lentamente su recién adquirido Mercedes Benz hacia el punto de partida. Se sentía ansioso por varios motivos, uno de ellos era que le tocaba competir contra Justin Bieber esa vuelta. Éste último aparcó a su lado un impresionante Lamborghini Aventador, deslumbrando con él a los presentes. Ambos descendieron de sus coches y caminaron hasta colocarse frente a frente.

—GLE, y Coupé. Ya he visto este carrito antes— Masculló el piloto líder. —¿Piensas seguir corriendo con los autos de Porter? ¿Qué clase de tierna hermandad se ha creado entres ustedes? Ya no me está gustando eso, Cameron— Su voz sonó como una dura advertencia.

—No me lo ha prestado. Yo lo compré— Se apresuró a aclarar el aludido. —Es mío ahora.

Su interlocutor lo observó fijamente con aquellos fríos ojos color ámbar. Aún sin mostrar expresión alguna, la amenaza en su mirada era clara. Cam empezó a inquietarse, con la descabellada idea de que aquel apático chico podía ver a través de él, directo a los secretos que esa noche escondía.

—Hasta un idiota podría decirte que un Mercedes Benz no sirve para correr— Espetó Justin. —Si te presentas a una carrera esperando perder, mejor que ni siquiera aparezcas en ella... Mucho menos si quieres seguir corriendo para mí— Al concluir su advertencia, se dio la vuelta, regresando a su vehículo.

Cameron pretendió hacer lo mismo, más el resto de su grupo se acercó a él antes de que lo lograra.

—¡No sabía que el maldito tuviera un LP 700-4 en su cochera!— Exclamó uno de ellos, mirando a su líder con envidioso asombro. —Es una delicia. Motor V12, 700 caballos de fuerza, 8250 revoluciones por minuto, aceleración de 0 a 100 kilómetros por hora en menos de tres segundos— Enunció, maravillado.

—Sí, hombre. Sé que no tengo oportunidad contra el Lamborghini superdotado, gracias por recordarlo tan bien— Se irritó Cam.

—Ninguno de nosotros tiene oportunidad— Lo consoló su amigo, echando un vistazo a otro automóvil estacionado a pocos metros de ellos. —Porter parece el único capaz de igualar esa bestia.

Los muchachos voltearon en dirección al Ferrari F12 Berlinetta perteneciente a Green, que cautivaba al público de igual manera que lo hacía el modelo de Bieber.

—Esa belleza también posee 12 cilindros y 30 caballos más que el Aventador de Justin. Pura potencia.

—Admiro la potencia y lo sabes, sin embargo la transmisión de velocidades en ese Ferrari es como un segundo más lenta que el Lamborghini... Un segundo en estas carreras puede cambiarte la vida— Afirmaron, justo cuando las apuestas terminaron y los organizadores indicaron que era hora de arrancar.

El tramo a recorrer medía unos 30 kilómetros. El circuito pautado terminaba en una rotonda llena de cruces y puentes para dirigirse a otras ciudades. Allí, los autos participantes debían dar la vuelta y volver al punto de partida.

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