7 km

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El silencio ansioso con el que Lila había recorrido los pocos kilómetros que separaban la casa de Green de su cochera fue reemplazado rápidamente por un éxtasis ruidoso en cuanto divisó los autos aparcados allí. Costó un gran esfuerzo por parte de su hermano y sus amigos apartarla de los coches pasadas unas cuantas horas de visita allí. 

Incluso después de haber abandonado el lugar, la adrenalina seguía disparada en las venas de la joven. En ese momento se encontraba paseando por los lagos junto con el resto del grupo, más su mente volvía a los grandes modelos de vehículos que había visto tiempo atrás.

— ¿Vamos a los juegos mecánicos del muelle? — Sugirió Green.

—Tienes un Nissan deportivo... ¡Realmente tienes uno! — Volvió a exclamar ella.

—¡Ya, Lila! Olvídalo de una vez. Vamos a los juegos.

Llegaron caminando a uno de los pocos centros de entretenimiento en la ciudad. Un resistente puente de roble cruzando el lago mayor, recargado con diversos juegos mecánicos y de video. El grupo de jóvenes deambuló por allí unido, hasta que los hombres decidieron hacer una parada para tomar unas cervezas. Kim, Mary y Lila prosiguieron recorriendo el espacioso lugar.

Esta última empezó a relajarse, apagando los sentidos de alerta que había mantenido encendidos durante los últimos años. Por primera vez se sentía como una chica normal, sin el peso que solía cargar con ella.

Encontraron unos juegos de video que simulaban las carreras de automóviles. Divertidas por la ironía, se posicionaron frente a los aparatos y comenzaron a entretenerse con ellos.

Llevaban pocos minutos de partida cuando Lila escuchó un sonido proveniente de Kim, como una clara denotación de disgusto. Ella y Mary se veían incapaces de apretar los pedales correctos del juego, por lo que desistieron de seguir intentando. Invitaron a Lila a ir por algodones de azúcar, y como ésta estaba absorta en el monitor frente a ella, declinó la oferta, produciendo que sus acompañantes se marcharan sin ella.

Por eso no recibió ninguna advertencia sobre lo ocurrido segundos después. Alguien se sentó a su lado, en el puesto que acababan de desocupar sus compañeras. Simplemente por el rabillo del ojo fue capaz de reconocer aquel perfil.

—Es un misterio para mí el porqué estás con Porter... — Comenzó a decir Justin Bieber, sin dirigir la vista a ella, ocupado iniciando una nueva partida. La invitación a la jugada llegó a la maquina de Lila, quien la aceptó sin vacilar. —Usualmente todas me eligen a mí.

Ignorando el comentario petulante, Lila guardó unos prolongados minutos de silencio en los cuales intentaba concentrarse en la carrera virtual. Incluso en forma de píxeles, Justin aún era talentoso para los automóviles. Su Ferrari la había superado mucho en distancia y velocidad.

—¿De qué ciudad vienes? — Preguntó el chico con voz seria, más sus labios mostraban una sonrisa ligera, como si estuviera previniendo el triunfo en aquel reto.

—No te importa — Respondió Lila bruscamente, mientras giraba su volante esquivando una curva que Justin ya había sorteado.

La sonrisa de éste se completó, dejando sus blancos dientes al descubierto. 

La gente no solía dirigirse a él con esa impertinencia. Lo respetaban por su rango en las carreras, o por el dinero que poseía, o simplemente porque emanaba un aura de frialdad absoluta que congelaba a sus allegados.

Todavía encontraba divertido cuando alguien se atrevía a enfrentarlo. Esa fue una de las razones por las cuales no desterró a Green Porter de las carreras clandestinas cuando aún tenía el derecho de hacerlo. Le gustaba tener alguien que se declarara abiertamente como su rival, pero una vez que se aburrió de ello ya era demasiado tarde: Green había ganado suficiente respeto y popularidad para quedarse por su cuenta.

—No te dejes influenciar por Porter. Puedes generar tu propia opinión sobre mí el próximo miércoles — Insinuó el muchacho.

—No pasaré contigo esa noche — Se negó Lila.

—Si no lo haces, estarás rompiendo un acuerdo valioso. Alguien que no cumple con su palabra es muy mal visto en el ámbito.

—Yo no acordé absolutamente nada.

—Por supuesto. El único damnificado será Porter.

Aquella provocación hizo que Lila temblara. Su Ferrari se desvió de la pista virtual y terminó sobre el césped. Se recuperó con la mayor velocidad que le fue posible y volvió a seguir al vehículo de su contrincante.

—No hace falta esperar el miércoles. Acabo de formar una opinión propia sobre ti ahora... — Espetó ella. Su vista abandonó la pantalla para enfocarse en el joven a su lado. Justin también giró su cabeza para mirarla. —Y me desagradas bastante — Concluyó, después de unos segundos de mantener el contacto visual.

—Entonces trataré de cambiar eso — Él volvió a sonreír.

Lila percibió el brillo de victoria en los ojos ámbar de Justin y tuvo que apretar sus labios para no reír.

—Bieber, un consejo para ti... — Dijo, tragando sus carcajadas. —Nunca quites los ojos del frente.

Con una última maniobra del volante de plástico, Lila cruzó la meta final del juego y se levantó del asiento, yéndose a paso apresurado.

Justin miró la pantalla de su maquina y la sorpresa rápidamente se apoderó de él. La confusión era evidente en su expresión. El monitor lo marcaba con claridad en aquellas brillantes letras...

Había perdido el juego.


-TatianaRomina

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