Poco tiempo después de que realizaran en él diversas pruebas para verificar su estado, Zac se quedó dormido apenas llegó a la habitación asignada en la clínica de Mahogany. Aquella rutina aún lograba agotarlo, en mayor medida cuando volvía de su tratamiento en el extranjero. Sin embargo, su hermano, Justin, permaneció en la planta de pediatría, aprovechando el momento para acompañar a la enfermera de turno.
Lila se encontraba en recepción, archivando los papeles de varios pacientes dados de alta en el día, y anotando las últimas observaciones en ellos.
—Justin ¿Puedo saber por qué Zac no se apellida Bieber?— Curioseó, sosteniendo la planilla del niño.
—Mi padre no llegó a tiempo para la inscripción en el registro cuando Zacky nació, así que fue anotado con el apellido de soltera de mi madre— Relató él. Su voz guardaba cierta tensión que su interlocutora percibió, más antes de que ella pudiera cambiar de tema para evitar su incomodidad, lo hizo él: —Pero no fue ningún dilema. Ellos nunca tuvieron problemas entre sí, al menos que yo recuerde. Son el uno para el otro... Como esas Estrellas Binarias ¿Recuerdas? Las que nos enseñaron en el parque de Branch.
—¡Oh, sí! Las recuerdo... No puede existir una sin la otra ¿Así era?
—Ajá. Poseen una fuerza de atracción tan potente que ambas forman un todo, y difícilmente pueden seguir existiendo separadas.
—Nunca se me hubiera ocurrido una comparación así, pero es una bonita forma de ver una relación— Comentó Lila, empezando a llenar otro formulario de la clínica.
Sonrió cuando, en un movimiento rápido, Justin depositó un beso en su mejilla. Luego, por la periferia de su visión, captó que él tomaba las carpetas esparcidas por la mesada y las hojeaba.
—Van a despedirme si se enteran que comparto información confidencial contigo— Advirtió, refiriéndose a los datos personales que en ese momento el chico leía con atención.
—No te preocupes, no diré nada. Además, no sería la primera vez que pongo en riesgo tu empleo ¿Olvidaste cuando firmé un memo en tu nombre?— Bromeó él, sin quitar la vista del papel.
—¿Cómo podría olvidarme de eso? Aún no entiendo cómo lo hiciste, ni cómo hiciste para ingresar al piso de incógnito... Hombre, ni siquiera entiendo cómo logras estar aquí fuera del horario de visitas— Expuso la enfermera.
Una sonrisa burlona estiró los labios del joven.
—A veces olvidas que soy el hijo del juez de la ciudad.
—Claro. Tienes razón. A veces olvido que esta ciudad te pertenece.
—Algo así... Pero no es tan divertido como suena— Aseguró.
Cerró la carpeta que sostenía y volvió su cuerpo hacia la chica. La tomó de la cintura, acercándola a él suavemente hasta tenerla entre sus brazos. Cerró sus párpados, delatando complacencia, cuando ella comenzó a acariciar su rostro.
—Debe ser ventajoso conocer las fisuras corruptas del gobernador... — Insinuó la muchacha.
Aquellas palabras provocaron que su acompañante sonriera, abriendo sus ojos.
—Por supuesto que sí. De hecho, pensaba mencionar alguna en la próxima reunión con él, así nos permitiría correr en la calle Helix.
—¿Por qué tienes esa obsesión con la calle Helix?
—Porque es un perfecto circuito para las carreras. Van a ser las mejores que se hayan corrido... Si llegara a conseguirlo este mes ¿Vendrás a verlas, cierto?— Incitó el piloto.
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Clandestinos
Teen Fiction"Acelera el motor y no pises los frenos. Esta será la carrera mas difícil de tu vida". * (Prohibida la copia/adaptación/reproducción total o parcial de la obra. Ley de Propiedad Intelectual 11.723. Patente DNDA)