35 km

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—¡Brown!— Exclamó Luke, entrando en la casa de los Porter y tomando al niño entre sus brazos. —¡Has vuelto!

—¡Sí! Extrañaba a mi papá y a mi tía Lila... Y extrañaba este lugar.

—¿También nos extrañabas a nosotros, cierto?— Insinuó el piloto.

—No, a ustedes no— Contendió el pequeño, riéndose.

Sus carcajadas aumentaron el volumen cuando Luke comenzó a hacerle cosquillas. Lila se acercó a ellos, sonriendo ante la escena, pero dispuesta a ponerle fin.

—Tómenlo con calma que tiene puesto un catéter— Avisó.

—¿Un catéter?— Se extrañó uno de los chicos. —¿Qué le ha pasado?

—Son chequeos, nada grave— Respondió Green, en tono tan bajo que costó oírlo. Sin embargo, elevó su voz para decir: —Vengan aquí y cuéntenme que ha pasado en la reunión con el gobernador.

Él no había podido asistir a tal esa noche, ya que hacía unos minutos atrás aún se encontraba con su hermana en la clínica, tratando el caso de Brown. Habían realizado diversos estudios para desechar o afirmar la idea de que su enfermedad se hubiera propagado, antes de irse al extranjero y comenzar el nuevo tratamiento allí. Por el momento, sus pulmones se encontraban fuera de peligro, más aún faltaban los resultados de su corazón.

Los pilotos se sentaron en los diversos sillones esparcidos por la sala, mientras la única chica presente conducía a su sobrino escaleras arriba, guiándolo a su habitación. Una vez que los demás estuvieron acomodados en sus lugares, Luke fue el primero en hablar:

—No vas a creer esto. Te ausentas y pasan todo tipo de cosas insólitas en la reunión...— Comentó, entusiasmado. —Para empezar, el intendente le ha concedido a Bieber la calle Helix.

Por primera vez en varios días, la expresión de congoja abandonó el rostro de Green y fue reemplazada por sorpresa.

—¡No puede ser verdad!— Jadeó.

—¡Lo es! A mí también me cuesta caer en cuenta, pero tenemos que ir haciéndonos la idea ¡Correremos en Helix!— Pregonó uno de ellos, provocando que el resto se encendiera en exaltación.

—¿Qué días han pautado?— Consultó el aludido, por sobre el ruido de su grupo.

—La semana que viene, Lunes y Martes.

El joven Porter frotó su cara con las palmas de sus manos. Sentía el cansancio pesando en su mente, haciendo que su cabeza comenzara a doler.

—No puedo correr— Dictaminó.

De repente, la sala quedó en silencio. Los presentes observaban a su líder con miradas atónitas.

—¿De qué hablas, viejo? ¡Te estamos diciendo que tenemos la calle Helix! Quiero decir... El mejor circuito clandestino que podríamos anhelar en Mahogany... Vendrá público de ciudades lejanas, la gente se multiplicará al menos en un ochenta porciento, y sabes que eso significa que también lo hará el dinero en juego.

—Lo sé ¿Sí? Sé lo que Helix significa. Pero ya tengo apartada esa semana y la que le sigue. No puedo correr.

—No, no, no... No puedo concebir que tú estés rechazando esto. Algo anda mal...— Adivinó Luke, escudriñando con inquisidores ojos a su mejor amigo. —¿Qué ocurre?

—¡No correré y punto!— Bramó Green, dejando explotar las emociones que rebullían en su interior. —Eso es todo, se acabó... No recuerdo deberle explicaciones a nadie desde que Kim se fue...— Se interrumpió a sí mismo de repente, recordando algo. —Por cierto ¿Alguien sabe algo de ella? ¿Cómo está?

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