VIDAS PASADAS© (#1)

41│ EXTRAÑA FELICIDAD

IAN:

Por primera vez en mi maldita vida me siento  bien  y todo gracias a mi Ángel, es mía, solo mía, la protegeré con todo lo que tengo.

―Marsella, ¿Qué piensas sobre ella? ― Le pregunto a Marsella, como si ella fuera mi madre.

― Es muy hermosa, señor. Ella tiene un buen corazón.

―Lo sé, ya puedes retirarte, gracias.

Sonrió, llamo a April. Contesta de inmediato.

―Mi ángel...― susurro como un completo imbécil.

―Ian... ¿Cómo estas? ― Su voz es como un sueño. Me visto de inmediato y bajo las escaleras de mi mansión.

―Estoy bien, espera en tu apartamento ¿Está bien?

― ¿Vendrás? ― suspira preguntándome.

― Solo espérame.

Cuelgo, escogiendo mi Range rover.

Manejo con agilidad y rapidez por las calles, necesito verla de nuevo.

Es increíble que no discutamos, cuando la conocí no sabíamos tener una conversación.

Pero ahora es mía, no permitiré que nadie, la toque, humille, acabare a quien sea si se meta con mi Ángel.

APRIL:

Su mirada se detiene desde mis piernas  subiendo a mis caderas hasta mis ojos. Se lanza con furia hacia mí, juntando de nuevo sus labios con los míos, cierra de un tirón la puerta.

Sube mi cuerpo apoyando mis piernas alrededor de sus caderas

Es un beso tan hambriento, lleno de deseo que mis labios comienzan hincharse y no puedo contener de llevar mis manos a su cuello y tocar su espalda.

―Ian....― el gruñe cuando escucha su nombre

 Pero se detiene poniendo sus manos en mi rostro, dejándome en el suelo poco a poco.

― ¿Te molesto? ― me pregunta mirando todo a mí alrededor. ― Este apartamento te queda perfectamente.

Sonríe cínicamente. Y es el Ian arrogante de antes.

Ruedo mis ojos, caminando con timidez hasta la cocina, llevo unos chores azules con camisa blanca. Mi cabello suelto.

Ian se sienta en el mueble de la pequeña sala, mirándome directamente como un depredador.

―Me molestas si me miras como si quisieras comerme.

― Estas hermosa, y eres mía puedo mirarte como desee.

Sonrió, ignorando su posesión sobre mí. ― ¿Quieres te o café?

Se levanta del sillon, solo la barra de la cocina nos separa― Prefiero el café amargo ¿Ángel no te aburres aquí sin hacer nada?

Levanto una ceja― Estudio, cosa que nunca haces, y no no me aburro, en mis tiempos libre salgo con algunos amigos, leo, veo series.

― Aburrido― pone sus ojos en blanco― Con quien sales con ¿Adam?

Cambia su expresión, ahora es dura y seria.

Comienzo a reírme, llevándole el café caliente a sus manos.

― ¿Celoso? ―le digo sin más.

Suelta una carcajada. ― Si, demasiado, eres mía solo mía.