16│ OBSESIÓN

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IAN:

Estoy sorprendido, maravillado, solo fue que tuviera sus defensas bajas para hacerme todo tan sencillo, fue especial tengo que reconocerlo; el beso me hizo sentir muy confundido, pero solo voy a cumplir mi objetivo, de acostarme con ella y dejarla enamorada. Me produciría demasiada satisfacción escucharla rogarme que soy el amor de su vida y todas esas tonterías que las mujeres están acostumbradas a soñar. Además la forma en la que me humillo públicamente aumenta más mis deseos de jugar con ella.

Me dirijo a la fiesta de mi conferencia necesito saciar mi lujuria.

Al llegar, Hillary me espera, una sonrisa de oreja a oreja cuando me ve, esta vestida de tal forma que no deja nada a la imaginación.

—Ian querido, te perdiste y no sabes lo triste que me puse al saber que no estabas.

Dios mío, no la soporto más. Pienso

—Hillary iré por un refresco. — diviso una morena espectacular, Hillary lo nota y aprieta mi mano.

—Te tengo una sorpresa, acompáñame cariño.

Me lleva a regañadientes a un pasillo al lado de la cocina, donde hay más personas nos miran extrañados, sonrió sarcásticamente, Cuando entramos a una habitación ridículamente pequeña coloca sus brazos en mi pecho y besa mi cuello.

Me lleva a regañadientes a un pasillo al lado de la cocina, donde hay más personas nos miran extrañados, sonrió sarcásticamente, Cuando entramos a una habitación ridículamente pequeña coloca sus brazos en mi pecho y besa mi cuello

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—Hillary, ahora no, vine a disfrutar la fiesta— pero no contigo.

—Déjame sentirte otra vez Ian, eres mío. — me roza sus labios con los míos pero no reacciono, cuando está apunto de subirse el vestido, con un rápido movimiento se lo bajo.

Suelto una risa macabra ¿Mío? no soy de nadie.

—Hillary, no me apetece estar contigo ni hoy ni nunca, entiéndelo ya, he sido paciente contigo pero ¡NO MAS! consigue otro chico, no me interesas para nada, eres intensa, demasiado patética. Nunca serás mi tipo de mujer para absolutamente nada— Me deshago de ella bruscamente.

Su piel se pone pálida, al segundo esta roja de la rabia.

Salgo de la habitación antes de que diga otras idioteces, camino tranquilamente, cuando escucho un grito que resuena en toda la maldita casa, sé que es Hillary, los invitados miran de donde proviene ese sonido temeroso.

Hillary sale con el maquillaje corrido y lágrimas en los ojos, mirándome con odio. Si me haces una escena en público acabo contigo.

—IAN, eres mío, entiéndelo...yo te amo. — Su voz es tan chillona y todos se ríen disimuladamente. — Si no eres mío no dejare que seas feliz con nadie — se acerca y hago un gesto a los guardias de seguridad.

Prosigue, coloca sus manos en alto — Yo misma me voy, pero quedas advertido. Nadie podrá estar contigo y la que lo haga— mira a todas las chicas como una completa loca— La matare, es tu maldición por haberme despreciado, te perseguiré siempre.

¿La matare? su mirada antes de salir es de odio es vacía y hueca. Me quedo en silencio al igual que la mayoría que la ve con lastima y burla.

Todo se arruino, no tengo ganas de absolutamente nada. El sabor amargo de esa psicópata me hace querer devolverme a casa.

Decido regresar, cuando llego a mi mansión, un sobre de color plateado se encuentra en la entrada de mi puerta, activo la seguridad, ¿Quién diablos pudo meter este aquí? Solo una persona de confianza se sabe las claves de seguridad y es Alec, me produce incertidumbre y confusión, al abrirlo me sorprende lo que leo, mis ojos se desorbitan y subo a mi habitación.

"Querido Ian

Ha pasado un largo tiempo desde la última vez que te vi, sabes quién soy, aun no puedo quedar contigo gracias a tus salidas clandestinas, pero muy pronto querido amigo entrare a tu vida para hacer lo que tú ya sabes, Del pasado nunca se habla, el pasado está muerto, pero en esta ocasión es especial tengo noticias nuevas ¿Tal vez recuerdes el diario de tu hermana? Lo he encontrado.

Pronto nos veremos y estoy ansioso."

¿Mi hermana? el dolor que se hace en el alma al recordarla es un infierno, grito fuertemente de impotencia y golpeo las paredes hasta clavar mis puños en lo más profundo del cemento, la sangre cae lentamente. Tirado en el suelo parezco muerto en vida.

Las horas transcurren, no como, no bebo. La sangre seca de mis nudillos empieza a fastidiarme. El cansancio me gana y allí está de nuevo.

Veo sus ojos, verdes e inocentes, April y ese beso me calman, es tan jodidamente extraño que golpeo mi cabeza para no pensar en eso.

Contrólate Ian, o perderás, tú sabes bien lo que es perder.

Descanso lo que puedo, para levantarme de nuevo, lavarme las heridas, mi aspecto es el de un demonio acabado de salir de la cueva, es irónico, me visto de la manera más simple que encuentro. Y me dirijo por el ángel.

La confusión se apodera de mí.

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VIDAS PASADAS© (#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora