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Toqué 3 veces la puerta y al instante se escuchó un «Pase».
—Laura, veo que ya estás aquí no tardaré mucho, toma asiento.—habló la Sra. Millers e hice lo que dijo. Esa habitación era rara en especial. Tenía las paredes cubiertas de un color naranja, había una ventana del lado izquierdo, una palmera en la esquina derecha y un escritorio en el medio cubierto de papeles y algunas carpetas, la silla de la Sra. Millers era de cuero negro mientras que delante de este, en el otro lado, las sillas tenían de respaldo un cojín gris al igual que el asiento. La puerta de color café está detrás de mi.
Guardé silencio y esperé a que mi jefa comenzara a hablar.
—Verás, he estado pensando y creo que contrataré a otra chica ya que Mildred, quien entra a trabajar cuando tú te vas, quiere renunciar.—la miraba intentando saber que era lo que pretendía.
—¿No va a despedirme cierto?
—¿Estas loca, Laura? Por supuesto que no.—rió ¿Yo también debería hacerlo?—A lo que me refiero esque podría cambiar tu turno y no tendrías que venir todos los días, tendrás un pequeño descanso cada cierto tiempo.—asentí para que continuara.—Si aceptas tendrías turnos de las 6:00pm a 10:00pm. Aunque podríamos modificar tu horario. Unos cuantos días el turno en la noche y otros en la tarde. ¿Qué opinas?
—Lo estaré pensando ¿Aún hay tiempo?—necesitaba analizar las ventajas y desventajas antes de aceptar. Quería estar el menor tiempo posible en casa, cerca de mi tía.
—Mildred aún no deja de trabajar, se irá en unos meses o algo parecido pero quería avisarte para que estuvieras al tanto y lo pensaras.
—Lo haré y si eso es todo, debo irme.—me despedí y fuí por mis cosas.
Probablemente era una buena idea pues mi tía Margaret solía estar en las tardes cuando yo llegaba de trabajar. Casi siempre estaba todo el día afuera y llegaba por las noches o tardes.
Me quité el delantal y lo colgué en el mismo lugar de siempre junto a la libreta y el bolígrafo que suelo utilizar para tomar las órdenes.
Hice un nundo con las mangas de mi chaqueta en mi cintura, tomé mi mochila y salí de ahí. Tendría que caminar unas cuantas cuadras hasta la casa la Ross, no me molesté en mirar si su hermano seguía ahí, después de todo, no tenía que hablar con él o algo parecido.
Afuera de la cafeteria, el ambiente mostraba un "bello" atardecer que hasta cierto punto era un poco frío. Baje las mangas de mi blusa y continué caminando.
Todo el mundo ama este tipo de paisaje... excepto yo. Me aburría todo ese tipo de cosas "felices". Nunca han sido mi tipo, es una burla y no le encuentro el caso.
Resignada continué mi camino hasta casa de aquél rubio. Al menos lograría distraerme un poco sin necesidad de permanecer en casa.
No pude evitar mirar hacía "Mi hogar" cuando pase por ahí, mucho menos evité asustarme y acelerar el paso al darme cuenta de que la luz de la cocina estaba encendida y oí los gritos de mi tía, aparentemente llamandome.
Tenía un plan para cuando regresara.
El auto negro estába estacionado frente a la puerta como esta mañana, decidí soltar mi cabello y colocarme la chaqueta antes de entrar, nuevamente el gorro cubría mi cabeza. Nerviosa y asustada toqué el timbre, esperando que abrieran rápido. Temía que mi tía saliera y me viera.
La puerta blanca de madera se abrió y dio paso a una rubia sonriente con gran parecido a Ross.
—Hola ¿Necesitas algo?—preguntó amable. Me debatía entre preguntar si era la hermana de Ross o si él vivía aquí. Cerré los ojos, suspiré y finalmente hablé:
—Quedé con Ross para hacer un trabajo.—dije sin más. Tampoco iba a darle muchas vueltas al asunto.
—Oh. Pasa, adelante.—le di una media sonrisa y me adentré en aquella casa. La puerta se cerró detrás de mi. Me sentí un poco tranquila.
—Voy a llamarlo. Toma asiento si gustas.—me indicó para luego subir las escaleras gritando el nombre de Ross.
De lado derecho de la puerta, unos centímetros lejos, había una ventana semicubiera por una cortina blanca con encaje. De ese mismo lado se encontraba la sala, los sofas eran de color café, había una TV de plasma pegada a la pared, en el medio una pequeña mesa de cristal con lo que parecía ser una planta, frente a uno de los lados de la sala había tarburetes y una barra, al parecer era la cocina. Del lado de la puerta de esta, estába la escalera.
A mi izquierda había un perchero con varios abrigos y más allá una puerta.
—Ross ¿Por qué no me avisaste que una chica linda vendría a hacer un trabajo contigo?—la voz de la rubia que abrío la puerta se acercaba cada vez más conforme bajaba las escaleras junto a Ross.
—Rydel...—la regañó cuando finalmente terminaron de bajar.
—Ok, los dejaré solos.—la chica me sonrío antes de irse a la cocina.
Ahora me sentía un tanto incómoda, miré hacía ambos lados, Ross se acercó.
—Ella es mi hermana, Rydel y bueno... está un poco loca.—río y yo sólo asentí.
—Será mejor que comenzemos.—propuse tratando de romper la pequeña tención. Tenía la sensasión de sentirme un tanto mejor y segura estando ahora con Ross, aparentemente, lejos de mi tía. Él no iba a gritarme, insultarme ni mucho menos golpearme, él sólo hablaría sin parar.
—Claro. Emmm ¿Te parece si es en mi habitación? No quiero que te sientas incómoda con mis hermanos.—nuevamente asentí y me guió hasta el piso de arriba.
Abrío la puerta y me dejó pasar.
Miré detenidamente, todo parecía ordenado, la cama con un edredon azul, tendida, el armario cerrado, un escritorio bien acómodado y todo lo demás limpio. Me pregunté si él ordenó antes de que yo llegara.
—Pudes poner tus cosas ahí.—señaló el sofa y dejé mi mochila a mi lado luego de sentarme. Saqué mi libro y otras cuantas cosas más que podríamos utilizar.

Save Me☆~[Raura]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora