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Tragué saliva audiblemente y no evité sentirme extraña. Incluso miré a mi alrededor, pero estaba sola, no había nadie más que yo apreciando la escalofriante escena. ¿Qué demonios era esto? No tenía ni la más mínima idea y tampoco iba a pensar en una razón o motivo. Simplemente abrí el cajón y guardé cada uno de los cuchillos sin muchos miramientos.
Lo único que podía pensar es que aquello había sido obra de Margaret, no había nadie más en casa y probablemente solo quería jugarme una broma.
Suspiré cuando terminé y decidí que lo mejor quizá sería salir y olvidarme de esto, puesto que no me agradaba la idea de estar aquí con Margaret, no quería estar sola con ella en el mismo lugar.
No lo dudé más y caminé hasta la puerta de casa para salir a caminar o distraerme.
Revisé si tenía la respuesta de Mathew, pero no tenía nada aún, guardé el teléfono nuevamente y comencé a caminar en dirección contraria a la casa de Ross, lo que menos quería hacer era molestarlo más de lo necesario.
En algunas ocasiones, solo podía tener un embrollo de ideas en mi mente y demasiado en qué pensar.
Usualmente no era de las que pensaban durante horas un mismo tema para hallar el motivo de algo, pero ver todos esos cuchillos juntos sin razón aparente, daban mucho en qué pensar y a medida que caminaba mi mente se centraba en motivos que no existían.
Doblé a la derecha en unas cuadras antes de llegar a la escuela y me encontré con tres chicos intentando abrir un auto color rojo, retrocedí rodando los ojos, no necesitaba más problemas.
—¡Oye Laura!—gritó alguno de los chicos.—¡¿Por qué no vienes a ayudarnos?! ¡Seguramente tu padre sabe mucho sobre el tema y te habrá enseñado!—ignoré aquella voz cuando supe que se trataba de un chico del instituto y seguí caminando en dirección recta.
Si esto es el primer día ¿Qué será de mí lo que resta de la escuela?
Por fortuna, faltaban algunas semanas más para las vacaciones del verano, pero ni eso lograba tranquilizarme.

Pasé justo al lado de la librería, miré por el cristal sintiendo curiosidad y me encontré con Calum, quien parecía estar solo y tenía un libro en cada mano, parecía estar decidiendo entre alguno.
Caminé un poco más hasta la entrada y me introduje en un mundo de personas y estantes con libros a mi alrededor. Era una vista magnífica con un ambiente tranquilo; me dirigí justo a la sección donde instantes antes había visto a Calum.
Él permanecía ahí, casi estático y demasiado concentrado al parecer.
Me acerqué un poco más para mirar sobre su hombro, pero debido de altura, tuve que posar mis pies en punta.
—¿Libros de cocina?—pregunté causando que el pelirrojo se sorprendiera y me mirara.
—Oh, hola Laura.—saludó.
—¿Qué hay?
—No mucho, verás: A mi madre siempre le ha encantado cocinar, es casi como una maniática de la comida y quise llevarle un libro para que pruebe algunas recetas, pero no logro decidirme entre el de postres o comida tailandesa.—miré a Calum pensativa. Ojalá mis problemas fueran tales como decidir entre dos libros de cocina y no tener que ayudar al mejor amigo de mi padre a buscar indicios sobre un fraude, la libertad condicional de mi padre, una tía casi abusadora y ahora también los chicos que me molestan en el instituto junto Charlotte y los exámenes finales.
Despejé mi mente por un momento y me concentré en ayudar a Calum.
—Tal vez deberías llevarle ambos. Así tu madre podría hacer una deliciosa cena tailandesa y un postre estupendo.—opiné causando la sonrisa de Calum.
—¿Crees que sea buena idea y no demasiado?
—Si tu madre es tan fan de la cocina, supongo que le alegrará tener un par de recetas nuevas. Tampoco es que vaya a hacerlas todas en un solo día.
—Tienes razón. ¿Me acompañas a pagar?—asentí y juntos caminamos hasta el mostrador hablando sobre los deberes de la escuela.
En un momento dado, miré a mi izquierda para encontrarme con algunas cajas de regalo que lucían muy lindas a decir verdad y un chico acompañado de su madre. Ambos debatían entre cuál sería adecuada para el regalo de aniversario del chico para su novia.
Algo en mi mente me hizo recordar a Ross y pensar en lo mala novia que era. Él tenía detalles muy lindos conmigo en ocasiones y todo lo que yo le había dado era probablemente nada.
—Laura, ¿Vas a llevar algo?—me giré hacía Calum, aún no pagaba porque había un par de personas antes que él y entonces asentí antes de ir hacía todas esas cajas de regalo brillantes.
Era hora de que hiciera algo lindo para Ross, después de todo, él se lo merecía.
Pensé en las cosas que quizá podría darle mientras escogía una caja de tamaño mediano color azul y con un tierno moño blanco.
En ese momento agradecí que la señora Millers me haya pagado ayer y con varias ideas en mente regresé junto a Calum.

Save Me☆~[Raura]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora