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Es como si este momento que viví hace un tiempo atrás se repita nuevamente, la sensación de nervios nunca cambia pero esta vez puedo sentirme mayormente controlada y sin tantas molestias como la vez anterior mientras espero.
No había asistido a clases nuevamente y no tenía el más mínimo interés en hacerlo, Ross no había puesto objeción y entendió mis motivos, incluso prometió avisar a los maestros para que las faltas de estos dos días no me afectaran tanto.
Hasta ahora no tenía el valor suficiente como para poner un pie ahí y afrontar sucesos que ya me han atormentado. Antes iba a hacer una visita para resolver dudas pendientes y quizá poner fin a uno de los problemas que tengo.
—Tienen 20 minutos.—asiento cuando escucho la voz del guardia y camino con los brazos cruzados hasta quedar dentro de la habitación para ver a mi padre.
Realmente hago esfuerzos por ser fuerte y no decaer pero es justo el momento donde entro y mi padre se gira con una sonrisa cuando corro a abrazarlo.
—Laura, no te esperaba tan pronto.—escuchar su voz me hace revivir los buenos tiempos y yo también sonrío. Después de todo, él es la única familia de sangre que tengo.
Me separo lentamente del abrazo y tomo asiento junto a él en las frías sillas metálicas. Coloco mis manos sobre la mesa y mi padre las toma afectuosamente. Esa sensación de calidez ante su contacto me demuestra que parte de mi hogar aún no se ha ido.
—Bueno... Han pasado ciertas cosas que realmente necesitaba contarte. Te necesito ahora papá.—hay dolor en su rostro porque ambos sabemos que él no puede estar conmigo ahora, pero igual la esperanza sigue.
—¿Es Margaret? ¿Te ha hecho algo?
—Es complicado. Pero no es ella lo que importa ahora. Bueno, ese sería un segundo tema.—aclaro y él asiente intrigado. Su aspecto es igual al de la última vez que lo vi, sin ningún atisbo de barba. Eso es algo que a papá nunca le ha gustado y me hace sentir melancólica.
—Espera. ¿No deberías estar en la escuela?—dudo segundos antes de responder. Sé que si le cuento lo que Charlotte me ha hecho, él se sentirá culpable y avergonzado, así que omito ese detalle.
—Esto era más importante. Además de que nunca he descuidado mis estudios. Pero el punto aquí es que ayer cuando llegué a casa, me encontré con este tipo llamado Mathew Roosevelt. Tengo pequeños destellos de recuerdos donde decías que era tu mejor amigo. ¿Lo recuerdas?—mi padre ríe como si supiera algo que yo no y eso me confunde un poco.
—Claro que lo recuerdo Laura. Él siempre ha sido mi mejor amigo durante años y viene a visitarme de vez en cuando. Creo que ya sabes lo de la libertad condicional. ¿No es así? Porque supongo que él te lo dijo.—todo hace click en mi mente y añado más piezas al rompecabezas, aquellas piezas que dudaba en colocar e incluso que encajaran.
—Sí. Me lo dijo, pero no sabía si creerle y preferí preguntártelo antes de ayudarle a conseguir pruebas que demuestren parte de tu inocencia.
—Bueno. Créeme que con él no tienes nada de qué temer. Ha estado haciendo todo lo posible por conseguir esas pruebas y mi libertad. Incluso ha hecho algunos sacrificios al estar con Margaret.—río levemente y comienzo a estar más tranquila por un momento.
—Aún no entiendo el tipo de relación que ellos tienen pero ayer estuvo en casa y me parece que junto a Margaret son buenos amigos.—otra risa brota de mi padre, estoy casi segura de que ha sido más que sarcástica.
—A ese tipo de sacrificios me refiero. Él piensa que tu tía...—hago una mueca de disgusto.
—No la llames mi tía, ha perdido ese título luego de todo lo que me ha hecho. Ya comienzo a odiarla.—mi padre asiente comprensiblemente y se lo agradezco en el fondo.
—Bueno, Margaret podría tener ciertas evidencias que la inculpen a ella.
—¿Qué?—me acomodo mejor en la silla a pesar de lo incómoda que esta es y espero por una respuesta. Si lo que Mathew me hizo creer ayer, es verdad, entonces podría añadir una pieza más.
Mi padre suspira pesadamente y me mira directamente a los ojos.
—Cariño, eras muy pequeña como para explicarte y tus visitas muy escasas así que aquí hay algo que debes saber. La historia completa.—guarda silencio por unos segundos antes de iniciar con la historia.—Hace varios años, Margaret y yo trabajábamos juntos en la misma empresa. Éramos algo como socios. Pero un día ella llegó con la idea de un fraude, admito que no lo soltó tan literal pero la idea que tenía en mente y me comentó, muy en el fondo tenía pinta de esto y como obviamente es mi hermana decidí ayudarle. Al principio no fue tan grave ya que el "plan" estaba saliendo a la perfección y la otra compañía no parecía notar ningún cambio. Pero después de que le dije a Margaret que ya había sido suficiente luego de arrepentirme, ella siguió haciéndolo a mis espaldas. Luego, se metió en un lío enorme y cuando finalmente la descubrieron me inculpó a mi nada más. Usó pruebas en mi contra, no voy a decir que estoy libre de culpa porque la verdad es que si lo fui pero no completamente. Margaret cometió un fraude tras otro y me acusó a mi por eso y hasta ahora, Mathew ha hecho todo lo posible por reunir esas pruebas como documentos, y miles de cosas más complicadas de explicar.—asentí procesando la información. Cada pieza comenzaba a encajar en el puzle y poco a poco estas disminuían.
—¿Quieres decir que Margaret podría ir a la cárcel?
—Sí.—me quedé pensativa recordando cada maltrato de su parte y sus raras acciones. Entonces pregunté.
—Papá. Podrían darle más años de condena sí, no sé ¿Hago una denuncia sobre sus malos tratos?
—Por supuesto que pueden. Aún eres menor de edad. Creo que podrían llevarla a juicio por eso. Aunque claro, necesitarás pruebas y uno que otro testigo. Pero ya después pensarás en eso. No quiero que cada visita sea sobre algo malo. También deben haber cosas buenas en ti vida.—sonreí instantáneamente recordando a Ross, por supuesto que las había. Fuera de todos los problemas, Ross y Calum existían. Y esperaba tenerlos en mi vida durante mucho tiempo.
—Bueno...—vacilé un poco mi respuesta.
—¿Es un chico?
—¿Qué?
—La razón por la que no respondes directamente y sonríes con la cabeza ladeada. ¿Es un chico?—la sonrisa se ensanchó en mi rostro. Algo había con Ross que nunca lograba sacármelo que la cabeza y eso que recién estuve con él hace unas horas. Luego de que escuchamos la canción, se quedó por un rato más hasta que su madre lo llamó y después había ido a recogerme al trabajo. Había sido muy dulce conmigo y apoyó firmemente la idea que tenía de visitar a mi padre.
—Eh... Sí. Es un chico. Va en mi escuela, su nombre es Ross.—mi padre me miró curioso como si esperara a que dijera algo más. Eso provocó mi risa en más de uno de los sentidos.
—¿Eso es todo? ¿No vas a darme los detalles? ¿Te ha besado?
—¡Papá!—me quejé. Esta vez los dos estallamos en carcajadas y juro que no hubo una mejor sensación que esa.

Save Me☆~[Raura]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora