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Suspiré pesadamente. Me quité el abrigo negro junto con el gorro rojo, los guantes verdes y subí las escaleras. En la puerta de mi habitación había una nota de mi tía:

"No me molestes o llames. Arréglatelas tú sola. No pasaré la noche en casa así que has todo lo posible por no hacer tonterías ni mucho menos traer a alguien más."

Rodé los ojos. Despegué el estúpido trozo de papel y lo arrugué. Debió de poner: "Con Amor, Tía Margaret" eso lo haría más sarcástico. Abrí la puerta y tan pronto entré tiré el papel en el cesto de basura. Colgué mi abrigo y dejé el gorro junto con los guantes en el borde de la cama. Me acerqué a la ventana. Hoy no me sentía tan mal, el sol estaba casi radiante después de la lluvia, se había abierto paso entre las nubes poco a poco y ahora estaba a punto de llegar a todo su esplendor, aunque estaba segura de que no pasaría. Era una de esas ocasiones donde después de una lluvia que bien pudo convertirse en tormenta, el sol comenzaba a intentar salir lentamente pero aquello tan solo duraba un par de minutos, porque enseguida, el cielo se tornaba gris nuevamente. Reí secamente y con sarcasmo aún apreciando fuera de la ventana y pensé en cómo la gente sacaba provecho del clima para crear estúpidas frases de aliento como "Después de la lluvia siempre viene el sol", o "Por muy larga que sea la tormenta, el sol... blah blah blah. Los últimos años de mi corta vida, me habían enseñado a no ser tan ingenua para creer en toda esa mierda barata. Porque si comparaba todo eso conmigo, podría decir que mi "lluvia" hace tiempo se convirtió en una tormenta interminable con granizo incluido, cayendo del cielo sobre mí de la manera más dolorosa posible. Lo que representaba los golpes de mi tía y los maltratos. Pero si me preguntaban por los arco iris... Nunca había visto uno, no realmente más que en fotografías, pero eso no contaba, porque nunca había salido de casa después de una tarde de lluvia para mirar el cielo y darme cuenta de que un "lindo arco iris adornaba el cielo." Así que probablemente, o al menos para mí, no existían los arco iris. Sin embargo, por más esfuerzos que hiciera, no estaba molesta por el clima en ese momento, ni tampoco me afectaba tanto después de todo, digamos que era más la costumbre a ser negativa. Había sido un día "agridulce" aquel chico rubio se había portado muy bien conmigo, en estos momentos yo podría estar siendo golpeada brutalmente, violada, muerta, incluso mis órganos podrían estar siendo vendidos, o cualquier otra cosa, pero no, mi "posible secuestrador" resultó ser un chico demasiado amable y lindo, por lo que muy dentro de mi quería encontrarlo mañana en la escuela aunque la mayor parte trataba de ignorar ese pensamiento.

—Deja de pensar en tonterías.—me regañé camino al baño. Aún si me encontrara con él, estaba segura de que iba a ser lo suficientemente cobarde como para acercarme a hablarle, además, socializar nunca fue lo mío. Tenía que dejar de pensar en eso, por lo que simplemente me centré en tomar una ducha.

Me daba igual atrapar un resfriado pero mi ropa seguía estando húmeda de la mitad del cuerpo hacía abajo y comenzaba a tener frío.

Abrí la regadera y esperé hasta que el agua estuviera a buena temperatura y llenara la tina. Cuando el agua estaba en su punto y había preparado un buen baño, me quité la ropa y entré para instantes después, sumergirme por completo en el agua.

En ocasiones, cuando tenía días realmente malos, deseaba poder ahogarme y morir pero esa no era la solución a las cosas, y lo sabía a pesar de todo, además, no iba darle esa satisfacción a mi tía Margaret si llegaba a hacerlo, mi simple presencia solía molestarla, así que, ¿por qué iba a darle ese gusto?

Saqué la cabeza del agua y respiré entre cortadamente.

Me pasé las manos por el rostro y miré mis brazos. Las marcas de todas las heridas que yo misma había provocado seguían ahí. No se habían ido por completo, quizá nunca lo harían. Miré ambos brazos, las marcas más recientes del día de ayer estaban ahí también. Negué con la cabeza intentando no llorar al recordar por qué lo hice. Miré a mi izquierda, una navaja de tamaño pequeño estaba ahí. La tomé y la miré ladeando la cabeza como si intentara examinarla, había tantas posibilidades en ese momento pero... No, hoy no. La dejé en su lugar y seguí con mi ducha. Normalmente cuando me bañaba y estaba en aquella tina, todos esos pensamientos deprimentes me invadían, no podía evitarlo. Tal vez era porque estaba sola, "relajada" y nadie podía verme. Siempre sentía la necesidad de llorar ahí. Porque mis lágrimas se confundían con el agua y nadie podía oírme. Lloré sin darme cuenta al recordar lo miserable que había sido por todo este tiempo, pero me contuve y lo dejé pasar, no estaba de humor para sumergirme en la melancolía y tristeza.

Save Me☆~[Raura]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora