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Nota: He publicado este capítulo desde el jueves en la noche pero Wattpad no lo ha notificado a casi nadie ._.
Así que aquí vamos de nuevo xd
Por cierto, la nota del final fue escrita el jueves y no quiero cambiarla, así que la dejaré como está. Lo aclaro para que no haya confusiones.
Kisses ♡

Las luces estaban encendidas y estaba segura de que ya no había vuelta atrás, ya había abierto la puerta y eso me hacía ver lo suficientemente obvia. Yo misma me delataba.
Tragué saliva y asomé la cabeza con cuidado analizando todo el perímetro.
En caso de que Margaret estuviera ahí, siempre podía salir corriendo hasta casa de Ross, probablemente no sería tan tarde como para alcanzarlo, además, todo mi cuerpo seguía afuera de casa, yo era más rápida que Margaret en todo caso.
Fue en ese momento donde me dí cuenta de lo hábil que me había vuelto para evitarla. Era como una ninja, o al menos era eso lo que quería creer.
—¿Dónde estabas?—la voz proveniente del sofá junto al sonido de un libro cerrándose hizo que me sobresaltara.
—Maldita sea Mathew. Me asustaste.—reclamé entrando por completo a casa.
Él estaba sentado en la esquina del sofá, estaba usando lentes que no tenía ni idea de dónde carajos había sacado y... ¿Acaso estaba leyendo mi libro de química?
¿Pero qué mierda? Incluso estaba usando una bata de color lila que probablemente era de Margaret. Se veía como una de esas madres que esperan a sus hijos hasta que llegan a casa.
—No era mi intención. Pero, ¿no te has dado cuenta de lo tarde que es?—fruncí el ceño antes de mirar la hora en mi teléfono, era poco más de las nueve.
—Ya mamá, no es para tanto.—bromee pasando a su lado antes de darle un golpe en el hombro y caminar hasta la cocina.
De pronto toda la situación se me hacía muy cómica, sabía que sus intenciones eran buenas y solo trataba de hacerme reír.
Mathew se quitó la bata junto a las gafas y las dejó en el sofá como si nada antes de seguirme.
Me lavé las manos antes de tomar una manzana roja del frutero.
—¿Cómo te fue hoy?—preguntó Mathew.
—Bien. Después de la escuela fui a la cafetería para cambiar mi turno, después de eso vine aquí para cambiarme e ir al cine junto a Ross, Calum y una chica llamada Celesta. ¿Ya te había contado sobre ella? Recién entró a la escuela y le gusta a Calum.—informé antes de morder la manzana.
Realmente parecía como si Mathew fuera mi madre. Él hacía sin duda un buen papel.
—Oh wow. El amor está por todas partes. Me alegra que te la hayas pasado bien.—habló con franqueza y le dediqué una pequeña sonrisa.
—¿Dónde está Margaret por cierto?
—Yo que sé. No tengo ni la más mínima idea, creo que está molesta conmigo y planea evitarme a toda costa. Por mí que se joda.
—Oh no, el matrimonio de mis padres está empeorando. ¿Qué será de mí ahora?—dije con fingida preocupación antes de regresar a la sala.
—Muy graciosa Laura. Prefiero morir antes que casarme con ella.
—Sin embargo, jamás te molestó acostarte con ella.—recordé tomando asiento en el sofá donde minutos antes estaba Mathew a la vez que continuaba comiendo de mi manzana.
—No puedo creer que lo hayas dicho.
—Ni yo que lo hayas hecho. En fín, trabajas como enfermero en un hospital, debes tener un fuerte estómago.—Mathew rodó los ojos antes de sentarse a mi lado y encender el televisor. Molestarlo era como mi pan de cada día, una costumbre que esperaba no perder nunca.
—Eres mala Laura.—acusó.—Sin embargo, no olvides que siempre puedo contarte los detalles.—alejé la manzana de mi boca con asco provocando su risa mientras cambiaba de canales.
Bien jugado, pensé.
—Como sea. ¿Vas a decirme en qué consistió tu misión secreta de hoy? ¿Descubriste dónde oculta Margaret la droga?—inquirí.
No había olvidado el hecho de que ese fue el motivo por él que Mathew dijo que estaría ausente, además. Él mismo había dicho que tenía algo que contarme luego de eso. Estaba ansiosa y preparada por lo que sea que tuviera que decirme, ya fuera bueno o malo.
—De hecho, lo que descubrí hoy no tuvo tanta relevancia con ella. Digamos que tiene que ver más contigo, aunque no me decido por sí debería arriesgarme a decirte ahora y que no puedas dormir o decirte mañana por la mañana. Aunque es probable que tampoco duermas mucho por la curiosidad. ¿Qué dices?—lo miré pensativa.
Quizá lo más razonable sería esperar hasta mañana, incluso podría convencerlo para que me lo dijera durante el desayuno o de camino a la escuela. Además, si fuera algo demasiado grave, Mathew estaría nervioso y me lo diría, sin rodeos ni darme a elegir. Wow, sin duda estaba siendo sensata y me encontraba tranquila. Ya podía sentirme más como una chica de 18 años.
—Esperaré a que me lo digas mañana.—decidí.—Pero dime algo. ¿Es bueno o malo?
—En su mayoría es bueno. Creo que es algo que te hará sentir mucho mejor. Créeme. Pero no te hagas muchas ilusiones, no quiero decepcionarte.
—Vale.—accedí sin ningún problema.
Ambos estuvimos un rato más hablando. Aún era temprano y todo indicaba que Margaret no llegaría esa noche.
Estaba casi por levantarme del sofá e ir a dormir cuando se me ocurrió preguntar.
—Mathew.—lo llamé.
—Dime.
—¿Alguna vez has amado alguien?—sonrió antes de apartar la vista del televisor y mirarme.
—Algo así. ¿Por qué?
—Simple curiosidad. ¿Cómo fue?—me animé a preguntar.
—Fue hace varios años. Más o menos cuando tú naciste, tu madre me presentó a una amiga suya. Nos conocimos y simplemente se dió. Me enamoré de ella, a tal grado de que sentía que quería pasar el resto de mi vida a su lado. Ella... Era muy linda, y no me refiero físicamente, sino que realmente valía la pena. Me hacía sentir como nadie y pasamos muy buenos momentos juntos. Yo la amaba, estaba dispuesto arriesgar todo por ella.—noté la melancolía en los ojos de Mathew mientras hablaba de su viejo amor y no evité interesarme aún más sobre el tema.
—¿Qué sucedió?
—Digamos que las circunstancias nos separaron. Comenzamos a pelear, mucho. Para ese entonces llevábamos tres años de relación y vivíamos juntos, ella era tres años menor que yo pero eso a mí no me importaba, mis intenciones siempre fueron buenas. Ella quería terminar la Universidad, trabajar. Yo quería formar una familia pero... No se dió. Teníamos puntos de vista diferentes y bueno, ella me dejó dos días antes de que yo le pidiera matrimonio. Aún no lo entiendo ¿sabes? Se supone que ya habíamos arreglado todo y un día desperté y ella... No estaba, se había ido dejándome solo en casa con una nota pegada en la puerta. Todo lo que escribió fue un "Siempre te amaré." Y a día de hoy yo no la olvido, han pasado 15 años y yo aún no la olvido. Tal vez no me duele tanto como antes pero nunca dejo de pensar en cómo sería si ella estuviera conmigo.—coloqué una mano en su hombro y traté de entenderlo. ¿Cómo sería que el destino te alejara de el amor de tu vida de un día a otro? Eso sin duda, era algo que yo no quería descubrir. No evité sentirme mal por Mathew.
—Lo siento.—dije.
—Está bien. He aprendido a vivir con eso y a amarla aunque ella no lo sepa. Probablemente a ésta alturas ya esté casada con alguien más que no soy yo y ya ni siquiera me recuerda.
—O probablemente esté extrañándote al igual que tú y siga amándote tal y como lo dijo en su nota. Uno nunca sabe. Yo no tengo experiencia en el amor, no la suficiente, pero si yo fuera tú. Mantendría la esperanza. Quizá un día de éstos aparezca nuevamente frente a tu puerta.
—¿Lo crees?—preguntó mirándome.
—Te lo dice alguien que a pesar de haber vivido bastante mierda, sigue aquí dispuesta a luchar. Tú tampoco te des por vencido.—Mathew me sonrió con sinceridad.
—Ya que lo mencionas, tengo algo para ti.—habló antes de caminar hasta el perchero y tomar una pequeña caja de una de las bolsas de su chaqueta.
Yo lo miré curiosa. ¿Era un regalo?
Regresó conmigo en el sofá y me tendió aquella caja de color rojo.
Yo la tomé y la abrí con sutileza. No tenía ni idea de lo que era o por qué Mathew lo hacía.
Dentro había una cadena de lo que me pareció era plata, era de un color rosado, la saqué con una sonrisa para inspeccionarla mejor, de ésta colgaba una especie de guardapelo en forma de corazón, la parte frontal tenía una especie de estrella y todo estaba hecho con figuras distintas. Lo abrí sin dudarlo.
Cuando lo hice el corazón se me encogió y tuve que contener las lágrimas.
—Tómalo como un regalo de cumpleaños, puesto que recién descubriste que tienes 18 y yo no he estado contigo desde tu cumpleaños número siete. Lo mandé a hacer especialmente por si en algún momento te sientes mal y estás sola, para recordarte que siempre tendrás motivos para seguir adelante y no darte por vencida.—explicó.
Yo no podía dejar de apreciar las dos fotos en el guardapelo. La primera era una mía de pequeña junto a mis padres y Mathew. Los cuatro sonreímos y parecíamos estar en una especie de parque o jardín, jamás había visto esa foto. La segunda, era una foto de Ross donde parecía estar mirándome. Estaba sonriendo y en sus ojos no había ninguna otra cosa que no fuera amor.
Sin dudarlo me acerqué para abrazar a Mathew. Era uno de los mejores regalos que me habían dado. ¿Cómo podría agradecerle por todo lo que había hecho por mí? Él era una persona realmente buena. Se merecía lo mejor.
—Gracias Mathew. Significa mucho para mí.
—Lo sé.
—Pero gracias también por no dejarme sola. Por todo. Jamás creí que llegarías a ser tan importante para mí ni que llegaría a quererte tanto. Eres como mi única familia además de mi padre.—confesé. No podía darme el lujo de llorar en ese momento. No quería hacerlo.
—Basta Laura. O harás que llore. Tú también eres mi única familia. Pero me alegra saber que nos tenemos el uno al otro.—lo abracé aún más fuerte. ¿Hoy era el día de poner a Laura sentimental?
¿Acaso él y Ross se habían puesto de acuerdo para una plática sentimental conmigo?
Me separé de Mathew aún conmocionada. Era un detalle demasiado lindo de su parte.
—¿Comienzo a llamarte tío?—mi comentario, lo hizo reír.
—Mathew está bien. Por cierto, ¿acaso oí que tu novio dijo la palabra "sexo" cuando vino a dejarte?—mi rostro ardió en vergüenza. Mathew había alzado las cejas y me miraba esperando por una respuesta. A pesar de que podía notar la diversión en sus ojos, esto me resultaba demasiado incómodo.
—Eh... ¿Qué?
_Oh vamos Laura. No tiene nada de malo, es muy normal mira, cuando alguien ama mucho a alguien y se encuentran so...—ni siquiera lo dejé terminar la oración cuando ya me había levantado del sofá a toda prisa.
Iba a matar a Ross.
—¡Gracias por el regalo Mathew! ¡Buenas noches!—dije mientras subía las escaleras. Ni loca me quedaba ahí un segundo más.
—¡Vamos Laura, deja que te la charla!
—¡No gracias!
—¡¿Al menos tienes los preservativos que te dieron en el hospital el otro día?!—la puerta de mi habitación cerrándose con fuerza fue la respuesta.
Por segunda vez, sentía esa incomodidad presente y las mejillas sonrosadas, y eso que yo no era de sonrojarme. Tal vez porque nunca había tenido motivos.
Sonreí, así era mi relación con Mathew, en un momento podíamos estar hablando del tema más serio y al siguiente estábamos molestándonos con cualquier cosa.

Save Me☆~[Raura]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora