14

233 30 19
                                    

-¿Estarás bien?
-Ross, he vivido aquí los últimos 5 años.-respondí.
Luego de todo nuestro paseo finalmente Ross me acompañó a casa al atardecer, sin embargo, lucía tan preocupado. Después de que le contara la realidad sobre mi tía se había vuelto un tanto sobreprotector conmigo y sí, es posible que una persona se convierta así en tan solo unos días pero tratándose de Ross... No me sorprende.
-Si pasa algo o necesitas que venga, sea lo que sea. Llámame.-me tomó por los hombros y asentí. Era adorable verlo así. Me abrazó. Aquella acción se había vuelto una costumbre luego de dos días. Y era justo lo que necesitaba. No podía aclarar mis ideas, entre mis sentimientos y toda la información que me dió mi padre tenía mucho en que pensar.
-Sé cuidarme y tú tienes que irte además, te veré mañana.-lo solté.
-Lo sé y respecto a eso, ¿Te parece bien 6:30pm? Nos dará más tiempo.
-Claro.-besé su mejilla en forma de despedida. Me sonrió y comenzó a caminar mientras yo metía la llave en la cerradura.
Sentí que me miraban, observé la dirección en la que se había ido y permanecía ahí mirando del otro lado de la calle, suspiré y entré. Tenía las esperanzas puestas en no recibir más golpes por parte de mi tía, había sido un día tan extraño.
La sensasión de nerviosismo la abandoné desde el momento en que abrazé a Ross. Pensar en él me hacía dudar aún más ¿Realmente me gustaba?
Analizaba los últimos 5 meses y no me daba cuenta del momento exacto donde me comenzé a sentir así, probablemente hace uno o dos meses.
Estaba dispuesta a subir a mi habitación, tenía que pensar con claridad y no en hacer locuras, pero para mi desgracia y pensamientos frustrados una voz me interrumpió.
-Vaya Laura, al fin estás aquí. Ven a hacer algo de provecho como preparar la cena.-ordenó Margaret.
Llamarla tía no era tan justo después de todo. Realmente ella no lo era.
-Está bien.-sin mirarla fui a lavarme las manos para comenzar a preparar la estúpida cena.
Comenzaba a detestar esto. Debí pedirle a Ross que fingieramos un secuestro o mi muerte para que aquella mujer no atormentara más mis días.
Me sorprendí cuando se sentó en uno de los bancos frente a la barra de la cocina.
-¿Por qué no me concientes y preparás algo digno de mi?-comentó leeyendo los resivos con sus anteojos puestos.
En ese momento, juro que estuve a punto de ir al escusado y servirle un plato de esa agua sucia de drenaje tan digno de ella. Me contuve para no reírme en su cara.
-¿Lasaña está bien?-pregunté. Supongo que tal vez quería algo no muy simple. Asintió y comenzé a preparar todo con los ingredientes necesarios. Al parecer había ido a hacer las compras.
-¿Visitaste al preso de tu miserable padre esta mañana?
-Sí.-me convenía no mentir, no quería más problemas. Continué preparando la salsa para la lasaña.
-¿Te dijo algo sobre tu madre?-me miró pero no le devolví el gesto.-¿Algo como que ella se hartó de tener una hija tan inservible y estúpida?-preguntó con sinísmo.
Me llenaba de cólera al escucharla. Me dí la vuelta para tomar un refractario. No iba a responderle, al menos no exactamente.
-Si tanto me odias, ¿Por qué no me dejaste en el orfanato?-inquirí. Llevaba 5 años preguntándome el por qué de aquello.
Si odias a alguien haces todo por no estar con esa persona ¿No es así?
-No cabe duda que eres una zorra muy estúpida Laura. Tengo dinero extra junto con mis razones, más no tengo por qué contartelas.-continué con lo mio dejando una capa de pasta en la lasaña.
Admito que aquella respuesta me dejó pensando. Al momento de meter la lasaña al horno Margaret se encontraba dormida en el sofá. Sabía que no despertaría hasta que la cena estuviera lista. Repasé una vez más aquellas palabras una y otra vez para saber aquellas razones hasta que algo hizo clik en mi cabeza ¿Dinero extra?
Le dí una mirada rápida a Margaret y comenzé a subir los escalones con rapidez hasta llegar a su habitación. Abrí con sutileza y entré. Nunca me ha permitido entrar ahí ni mucho menos al sótano, tendría que averiguar después.
La cama desordenada, ropa por el piso y otros lugares, preservativos en la mesa de luz, ese lugar era un asco.
Dejé la puerta entre abierta y me dirijí al armario, busqué entre las bolsas de la ropa y cajas de zapatos pero no encontré nada, lo mismo pasó con debajo de la cama y otros muebles.
-Joder ¿Dónde guarda la bruja malvada sus secretos de mierda y las cosas importantes?-continué revisando los cajones de la mesa de luz, había algunos sobres, cinta, vendas, un frasco de cloroformo que me causó escalofríos, cinco dólares. Hasta que un cheque al fondo llamó mi atención. Lo saqué con cuidado.
Llevé una de mis manos a mi boca luego de leerlo.
-No puede ser.-leí más vaces y fue cuando entendí aquellas razones de las que hablaba. El sonido del horno me hizo sobresaltar, dejé el cheque en su lugar no sin antes sacar una foto y bajé a la cocina.

Save Me☆~[Raura]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora