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»Cada comentario es como un regalo de Navidad para mí y una posibilidad para que haya un capítulo mañana 😏

Habían pasado varias semanas desde aquella revelación. Al principio no podía entenderlo y llegué a pensar que Mathew mentía, pero luego todo cobró sentido.
-Pasaste más tiempo en el orfanato del que pensabas. No estuviste ahí solo tres años, si no cuatro.-me había explicado con calma.
Si lo analizaba bien, todo tenía sentido. Nunca supe la fecha de los días en los que estaba en el orfanato a excepción de cuando salí. 13 de Marzo. Ese fue el día más feliz de mi vida después de todo lo que había vivido, sin embargo, durante mi estadía en el orfanato, sabía que el tiempo pasaba pero nunca preguntaba por la fecha, y aunque lo hubiera hecho, nadie me habría respondido.
Otra de las cosas que ayudó para que yo creyera en esa mentira fue mi desarrollo, el cual desde mi punto de vista fue extraño.
La psicóloga que solía verme luego de que se enteraran del acoso. Me explicó que mi desarrollo podía atrasarse un poco dado a todo el trauma y lo delgada que estaba por todas las vitaminas faltantes gracias a que casi nunca comía por la depresión que llegué a tener.
Según ella y las explicaciones que me había dado. Algunas veces el periodo menstrual puede retrasarse debido a estrés, trastornos alimenticios o en mi caso algún trauma psicológico. Al parecer todo se relacionaba con las hormonas. O al menos eso fue lo que entendí puesto que no presté mucha atención porque a pesar de eso, el primer periodo lo había tenido a los 12, y faltaban algunos meses para que tuviera los 13 y afortunadamente mi madre estaba ahí. Y de acuerdo con lo que sabía y me habían explicado, el primer periodo llegaba entre los 10 y 13 años.
Pero realmente, tomando en cuenta que había pasado un año más. Realmente había tenido el periodo a los 13, meses antes de cumplir los 14.
El siguiente punto a favor que tuvo Margaret, fue mi cumpleaños. Pues nunca coincidió cuando salí del orfanato y estuve con mi madre, por lo que ella nunca mencionó el tema de mi edad.
Mi cumpleaños era el 29 de Noviembre y yo había estado con mi madre de Marzo a Junio.
Y finalmente, la razón por la cual Margaret me había mentido, era para continuar quedándose con el dinero que mi madre ha estado dejando para mí en una cuenta bancaria.
Margaret realmente había sido una buena mentirosa, se aprovechó de cada detalle sobre mí para hacerme creer que era menor.
Me inscribió en la escuela en un grado menor al que debería estar y me había felicitado el día de mi cumpleaños "número 13" para hacerme creer su mentira. Incluso me había dado una tarjeta.
Además, ella era quien guardaba todos mis documentos personales en algún lugar que desconozco. Por lo que nunca había visto mi verdadera acta de Nacimiento, además de que consiguió hacer una falsa de acuerdo a lo que Mathew y Ross habían descubierto aquel día donde desciframos la mayoría de los datos de la libreta de Margaret.
Me costaba creerlo, pero a estas alturas ya había logrado acostumbrarme, y los únicos enterados seguían siendo Mathew y Ross.
Este último, luego de que toda la verdad estallara como una bomba en mi cara. Había hecho varios comentarios sobre el hecho de que siempre le habían gustado las chicas mayores, con el único propósito de hacerme sentir mejor. Quería golpearlo, pero sus bromas eran realmente malas, tanto que lograban hacerme reír en la mayoría de las ocasiones.
En las últimas semanas, mi relación con Mathew se había fortalecido más de lo que esperaba. Ahora realmente sabía que podía contar con él, y prácticamente, vivía junto a Margaret y yo.
Ella en cambio, cada día estaba más extraña. Su comportamiento era aún más violento. Todas las noches podía escuchar cómo le gritaba a Mathew quejándose de mí y él al día siguiente se dedicaba a burlarse de ella y a decirme que no tenía que preocuparme por nada. Así como el hecho de que se había vuelto más distraída y solía tener ideas demasiado extrañas.
Durante este tiempo, era como si Mathew fuera el responsable de hacerse cargo de mí. Me llevaba todas las tardes al trabajo y me recogía para llevarme a casa cuando Ross no podía hacerlo, se aseguraba de que yo me alimentara tres veces al día, de vez en cuando era de muy buena ayuda en mi tarea de matemáticas y un buen compañero de series y jugador de cartas.
Finalmente lograba entender el motivo por el que mi padre lo consideraba parte de la familia y lo que se sentía tener a alguien que te cuidara de esa manera. Había olvidado lo que se sentía que alguien se encargara de darte las buenas noches y levantarte por las mañanas con el desayuno listo, desde que había estado con mi madre.
Mientras tanto, tenía que seguir afrontando la realidad y esperar paciente a que Calum recordara la clave de su casillero.
-Joder.-masculló mi amigo pelirrojo cuando la puerta no cedió a pesar de los múltiples intentos que había hecho por abrirla.
-¿Es en serio Calum? Es la tercera vez en este mes.-se quejó Ross recargado en los casilleros de alado.
Yo solo me limitaba a analizar la situación. Era divertido ver lo frustrado que alguien puede estar al no recordar algo.
Calum ignoró a Ross e intentó de nuevo.
-Ahora entiendo por qué no consigues tu licencia de conducir.-inquirió Ross.
-Aguarden... yo escribí la clave en mi teléfono.-Calum se apresuró a sacar dicho objeto de su mochila y tan pronto como pudo, buscó entre las aplicaciones el lugar donde había anotado su clave.
Por mi parte nunca olvidaba la mía, era la fecha en que salí del orfanato por obvias razones.
Ross me miró y yo solo negué tratando de ocultar la risa que todo eso me provocaba.
-¡Al fin!-celebró Calum cuando logró abrir su casillero luego de innumerables intentos.-Ah y solo para que lo sepas Ross, haré la prueba final en estos días. Algunos no aprendimos desde los 15 ni compramos un auto meses antes de nuestro cumpleaños número 17.-se defendió mientras rebuscaba entre las cosas de su casillero.
-En mi defensa. Mi padre y Riker no tenían otra cosa por hacer.
-Sí claro, Sr. Millonario.-Ross rodó los ojos.
Me recordaban a la pareja homosexual que había llegado a atender en la cafetería hace unos días. Ninguno de los dos conseguía estar de acuerdo con el otro y tardaron aproximadamente 25 min. En decidir lo que iban a pedir.
-Ya que lo menciono. Laura, ¿Está en tus planes tomar el curso para conseguir la licencia?-miré a Ross a la vez que Calum cerraba su mochila y casillero.
-No. Ni siquiera tengo un auto o padres que paguen el curso.
-Yo te enseño.-Calum soltó en carcajadas ante la propuesta de Ross, a pesar de eso no dijo nada.
-¿Ah sí? ¿En qué?
-En mi auto por supuesto. No me molestaría.-sonrió amable.
-Pido ir en el asiento de atrás. Necesito ver al teñido fracasar.-se burló Calum y Ross rodó los ojos.
-Ignóralo. Está celoso.
-¿Disculpa?-sonreí ante la escena y negué con la cabeza.
-¿Qué? ¿Por qué no?-cuestionó Ross.
-Porque no confía en las clases que le vas a dar tarado. Y porque Laura quiere vivir más años.
-Claro que confió en él Calum. Pero Ross... ¿Realmente valoras tu auto?
-Claro.
-Entonces no.-comencé a caminar por el pasillo a la siguiente clase y ambos chicos me siguieron.
-¿No?
-No. Porque probablemente voy a terminar estrellando tu auto y dudo que me ames por eso.-Ross solo rió y tomó mi mano para seguir caminando.
Las burlas hasta ahora habían disminuido, no sabía si se debía a que los estudiantes habían encontrado algo más que hacer o tenían miedo de que Ross los golpeara.
Estábamos a punto de entrar al salón de Biología cuando notamos como Charlotte corrió hacía el baño que estaba justo frente a nosotros. Tenía una muy mala cara.
Los estudiantes a nuestro alrededor comenzaron a susurrar cosas sobre ella y el motivo de por qué actuó así. La mayoría de los murmullos eran relacionados a que Charlotte era anoréxica o bulímica.
Sin más, me adentré en el salón. Había aprendido que las personas siempre sacaban conclusiones bastante estúpidas y muy diferentes a la realidad cuando algo así pasaba.
Tomé asiento junto a Ross y Calum lo hizo junto a una chica que al parecer le gustaba.
-¿Crees que algún día logre algo con ella?-preguntó Ross mirando a su mejor amigo.
-No tengo ni idea.-respondí sincera. No sabía nada de la chica en cuestión y Calum no hablaba del tema. Simplemente se acercaba a la chica e iniciaba una conversación casual tras tomar asiento junto a ella en clases como esta.
-Me recuerda a mí.
-¿Por qué?
-Porque ayer en la noche Calum me pidió consejos para conquistarla. Y yo hice lo mismo cuando tú me gustabas.-lo miré expectante a pesar de la ternura que sentía por él.
-¿Gustaba? ¿Significa que no te gusto ahora?
-Exactamente. No solo me gustas, estoy enamorado de ti.-tomó mi mano y depositó un suave beso en esta.
Quería golpearlo por lo cursi que se había escuchado. Pero no lo merecía.
-¿Y en un término más poético?-bromeé esperando por su respuesta.
-Perdido en ti.
El profesor pidió silencio tan pronto entró al salón y supe que era hora de iniciar la clase.
-Bien. Espero que el tema de hoy lo tomen con la seriedad que se merece. Son jóvenes y es muy importante que estén informados antes de que suceda algo que no planeaban.
El tema de hoy es la reproducción.-coloqué mi cuaderno y libro sobre la mesa que compartía con Ross y me preparé mentalmente para lo que venía mientras buscaba mi bolígrafo.
-Antes de iniciar la clase. Les entregaré algo que sin duda me agradecerán. Así que por favor no los desperdicien y absténganse de hacer bromas de mal gusto.-en el momento en que miré al profesor, el tenía una caja en manos y caminó hasta la primera fila donde inició con una repartición de preservativos bastante incómoda.
Calum miró hacía a Ross sorprendido y ligeramente sorprendido.
Yo traté de no hacer contacto visual con nadie.
Una cosa era que alguien llevara una caja de preservativos y pidiera que la fueran pasando entre todos los alumnos para tomar el "contenido" y otra muy diferente que el profesor en persona te entregara los preservativos personalmente.
En momentos como esos agradecía estar en la última fila. Probablemente los preservativos se terminarían antes de que llegaran a mí... ¿Cierto?
Pero no tuve esa suerte. La caja que el profesor sostenía parecía no tener fondo. Era como el sombrero de un mago, pero en lugar de una infinita cantidad de Conejos blancos, era una infinita cantidad de preservativos.
Cuando llegó el turno de Calum, el profesor le aconsejó que siempre era mejor estar preparado. En ese momento, su cara estaba casi del mismo color de su cabello. Lo peor de todo fue escuchar a la chica que le gustaba a Calum, reírse de él.
Jamás me sentí tan incómoda por el hecho de sentarme junto a Ross en una clase hasta que el profesor tomó un puñado de preservativos y me hizo tomarlos. Quise hundirme en mi asiento en ese momento. ¿Era necesaria esa cantidad?
Lo mismo pasó con Ross, sin embargo, en su caso, el profesor palmeó su hombro luego de entregarle los preservativos y mirarme.
Si hubiera podido elegir entre tener que pedirle a Mathew que me comprara toallas sanitarias o esto... Sin duda habría preferido la muerte.
Esas dos cosas encabezan los escenarios más vergonzosos en la lista de cosas que esperaba nunca me sucedieran.
Lástima que hoy había pasado por uno de esos escenarios.
Dado que no podía tener para siempre el puño cerrado con los preservativos. Decidí guardarlos lo más rápido que pude en alguna bolsa de mi mochila que no fuera tan notoria.
Ross hizo lo mismo y fue cuando noté que sus mejillas habían adquirido un tono rojizo.

Save Me☆~[Raura]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora