Capítulo 32

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Se estremeció al sentir el choque dar contra su torso, el pedazo de tela que amortiguaba sus gritos se encontraba empapado de saliva y flojo ante las constantes mordidas. Su vista borrosa apenas y enfocaba el rostro del menor azabache quien dejo el taser en el estante vacío.

-uf~ se me hace tarde Higaku –dijo Ayano con calma, se acercó a las escaleras donde su chaqueta negra descansaba –nos vemos en la tarde –se despidió dejándolo en penumbras.

.:OoO:.

El lapicero golpeteaba constantemente la madera de su mesa, la maestra hablaba y hablaba sin parar las palabras que salían de los maquillados labios de esta no llegaban a sus odios, en su mente solo estaba el rostro de ese enano de porquería al cual quería tirar desde un balcón o un carro, cualquier porquería para deshacerse de él.

-¡Joven Kaicho! –Llamo la profesora obligando a que el oji celeste levantara la vista –Esta es la tercera vez que le llamo la atención ¡¿Cómo es posible que el presidente del consejo sea tan distraído?! –Exclamo la mujer colocando sus manos en sus caderas, el libro que sostenía fue depositado en el escritorio de esta –Al pasillo –finalizó señalando la puerta, el castaño quien echando humo por los oídos se levantó y salió del salón seguido de las risillas de los otros.

Todo culpa de ese raro de mierda, maldecía mil y un veces a ese niñato de carita infantil, carita que quería romper a golpes cada que lo veía y aún más si estaba cerca de Taro, porque últimamente esos dos siempre, pero de lo que es siempre estaban juntos.

-Mocoso del demonio –murmuro entre dientes, los pasillos desolados solo le molestaban más, odiaba ser el objetivo de burlas, el como miembro del consejo, no mejor dicho, como el presidente de ese maldito consejo merecía respeto y la veneración de los demás.

Ya no lo estaba aguantando, ese niñato no podía quedarse como antes, ese estúpido chico de primer años que apenas y hablaba, que no le dirigía la mirada a nadie y que solo permanecía bajo perfil ¿acaso no pudo continuar así? Siendo solo una sombra entre la multitud de estudiantes.

.:OoO:.

Había entrado a tiempo al salón, mientras el timbre resonaba entre los pasillos para informar el inicio de las clases Ayano había llegado justo cuando este había terminado de sonar, con la maestra a un par de pasos de entrar al salón de clases el menor se vio con la necesidad de inventar alguna escusa, pero la mujer solo hiso como si nada y entro seguida del menor quien tomo asiento en su lugar. Ese día Kojin tampoco había asistido.

-Psss~ Hey~ Aishi-Kun –dijo bajo el peli verde acercándose al menor quien levanto la cabeza prestándole atención -¿Por qué llegaste tan tarde? No es normal en ti –pregunto en voz baja.

-Por nada, un contratiempo –respondió del mismo tono que el oji verde quien se quedó conforme con aquella respuesta volviendo a su lugar.

Así transcurrió la primera hora, con la mujer dictando ecuaciones para los jóvenes y paseándose entre los puestos de estos. La hora finalizó para alegría de los otros dando paso a historia, cosa que a Ayano le pareció entretenido, llevaba varias clases poniendo nervioso a ese maestro cada que se acercaba, era una buena forma de pasar una clase que para su gusto era aburrida y poco útil.

Para finalizar biología y la tan ansiosa hora de almuerzo, los jóvenes quienes felices se levantaban de sus asientos y marchaban hacia la cafetería, plaza o azotea. En el caso del grupo del menor azabache para tomar aire salieron a los jardines traseros recostándose en la pared y césped. Las chicas quienes jugueteaban en sus móviles enviándose mensajes la una a la otra permanecían ajenas a su alrededor, mientras Hayato charlaba con el menor contando su anécdota al irse de camino a casa.

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