Capítulo 38

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Corría con la triste esperanza de perderla, pero era inútil, su respiración era irregular al punto de lastimar su garganta, pasaba su mano en las sucias paredes de ladrillo y cemento manchándolas con sangre, la vista comenzó a volverse borrosa y sin poder aguantar más cayo rendido de rodillas al suelo jadeando.

-N-No –murmuro sintiendo la ropa increíblemente pesada, usando sus manos y rodillas se arrastró por el suelo ensuciándose, debía llegar a alguna avenida, a un lugar con gente y si tenía suerte una patrulla estaría cerca pero.

-que patético te vez –escuchó la voz femenina frente suyo, con un andar elegante, su cabello negro tomado en una coleta alta y usando una gabardina negra junto a unas botas de tacón estaba quien probablemente sería su asesina.

-M-Maldita...cof...puta –su garganta ardía, tenía su boca llena del molesto sabor a sangre.

-¿Qué clases de palabras son esa para una esposa y madre? –dijo fingiendo sentirse ofendida –señor detective, estos años le han hecho mucho mal, pensé que con el tiempo se volvería más inteligente...

-Agh...t-tú...¿Por qué sigues con esto? –dijo a duras penas tratando de levantarse ayudado por una muralla cercana, la mujer frente suyo solo veía de forma divertida a su víctima –¿acaso no habías ganado? –Jadeo, el hablar dolía –ya lo tienes contigo, tienes un hijo ¿Por qué continuas?

-Sí, lo tengo –dijo cantarina –pero –su voz se ensombrecían –Puedo tenerlo...pero...pero ellas...se siguen acercando...no lo permitiré, matare a quien se le acerque y tú –le señalo con el arma corta punzante que tenía marcas de sangre, su sangre –te volviste a interponer ¿acaso no entendiste?

-lo único que entiendo ahora, es que eres una maldita perra psicópata –gruño mientras de su bolsillo sacaba un revolver cargado apuntando a su persona.

-Rompió el trato señor detective –dijo antes de lanzarse contra el hombre quien no dudo en dispararle a la mujer que se acercó a su persona.

En el callejón resonó el sonido del disparo amortiguado por el andar de los autos de las concurridas calles.

.:OoO:.

Por las calles de pueblo caminaba la joven Yamada, quien cargaba un humor de los mil y un demonios, bufaba cada cierto tiempo y veía mal a quien se le acercara.

-¿Por qué la cara? –pregunto Yuna acercándose a la azabache comenzando a caminar a la par de esta.

-De nuevo –gruño la de coletas –de nuevo falto ¡¿Por qué demonios mi hermano volvió a faltar?! –se quejó furiosa.

-Oh, bueno, debe de sentirse mal –trato de calmar la rubia.

-¿Eh? Pero si yo me eh estado sintiendo mareada desde hace tiempo y no me quejo –gruño molesta.

-bueno, pero tal vez y sea algo más grave...

-No lo defiendas Hina, no lo defiendas –advirtió molesta –es que...¡no comprendo! Además...no ayuda que últimamente me hayan estado pasando cosas terribles –gruño frustrada.

-a estas alturas pareces un perro molesto –dijo la rubia suspirando –bueno, hoy no debe pasar nada ¿verdad?

-eso espero...

.:OoO:.

En la plaza centras, en una de las esquinas de esta en las sombras, Ayano junto a las hermanas Basu y Haruki, quien era la muñeca de Inkyu en esos momentos, sentados esperando la hora para adentrase a sus salones.

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