Capítulo 44

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Todo su cuerpo se sentía terriblemente agotado a penas y era capaz de caminar. Su andar era lento mientras recorría los pasillos de un pulcro color blanco hasta dar con una puerta grisácea entre abierta, sus oídos comenzaron a escuchar leves sonidos provenientes de esta que lentamente se volvían entendibles para su persona.

-Tan cálido~

-Mmh...¡A-Aahhhh!¡M-Más p-por favor Mmh~

-eres tan dulcemente estrecho

Sintió una punzada de dolor atravesarle el pecho, sus manos temblaban al igual que sus piernas, cauteloso empujo la madera de aquella puerta que lentamente se oscurecía ante sus ojos. Era una habitación prácticamente vacía con un solo mueble, una mullida cama ocupada por dos personas, las sabanas de color blanco y gris se encontraban desechas bajo el cuerpo de un chico de cabellos ocurso y desordenados quien gemía fuertemente mientras era sometido por otro chico de cabellos platinados.

-"No" –fue lo primero que pensó, su voz no salía y su cuerpo permanecía estático en su lugar viendo claramente la escena –"Esto...esto no puede...estar pasando" –se negaba mientras el dolor crecía en su pecho.

Las pequeñas manos del azabache en comparación a las del peli palta se aferraron a los hombros de este mientras sus piernas se aferraban a las caderas del mayor, los ojos negros nublados de placer veían perdidamente a los orbes color plata del contrario.

-Mmhh~ S-Shin-Shinsei~ -jadeo llamando al peli palta mientras enredaba una de sus manos en los plateados y ahora desordenados cabellos.

-Eres tan cálido Ayano~–elogio este mientras daba una estocada más agresiva haciendo que la espalda del menor se arqueara restregando su miembro con el abdomen del mayor.

-"N-No quiero...No quiero ver...¿Por qué...sigo viendo?" –se preguntaba angustiado, sentía temblar su cuerpo pero no podía moverse, no podía hablar, ahora todo lo que siente son las lágrimas correrle por sus mejillas constantemente.

Callo seco sobre sus rodillas temblando, le dolía ver aquello, le dolía ver como Ayano estaba gimiendo abrazando la espalda del otro. Dolor mezclado con odio, odio al ver como Shinsei con una sonrisa maliciosa y los ojos clavados en su persona aumentaba el ritmo y las palabras obscenas que le dedicaba al menor, todo dándole miradas divertidas y mal intencionadas dañándole aún más.

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Grito al verse despierto levantándose removiendo las sabanas de golpe y sentándose en su cama. Estaba en su cama, en su cuarto con el despertador marcando las cuatro y veinte de la mañana, llevo sus manos a su rostro tratando de calmarse ¿estaba enojado?¿triste? no lo sabía, sentía su cuerpo temblar y algunas lágrimas asomarse por sus ojos.

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-Cuídate amor~ –dijo su madre despidiéndole con una suave y agradable sonrisa.

-Adiós –dijo el menor seco como siempre lo había hecho.

Salió de su hogar con su maletín colgando y las manos en sus bolsillos, continuaba molesto ante el reto de ayer y estaba más que dispuesto a aceptar, pero sería suicidio no tenía la fuerza ni la habilidad en pelea, era bueno empuñando un cuchillo o cualquier objeto con el que pueda arrasar y destrozar pero pésimo en un combate cuerpo a cuerpo, los que ya había tenido eran mera suerte.

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