NO DEBERÍAS HABER ENTRADO

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Dos horas después de mi comida con mi nueva amiga Em, una chica despampanante se paró enfrente de mi escritorio.

-¿Desea algo? -le pregunté con mi mejor sonrisa al ver que no decía nada.

-Si. Vengo a ver a Derek y me dijo que primero tenía que preguntarte a ti para poder entrar. Por si está ocupado -menudos taconazos qué llevaba. Normal que me sacara una cabeza.

-No, ahora mismo tiene la agenda vacía. Permítame que le acompañe -la llevé al despacho. Toqué suavemente y abrí la puerta, dejándole espacio a aquella chica para que entrara- Señor Traynor, aquí le dejo a la señorita... -la miré para que respondiera por mí diciendo su nombre, ya que no lo sabía.

-Jessica -mostró sus blancos dientes a Derek.

-Te estaba esperando -se levantó tranquilamente del asiento y vino hacia nosotras- Gracias señorita Watson, ya puede volver a su puesto -ni siquiera me miró, ¿este de qué iba? ¿Encima volvía a tratarme de usted?

-Por supuesto -y salí de allí echando humo.

Eran ya las ocho, y seguían allí dentro. Dos horas allí y tan siquiera habían salido para coger un café. Mi horario acababa justo a esa hora y antes de irme tenía que dejarle los informes que había hecho a lo largo del día a Derek Traynor.

Ya que su teléfono había sido desconectado para que no le molestaran, tuve que ir yo misma sin poder avisarle de mi visita.

Toqué la puerta pero no me contestó. Cuando toqué la cuarta vez y ví que no había respuesta, abrí la puerta del despacho encontrándome con una escena un tanto anormal.

Derek sostenía el cuerpo de Jessica, que yacía blanco en sus brazos con sangre cayéndole por el cuello. Cuando Derek me miró, sus ojos rojos me escrutaron. Bajé más la mirada y en la comisura de sus labios detecté sangre goteando de unos grandes colmillos.

Dí media vuelta y salí de allí corriendo. No me paré para coger mis cosas de la mesa. Cogí mi bolso al vuelo y gracias a mi buena suerte, no tuve que esperar al ascensor ya que estaba en la misma planta que yo.

Recorrí el parking del edificio lo más rápido posible para subirme al coche y alejarme de aquel ser que era mi jefe.

Entre pitos y frenazos por parte de otros coches por mi culpa al ir tan acelerada, a los diez minutos estaba en mi casa.

Cerré la puerta de mi chalet con llave y cerrojo, sintiéndome, aún así, insegura. Y ¿por qué? Me había visto, si, pero no vendría a por mí ¿no?

Sonó el teléfono de casa y salté del susto. Suspiré al darme cuenta de que sólo era el teléfono.

-¿Diga? -lo cogí sentádome en el sofá y quitándome el pelo de la cara.

-Soy Adri -la voz de mi mejor amigo me hizo sentir más en casa- Acabo de salir del hospital. Ya sabes, tengo que ir al curro. He hablado con el médico y dice que las pruebas están yendo bastante bien. Le dan el alta mañana por la mañana -por fin una noticia buena en lo que llevaba de día.

-Gracias a dios -apoyé la cabeza en el sofá- No sabes cuanto significa para mí que hayas estado allí con mi hermano.

-Ya sabes que es como un hermano para mí. Te dejo que voy conduciendo -y colgamos.

Encendí la televisión para llenar el vacío de la casa. Desde luego que se notaba la ausencia de mi hermano.

Las luces de la casa comenzaron a parpadear. Rezé porque no se apagaran, ya que mi miedo por la oscuridad era inaudito. Menos mal que tenía mi móvil entre las manos para encender la linterna cuando la casa se quedó a oscuras.

Fuí corriendo al contador y subí la palanca para hacer que la luz volviera. Una vez hecho, volví al salón, encontrándome con la "persona" de la que salí huyendo de la empresa.

-No... -comenzé a andar despacio hacia atrás. Sus ojos rojos me daban miedo, y por no deciros de los colmillos.

-No deberías haber entrado -se aproximó a mí.

-Yo creía q-que no me escuchaba, llamé pero no me contestó -sollozé- Por eso entré -me cubrí la cara sin saber como protegerme. Lo tenía tan cerca que no tenía por donde irme.

-Has visto lo que soy -me obligó a apoyarme en la pared- ¿Qué es lo que soy? Dímelo Karen -me susurró.

-U-un vampiro... -no quería destaparme la cara y ver ese rostro. Me daba demasiado miedo.

-¿Sabes la razón por la que cambio tanto de secretarias ahora? Todas acaban descubriendo mi secreto y no puedo permitir eso. Tengo una doble vida, y esta no debe quedar marcada por mi vida vampírica. Así que, tengo que librarme de los posibles estrobos -me quitó las manos de la cara y me las sujetó por encima de mi cabeza.

-No... Nunca diría nada. Se lo prometo. Lo guardaré como si fuera mío -dije temblando. Él comenzó a reírse.

-No pienso arriesgarme -miró mi yugular y se pasó la lengua por sus labios manchados de sangre- Al principio te dolerá, pero luego entrarás en una fase de placer que hará que no te enteres de que te estás muriendo -cuando hizo el amago de acercarse a mi cuello, le metí un cabezazo y una patada en sus partes íntimas, pudiendo soltarme.

Corrí a la puerta principal, pero no pude llegar a ella, ya que me enganchó del brazo y caímos al suelo. Él arriba y yo abajo.

-Eres una estúpida -dijo con voz de ultratumba- Ahora pienso matarte dolorosamente. No sentirás ningún placer, sólo dolor -e hincó los dientes en mí.

-Mi hermano... No tiene a nadie más... -conseguí decir antes de que el dolor se incrementara y me obligara a cerrar los ojos.

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Iba a continuar, pero tengo ganas de ser mala y os voy a dejar con la duda hasta el siguiente capítulo.

EN BUSCA DE MI ESCLAVA DE SANGRE (2ª PARTE DE "ESCLAVA DE SANGRE") Donde viven las historias. Descúbrelo ahora