'Capítulo 39'

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Los latidos de mi corazón suenan al compás de cada escalera que subimos, rápidos.
Ethan está sin aliento al llegar, como yo.

Todo es tan frío y a la vez tan cálido...

Este no es un momento muy indicado realmente para recibir a Seth, tampoco nosotros estamos preparados, pero es algo que agradecería con mi vida entera.
Pero ¿y si vuelve a casa hoy mismo? ¿cómo le contaremos que nos vamos a poner en peligro de muerte en solo 24 horas?
Todo se hace tan complicado en mi cabeza...

Los doctores entran y salen en la habitación de Seth con papeles en las manos, Ethan intenta entrar varias veces pero no se lo permiten. Al cabo de una hora, Smith aparece con una cara sonriente, indicando que trae noticias estupendas.

—He conseguido alguna información que creo importante para ustedes.

—Dime Smith. —Contesta Ethan.

—Las pruebas están yendo de maravilla y hay mucha probabilidad de que el señor Rush abandone hoy mismo este hospital para volver a casa.

—Gracias Smith. Pueden ir a comer.

—Con permiso.

Sale de la sala de espera seguido de Darry y yo vuelvo a mi asiento.

—¿Seth Rush? —Nos llama una enfermera y ambos nos levantamos rápidamente. —El paciente ya está listo para recibirlos y dejenme decirles que en muy buenas condiciones. Hoy recibirá el alta médica. Buenas tardes.

La enfermera se retira dejando a Ethan corriendo hacia la habitación de Seth, delante de mí.
Me quedo observando desde el umbral de la puerta como mi hermano corre a abrazar a su amigo y como contienen los dos alguna que otra lágrima, por lo que tengo que contenerme yo también.
Todo es tan bonito y a la vez tan confuso.

—Seth tío, no vuelvas a hacer eso.

—¿Dónde está Chelsie?

¿Acaba de preguntar por mí? Tan solo verle y la primera cosa que le pregunta es que dónde estoy yo. Una pequeña luz se enciende dentro de mí, haciéndome creer que quizás sí le importo realmente y me ilusiono notoriamente. Mi hermano seca una pequeña lágrima que amenaza con salir de su ojo derecho y me mira.

—Chelsie, acercate.

Obedezco y se me escapa una risa nerviosa, cosa que hace que Ethan me mire con los labios fruncidos. Seth alarga el brazo para acariciar mi mejilla.

—Veo que quieres hablar con ella... Vale. Os dejo solos, pero tened cuidado que volveré en un rato.

¿Ya está empezando a ejercer de hermano mayor celoso?

—Hola otra vez, preciosa.

—Hola Seth.

—¿Qué te pasa? No recuerdo a la Chelsie distante que acaba de venir a visitarme.—Se incorpora para sentarse a mi lado en el borde de la camilla, haciendo una mueca de dolor.

—Nada. Osea, nada contigo. Es decir, mis cosas, ya sabes...

—Dime lo que te pasa... ¿No me has echado de menos? —Agarra mi mejilla haciéndome subir la cara para mirarle. Me invaden unas ganas tremendas de acercarme a él y besarlo. Pero no, no puedo. Tengo que contener mis impulsos primarios y ponerme seria.

—Claro que te he echado de menos, creo que esa es la cuestión. Que me acostumbré a vivir sin ti y con todo esto tan repentino, estoy confusa, nada más.

—¿Tiene algo que ver con lo que has dicho antes sobre Hugo?

—¡No! Osea sí... Quiero decir que no, Hugo no tiene nada que ver pero...

—Ya está, no digas más, creo que todo ha quedado bastante claro.

—¿Qué quieres decir?

—Nada. Solo que al despertar aquí y ser consciente de todo, creía que te iba a hacer más ilusión todo esto. Yo supongo que he estado mucho tiempo ahí dormido y creía que tú me habías estado esperando todo este tiempo. Toda esta mierda también es nueva para mí, yo tampoco quería estar así, realmente he estado ilusionado cuando he sentido tu mano acariciando mi mejilla, te lo juro. ¿Y me vienes con esto? No puedo entenderte.

—Seth no puedes hacerte el ofendido cuando realmente no sabes nada. He venido aquí casi diariamente por cuatro semanas aguantando saber que no buscabas nada real en mí, aguantando que la gente me dijera que solo me buscabas para un rato, aguantando todo... Pero aún así, no me importó, he venido todos los putos días a oírte respirar y a contarte como me había ido el día, poniéndome en peligro para poder ver que seguías vivo. Todo eso lo he vivido yo, al fin y al cabo tú no sentías nada, ningún dolor. Y me duele que te ofendas porque no he estado esperándote como una tonta. Porque dejé de ser una tonta cuando descubrí tus verdaderas intenciones. Y también me duele que esta sea la manera de recibirnos después de tanto tiempo.

—Siento decirte que sí, que me importabas y todas esas mierdas que piensas están equivocadas, no sabias nada, ni siquiera te molestaste en preguntarme a mí principalmente, cosa que me hace pensar que soy yo el que no te importo. Pero, ¿sabes qué? Da igual, tienes razón, no tenías que serme fiel. ¿Quieres a Hugo? Ve con Hugo, está bien, ojalá seáis felices.

—Lo siento, pero me voy, no puedo más. —Me levanto y me dirijo a la salida sin volver a mirarlo. No quiero irme, pero tengo que arrancar ya este sentimiento del pecho.

—Y que sepas que a mí también me duele que me recibas así.

No le contesto, simplemente salgo de la habitación encontrándome con Ethan y con mi corazón en un puño.

—Et... ¿Puedo volver a casa? Necesito descansar. —Me mira raro un segundo, pero sé que me entiende.

—Está bien. Busca a Darry y que te lleve a casa, más tarde volveré yo con Smith.

—Gracias. —Besa mi cabeza y yo aguanto mis ganas tremendas de llorar, con ese sabor amargo en la boca.

Una vez en casa, me pongo lo más cómoda posible y Helena llega a los pocos minutos, justo a tiempo para hacer el almuerzo.
Me abraza al ver mis ojos rotos por la decepción y le cuento todo lo que ha ocurrido.

—Hija, esto es algo complicado... Creo que lo que te pasa es que estás algo confusa.

—¿Confusa?

—Cuando te dijeron todo eso sobre lo que Seth sentía, te dió tanta rabia que quisiste olvidarte de él tan rápidamente que lo único que has hecho ha sido engañarte a tí misma. Buscaste todo el cariño que te faltaba por parte de Seth en el desarmado de mi hijo, aunque todavía no sepas lo que sientes por él. Y eso te ha afectado, pues nunca nadie podrá ponerse en el lugar donde estuvo Seth por mucho daño que te hagan. No estés triste, arregla las cosas con él, y dejalo todo claro con Hugo antes de que sintáis cosas y salgáis dañados alguno de los dos.

—Muchas gracias Helena... No sé qué haría muchas veces si no fuese por mí.

—No hay por qué darlas cariño. Si necesitas algo estoy en la cocina.

No siento ganas de absolutamente nada, como algo de lo que ha hecho Helena y me despido de ella tras decirme que ha dejado suficiente comida para dos personas en el frigorífico.

Todos mis sentimientos son un tanto contradictorios, la razón está en Hugo y el corazón en Seth. Y aumenta mi depresión al recordar que quizás no volvería a ver a ninguno de los dos a artir de mañana. Me rompo en un llanto silencioso, tumbada en mi cama y con la cabeza arropada entre las sábanas.

EN PELIGRO (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora