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Anastasia:

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Anastasia:

-¿Qué dijo el doctor?- Christian me sonrio tras cerrar la puerta.

-que tú y tu madre ya fueron dadas de alta. Le pedí a Taylor que llevará a Carla y Anel a casa.

-bien. Debo cuidar de ella- por poco y me pongo de pie con toda la inteción, si no fuera porque él lo impedio.

-eso dijo ella que dirias, así que debo informarte que Taylor ya se las ha llevado y yo seré el encargado de tu bienestar una vez fuera del hospital

-¿Qué? - gruño con desespero.

-debes cuidar de ti misma y de blip, testaruda- me hace una calada. Esta desvariando, puedo hacerlo.

-no soy ninguna blandengue- cuestioné.

-se que no lo eres. Piensa en ti por una vez en la vida- tal...¿por esta vez?. Siempre he cuidado de los demás excepto de mi misma realmente. Ahora creo que necesito vacasiones.

-vale

El muy descarado sonrie por el logro de haberme persuadido.

-aún sigue en pie el viaje.- se escucha más como una afirmación que como una pregunta.

-¿Qué viaje? Pense que era una broma

-lo que sale de mi boca nunca es broma Anastasia- dijo con severidad.

-¿entonces todo lo que me dijiste al principio de nuestra relación es verdad?- aquella pregunta salio de forma inesperada, necesitaba una respuesta pero tampoco deseaba oirlo.

-si- intenté que esa respuesta no me afectará pero se supone que mi corazón siempre se le ocurre llevarme la contraria.-...antes. Ya sabes mi respuesta.

-no lo creo- dije con un pistillo de broma.

Él hombre frente a mi apoya el peso de su cuerpo en la cama, me quita la sabana de encima y me agarra de los muslos totalmente desnudos, no juzgo al solo llevar esa odiosa bata que le ponen a los pacientes y termino rodeando su cadera con mis piernas. Este se inclina y apoya su nariz en la mía. Su cercania me convierte en una niña pequeña e indefensa con una boca insolente.

¡Me cago en Dios!

Roza mis labios con su lengua.

¡Joder Jesucristo!

Muerde mi labio inferior.

¡Puta madre!

Repasa con su lengua mis labios y no puedo soportarlo más, lanzo mis brazos alrededor de su cuello y abro mi boca implorando el paso de su lengua. Es esto uno de esos momentos en los que deseas tener branquias para no poderme separar de él jamás.

-debe ser un pecado tenerte tantas ganas- gruñe en mi boca.

Sonrio...¿cuanto no he sonreido? Si cada vez que pienso en él una sonrisa se apodera de mi existencia, tendré que pensar seriamente la posibilidad de crear una fabrica de sonrisas, y regalarle una a cada persona que me sorprenda pensando en él.

Eres Mia Y Mi Destino © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora