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-no lo hagas

-¿no hacer qué?

-eso

-¿Qué es eso?

-eso

-no se de lo que hablas

-como si hablara en chino-coloque mi dedo en su nariz.

-cuando mueves tu nariz así pareces Samantha Stephens.

-¿Quién?- como alguien como ella que lee sin reparos no sabe de una serie famosa de los sesenta.

-la hechicera. De la serie hechizada, mi madre la veía todo el tiempo con mis hermanos. ¿No ves televisión?- creo que me salió fuera de tono esa pregunta.

-no cuando tengo lo único que me gusta. Los libros.- deja de fruncir el ceño y sonreí cuando chillo como una adolescente.

-¿y a ti te gustaba?

-nunca me gusto

-entonces me comparas con una serie televisiva que te desagrada. Vaya- pone los ojos en blanco.

-no me refería a eso-dije alarmado de que nuestro almuerzo acabara mal. Todavía sigo molesto por su ingenuidad y las manos de aquel maldito degenerado. Por unos minutos estuve a punto de destruir todo, de mandar al diablo todo por pensar que Anastasia sea capaz de engañarme. El susto no se me ha pasado y comprendí cuando vi el sobre, el que reconocí de inmediato uno de mis tantas malas decisiones.- me refiero a que era una de las pocas cosas que me gustan de ella, cada vez que sacudía la nariz algo loco y sorpresivo pasaba. Es por eso que cada día me sorprendes. Además Carla se parece mucho a Endora, la madre de Samantha era toda una bruja y literal...-deje las palabras al aire y ambos nos reímos a expensas de podríamos sufrir un sartenazo si su madre si se enterara.

Traen la comida y de nuevo sorprendido por su gran destreza al comerse tres platos distintos en las dos horas que tenemos de estar aparentemente almorzando.

-eres una glotona

-me encanta y vale la pena cometer gula-lo dijo con un destello pícaro.

-si comes así no crees que enfermaras a blip-destaque y al parecer se molestó dejándomelo claro cuando aparto el tenedor y puso sus brazos sobre la mesa.

-él/ella es como su madre. No te metas-refunfuña alejando el plato de lasaña y colocándolo sobre el plato que traía Nidi di rondine (enrollados de lasaña) y prosiguió con una ensalada de rúcula, gorgonzola y manzana. Yo me entretenía viendo saborear y meterse tanta comida a la boca, parecía una cerdita hermosa sin importarle que la pareja de alado nos observaba.

-está embarazada- le conté a la pareja y la joven asintió feliz.

-lo suponía. Tenemos tres hijos

-¿tres?-pregunto Ana con la boca llena

-sí. Son un dilema pero es lo más hermoso que le pueda ocurrir a una mujer-ambas mujeres quedaron añorando al techo del restaurante y el esposo de la joven se dirigió a mí.

-dile adiós al sexo amigo-agrega con preocupación y su esposa le escucha y le da un golpe en la cabeza.

-deja de decir tonterías. ¿Me amas?

-te amo

-entonces te aguantas Gus-asevero y nos sonrió para volver a su comida.

Al pagar la cuenta salimos a por el auto.

Eres Mia Y Mi Destino © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora