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9. ¡Fiesta en el muelle!:

Llegamos al hotel, cada una de fue a su habitación, tomé una dicho para quitar lo restos de sal y arena de mi cuerpo y me vestí. El conjunto estaba formado por un pantalón corto de terciopelo granate y una camiseta negra de ACDC acompañado por unos tacones de Burberry de diferentes colores que me gustaba usar para las carreras.

Esperé a Beth en su habitación, cuando salió del baño me quedé pasmada, mi amiga se había colocado el conjunto que compramos hace un par de días que estaba compuesto por un pantalón corto de tiro alto negro y una camisa preciosa que formaba una especie de olas a la altura del pecho, para acabar el look había decidido adornar sus pies con unas sandalias con pedrería en el tacón de Dolce & Gabbana.

Esperé a Beth en su habitación, cuando salió del baño me quedé pasmada, mi amiga se había colocado el conjunto que compramos hace un par de días que estaba compuesto por un pantalón corto de tiro alto negro y una camisa preciosa que formaba una es...

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- Beth vas guapísima - le dije acercándome a ella para arreglar su desaliñado cabello.

- Gracias, tú también cariño. - Se sentó en la cama para facilitarme el trabajo.

Cinco minutos después su pelo estaba recogido perfectamente en una coleta alta que dejaba ver los reflejos más oscuros de mi rubia amiga. Yo por el contrario había decidido dejar mi cabello suelto, dejando que algunas hondas se deslizaran por mis hombros.
Nos metimos en el ascenso y esperamos a que los chicos llegará. Cinco minutos más tarde un Maserati negro.

- Que preciosidad - me dijo Beth con la boca abierta.

- Cierra la boca que estoy viendo tu baba bajar por la barbilla - le dije riéndome a carcajadas.

- ¡¡Como para no hacerlo, si tenemos en nuestras caras un Maserati y encima negro!! - me soltó elevando los brazos.

- Esta bien, vayamos con los chicos antes de que los asesines y te lleves el coche. - Le dije mientras caminaba en dirección al coche.

Tom, el que nos había invitado a jugar a voleibol en la playa y parecía ser el jefe del grupo, conducía el coche, cuando bajó las ventanilla del conductor no escaneo de arriba a abajo con sus ojos marrones.

- GUAU, estáis preciosas chicas. - Los demás asintieron sin despegar la vista de nuestros cuerpos, serán cerdos, concordando con el comentario de su amigo.

- Gracias - le dijo Beth - cuando quieras podemos irnos.

Me cogió de la mano y me dirigió al Ferrari aparcado delante de la puerta del hotel.
El coche de los chicos iba el primero, puesto que eran ellos los que conocían el lugar.

Después de medía hora, su auto se detuvo cerca del mar, supuse que ya habíamos llegado porque mencionaron algo de que la fiesta era en el muelle. Apagué el motor y salí del auto con mi amiga pegada a mis talones.

Esto no era ni de lejos lo que había imaginado: el lugar estaba lleno de autos lujosos y costosos, la gente aglomerada por grupos en los capos de los coches bebiendo, riendo y bailando al ritmo de la música que salía desde los altavoces. Este ambiente me recordaba tanto al de las carreras.

Dulce Provocación #DPDonde viven las historias. Descúbrelo ahora