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11. El agua te lleva a prisión:

Podría pasarme el resto de mi vida observando las preciosas vistas que se me ofrecían desde la ventana de mi habitación, podía ver prácticamente toda Venecia, lo lejos se apreciaba el tejado de la Basílica de San Marcos, situada en la plaza con el mismo nombre, el Gran Canal era lo que ocupaba la mayor parte de las vistas, con aguas cristalinas en las que las góndolas provocaban pequeñas olas haciendo que brillaran con la luz del sol.

La puerta se abrió dejando ver a una muy emocionada Beth.

- ¿Has visto las vistas? - pegaba saltitos de lo emocionada que estaba.

- ¡Si, son increíbles! - dejé que una enorme sonrisa hiciera acto de presencia en mi rostro - deberíamos bajar a descubrir Venecia.

-¡SI! - dio palmaditas y se fue a su habitación a preparase para salir a descubrir lo que Venecia tenía guardado para nosotras.

Me dí una ducha, me coloqué un vestido ajustado de rayas negras y blancas y encima opté por una suéter fino blanco, me eché rímel y un poco de colorete para dar color a mi cara pálida. Cogí las llaves y el móvil y las metí en un bolso negro de Chanel.

Al salir de la habitación choqué con Beth, llevaba puesto un pantalón largo vaquero de tiro alto con un suéter corto negro, su pelo estaba suelto y caía sobre aus hombros hasta llegar unos dedos más arriba de su cintura, mientras que el mío era corto y apenas rozaba mis hombros.
Juntas bajamos en el ascensor y salimos por la puerta principal del hotel.

Era un día triste, el sol amenazaba con salir pero las nubes se adelantaban dejándolo en segundo plano.

- ¿Dónde vamos? - cuestionó Beth.

- Donde tu quieras, podemos montar en góndola y dar un paseo por toda Venecia si quieres. Es tu viaje, tu decides.

- Esta bien, vayamos a buscar una góndola.

Nos cogimos del brazo y empezamos nuestra búsqueda.

Media hora mas tarde habíamos recorrido todos los callejones oscuros y no había rastro de ninguna góndola, para colmo las nubes habían adquirido un tono grisáceo dejando entender que caería un chaparrón.

Cansadas de buscar decidimos dar la vuelta, justo al pasar una esquina vimos un embarcadero.

- ¡Esto tiene que ser una coña! Llevamos mas de media hora buscando un justo cuando nos rendimos aparece.

- No seas reguñona - dijo mi mejor amiga cogiéndome del brazo y llevándome al embarcadero.

Pagamos una góndola, para nada barata, regateando con el gondolero que nos la dejó a un precio muy bueno, es lo que tiene tener una amiga como Beth que sabe como ganarse a los tíos parpadeando un par de veces con sus largas pestañas.

Durante todo el viaje estuvimos haciéndonos fotos y jugando entre nosotras.

La cabeza loca de Beth no tuvo mejor idea que cargar su mano con agua del canal y tirármela encima

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La cabeza loca de Beth no tuvo mejor idea que cargar su mano con agua del canal y tirármela encima.

- ¡Joder Beth ahora voy a oler a rana!

- No seas quejica si te he refrescado y tu ni me lo agradeces.- Y soltó una sonora carcajada.

- Estamos a quince grados, no necesito que me refresques ¡porque bastante refresca estoy ya! - de un empujó la tiré al canal, se lo merecía por haberse metido conmigo, nadie se mete con Em McAdams y sale ileso.

- ¡¡¡Emily McAdams!!!- dijo saliendo del agua y subiendo de nuevo a la góndola. El gondolero no dejaba de reírse de las cosas que hacíamos y no lo culpaba si yo estuviese en su lugar también estaría riendo como una foca retrasada con asma.

- Dime Bethany Collins

- Ayúdame a subir que no puedo me resbalo con la madera - tendió una de sus manos en mi dirección, sabía desde el principio lo que intentaba hacer y le seguí la corriente. Al sujetar su mano ella tiro con fuerza hacia atrás provocando que cayera al agua, estaba fría a pesar de ser verano y si no salíamos de allí acabaríamos congeladas y vendidas como hielo en un supermercado italiano.

- ¡Beth te voy a matar!, como no salgamos de aquí pronto acabaremos con hipotermia.

El gondolero nos ofreció su ayuda pero se la denegamos al darnos cuenta que junto a la orilla había unas pequeñas escaleras que conducían a tierra firme.
Nada más terminar de subir las escaleras un guardia nos esperaba, nos miraba con cara seria y con el ceño fruncido, movió su bigote y empezó a hablar en italiano. Nosotras nos mirábamos sin entender una sola palabra de las tantas que salían por la boca del guardia, el gondolero se percató de ello y nos resumió todo lo que había dicho.

- Está prohibido bañarse en el canal por tanto tendréis que pasar una noche en prisión.

Beth abrió tanto la boca que temí que la pisara con sus pies, sinceramente no me sorprendía nada lo que nos acababa de comunicar el guardia porque antes de subir a la góndola había leído en un cartel que estaba prohibido bañarse.

- Beth - dije tocando su brazo para que volviera en si, se giró y me miró con miedo en sus ojos grises - no te preocupes, mamá nos sacará de aquí.

- ¿Y que pasará cuando tenga que buscar trabajo y no me contraten por antecedentes penales?

- Mamá arreglará todo y no quedará ni rastro de este incidente en tu expediente.

- ¡¡¡Si no me hubieses tirado al agua nada de esto habría pasado!!! - empezaba a perder los papeles y me gritaba como nunca antes lo había hecho.

- ¡¡¡Solo pretendía pasarlo bien!!!- dije perdiendo la cabeza al igual que ella, el guardia nos miraba dudoso de si debía entrometerse o no.

- ¡¡¡Tu solo piensas en pasarlo bien, ese es el problema!!!

Era la primera vez que nos gritábamos de esa forma, decidí cerrar mi boca y dejar que el guardia nos llevara a prisión.

Cuando llegamos se nos concedió una llamada a a cada una y yo llamé a mamá.

*inicio*

- Mamá tengo que pedirte una cosa.

- Dime cariño - bien, por lo menos estaba de buen humor.

- Necesito que nos saques a Beth y a mi de la prisión.- por un momento al otro lado de la linea no se escucho ningún ruido, si no fuera por el sonido de la respiración hubiese pensado que mamá me había colgado.

- Esta bien hija déjame que haga un par de llamadas y en cuestión de minutos estaréis fuera.

- Gracias mamá.

*fin*

Sabía que estaba enfadada conmigo por haberla metido en mis problemas pero no me quedaba otra que hacerlo si quería salir de allí cuanto antes.

Volví a la celda y comuniqué a Beth lo que había hablado con mamá, ella simplemente me dedicó un asentimiento con la cabeza y se giró para no mirarme más.

La había cagado y no sabía como solucionar el problema, tendría que pensar rápido antes de que mi amistad llegara a su fin.

Dulce Provocación #DPDonde viven las historias. Descúbrelo ahora