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32- ¿Qué quieres de mi?:

Con ayuda de Tobias subimos a Ian al coche. Sin perder más tiempo arranque una vez que todos estuvimos dentro.

La tensión, la preocupación, la impaciencia... Todo era capaz de palparse sin demasiado esfuerzo en el interior.

Stefan iba a mi lado, sujetando mi mano, la cual iba colocada sobre las marchas, intentando que mis nervios disminuyeran. En la parte trasera se encontraban Mark, que sostenía a Beth sobre sus rodillas; Ian que descansaba la cabeza en el hombro de su amigo; y Tobias, que se encontraba perdido en el paisaje que se presentaba sobre nosotros aquella noche, buscando calma en mitad del maldito caos en el que estábamos viviendo.

En la entrada del hospital nos esperaba un grupo de enfermeras y una camilla. Cuando Ian estuvo perfectamente colocado sobre ella, se lo llevaron lo más rápido que pudieron al interior del imponente edificio que se alzaba sobre la oscuridad.

Habían pasado al menos dos horas desde que habíamos llegado y desconocíamos cualquier información sobre su estado. Desesperados, era la palabra perfecta para describir como nos encontrábamos. La sala de espera era cada vez más agobiante y reducida, parecía encoger con cada minuto que pasábamos sentados en las incómodas sillas de madera. Por nuestro organismo circulaba más cafeína que sangre, causando que no consiguiéramos calmar los nervios. Mark recorría la habitación pasando desesperado las manos por su cabeza. Beth había dejado de insistir en que se calmara y se encontraba mirando al exterior por la gran ventana. Stefan y Tobias hablaban de un tema que no llamaba para nada mi atención. La cabeza me dolía horrores y daba vueltas a causa del cansancio, la dejé descansar en la banca pared en la que se encontraba apoyada la silla y cerré los ojos dejando que el sueño que había estado conteniendo me arropara entre sus preciados brazos.

Sentí una mano que acariciaba y zarandeaba con cuidado mi hombro para que despertara. Lo primero que vi al abrir los ojos fue la cara de Stef con una sonrisa forzada dibujada y con un café extendido en mi dirección. Lo tomé sin demasiadas ganas y le di las gracias en apenas un susurro para después continuar sumida en mis pensamientos. Que en el hospital tardaran tanto tiempo en comunicarnos noticias de Ian no parecía ser una buena señal, habíamos dejado de insistir a las enfermeras que circulaban por el lugar que nos comunicaran algo, por muy pequeño que fuera, pero se negaban a hacerlo dejándonos desconcertados e intranquilos.

Cuando habían pasado al menos cinco u seis horas un cirujano recién salido de la sala de operaciones se adentró en la sala de espera con una carpeta entre sus manos, alzó la cabeza, miró en nuestra dirección provocando que todos nos levantáramos y comenzó a hablar.

- ¿Son ustedes familiares de Ian Smith?- Alzo una ceja al terminar la pregunta, dándonos autorización para responder. Por inercia agarré la mano de Beth, y esta a su vez sostenía el brazo de Mark para brindarle apoyo en aquel decisivo momento. Mark fue el primero que abrió la boca, dio un paso al frente y ofreció su mano a modo de saludo al cirujano. Este lo tomo cortesmente y dejo que Mark hablara.

- Somos sus amigos.- Giró la cabeza hacia nuestra dirección y poco después volvió a centrar su mirada en la persona situada frente a él.- ¿Sabe alguna noticia de Ian?-Preguntó dudoso.

- Ian esta estable.- Nada mas oír esas palabras pareció que el aire que conteníamos en nuestros pulmones salia de forma segura y hasta la sala de espera pareció hacerse mas grande y luminosa.- Ha recibido fuertes golpes en las costillas, que le han causado una hemorragia interna, pero se recuperará en un par de semanas.- Nos sonrió.- Podría haber sido peor, este muchacho ha tenido mucha suerte.-  Asentimos con la cabeza haciéndole saber que opinábamos lo mismo.- Podéis pasar a verle si lo deseáis.- Cerró la carpeta y nos guió a la habitación de Ian.

Mark fue el primero en entrar, estuvo al menos media hora charlando con él, cuando salió dirigió la mirada hacia mi y mostró una sonrisa tímida.

- Ha preguntado por ti.- Sus palabras me desconcertaron pero asentí sin pensarlo demasiado.- Quiere verte. - Mis manos temblaban y sudaban de los nervios, no tenía la menor idea de lo que Ian quería de mi pero tampoco iba a esperar mucho para averiguarlo, me acerqué a la puerta que minutos antes había cerrado Mark y toque suavemente con los nudillos sobre la madera. Nada mas golpearla una voz ronca se oyó del otro lado. Abrí cuidadosamente la puerta y la cerré dejándola a mi espalda. Estaba vendado por el costado y su aspecto dejaba mucho que desear, piel pálida debido a la perdida de sangre, pero aún así se veía casi tan bien como solía hacerlo. Se podía notar la incomodidad en el ambiente, ninguno de los dos decía nada, simplemente nos limitábamos a mirarnos a los ojos y comunicárnoslo todo sin necesidad de abrir la boca. Después de unos segundos Ian dirigió la mirada hacia la silla situada junto a la cama dándome permiso para que me sentara en ella. Cuidadosamente y sin prisa me acerqué hasta el borde de esta un fui bajando lentamente sin causar mucho ruido.

No se porque se nos era tan incómodo iniciar la conversación, quizás era por el descubrimiento de su secreto, el cual me había sorprendido al principio o tal vez era que realmente nunca habíamos tenido la suficiente confianza para hablar seriamente, puesto que siempre estábamos discutiendo. Pero el silencio era matador y necesitaba decir algo.

- Y... ¿Cómo estás?- Menuda estupidez, estaba mirándolo de arriba hacia abajo analizando todos los daños que le habían causado y solo se me ocurrió esa pregunta para romper el hielo.

- Muy buena pregunta.- Se mofó mientras jugueteaba con la sabana que cubría sus piernas. Parecía un niño indefenso, si no hubiese sido por que sabía a la perfección que en realidad no era así me hubiese lanzado a sus brazos para aportarle calor y bienestar. Su respuesta me había molestado, era él el que quería verme y solo tenía palabras chistosas para mí.

- ¿Qué quieres de mí?- Alcé los brazos esperando una respuesta de su parte, pero al ver que no había ironía en mi pregunta desvió su mirada hacia una mancha inexistente de la pared y guardó silencio durante un par de segundos dejándome ansiosa por saber su respuesta.

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Dulce Provocación #DPDonde viven las historias. Descúbrelo ahora