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12. Sexo, alcohol y droga:

Después de que nos dejaran en libertad sin cargos decidí darme una vuelta para ordenar todas las ideas que me rondaban por la cabeza.

Había pasado por mi habitación para asearme y cambiarme de ropa, decidí ponerme un vestido blanco de Valentino y en los pies me coloqué mis botas de Balenciaga.

Había pasado por mi habitación para asearme y cambiarme de ropa, decidí ponerme un vestido blanco de Valentino y en los pies me coloqué mis botas de Balenciaga

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La había fastidiado con Beth por la detención y no tenía ni idea de que hacer para que me perdonara. Esta vez era distinto, ella quería llegar a convertirse en una gran diseñadora de moda y una mancha en su expediente dejaba mucho que desear, a pesar de que mamá consiguió que la policía italiana nos dejara en libertad sin ningún cargo, Beth se negaba a perdonarme.

Sin darme cuenta acabé en la puerta de un bar, abrí la puerta y entre para sentarme en la barra.

- ¿Que te sirvo preciosa? - levanté la cabeza para observar al camarero, era un tipo de unos cuarenta y cinco años de tez morena y ojos verdosos, se podía apreciar su cuerpo tonificada, para tener esa edad no estaba mal. Si no fuera porque saltaba a la vista que era un pervertido me hubiera resultado hasta simpático, pero las miradas de lujuria que me lanzaba me daban ganas de saltar por encima de la barra y propinarle un buen puñetazo en su carita de italiano.

- Ponme un chupito de absenta.

- Joder con la princesita, empieza fuerte.

- Cierra la boca y sirvemelo o me acabaré yendo a otro lugar donde los camareros cierren la boca y se limiten a hacer su trabajo.

El camarero me dedicó una mirada de odio pero se fue por donde había venido para prepararme lo que le había ordenado. A los minutos volvió con un vasito que depositó en la madera donde yo estaba, lo cogí y me lo tragué de una sola vez dejando que la garganta me ardiera.

No sabía cuantos chupitos había consumido, no solo de ausenta sino de otras muchas cosas, la vista empezaba a emborronarse y no podía mantenerme recta por mucho tiempo, en el bar conocí a unos chicos que me invitaron a ir con ellos a una fiesta que se celebraba cerca del lugar, acepté sin darle muchas vueltas y dejé que me guiaran.

Al entrar a la casa el aire se hacía denso y se presenciaba el olor a marihuana y otras drogas, entré a la cocina y dejé que me sirvieran una cerveza en un vaso de plástico trasparente. Recorrí casi toda la casa hasta que me senté en un sofá rojo situado en una de las esquinas de la sala de estar. La gente estaba por toda la casa, algunos ya borrachos mientras que otros seguían bebiendo como si no hubiese un mañana. Un chico se sentó a mi lado pasando uno de sus brazos por detrás de la cabeza, lo dejé porque no tenía ni fuerzas para levantarme y la cabeza me daba vueltas, toda la habitación parecía dar vueltas y no ayudaba nada tener la música tan alta que los tímpanos empezarían a sangrar. Me levanté para ir al baño, subí las escaleras como pude y antes de poder cerrar la puerta alguien la empujó provocando que se volviera a abrir y yo perdiera el equilibrio cayendo al suelo, me levante despacio y me encaré con el gilipollas que lo había hecho.
Era el chico que estaba a mi lado en el sofá, levantó una mano para tocarme, intenté con todas mis ganas quitarla de mi camino pero era imposible parecía como si mi cuerpo no pudiese reaccionar a los movimientos que mi cerebro le exigía.

- No intentes nada princesita, mientras no mirabas he echado una pastilla en tu bebida, te tendré para mi solo. - Se acercaba cada vez más a mí, pero yo no era capaz de hacer nada para evitarlo, interiormente estaba temblando, si no conseguía quitármelo de encima sería capaz de hacerme cualquier cosa.
Au mano empezó acariciando mi mejilla.

- Tienes la piel delicada princesita.

Con cada palabra que pronunciaba se acercaba más a mi hasta que no hubo apenas espacio entre nosotros y empezó a tocarme por los muslos. No pude hacer otra cosa que ponerme a llorar, las lagrimas brotaban de mis ojos como cascadas, no podía contenerlas.

- No llores por mi, si lo estamos pasando pero que muy bien. - Sus dientes mordieron mi lóbulo.
Eso indicaba que volvía a ser dueña de mi cuerpo. Pero antes de poder hacer nada un chico irrumpió en el baño miró al chico y detuvo su mirada en mí.

- ¿Que pasa aquí?- preguntó sin cerrar la puerta detrás de nosotros.

- Nada capullo, vete de aquí- soltó el chico perdiendo la paciencia y cogiéndome del brazo haciendo que empezara a ponerse rojo por el apretón.

- Pues para no ser nada hay una chica llorando y a las chicas no se les hace llorar.

IAN POV's

Acababa de llegar a la fiesta que se celebraba en casa de uno de mis amigos, el cual se mudó aquí después de que su padre lo echara de casa.
La casa estaba a reventar de gente, todo el mundo iba borracho o le faltaba poco para estarlo y ni hablemos de lo drogados que parecían todos.
Este tipo de fiestas era aprovechado por tíos para drogar a alguna chica guapa y poder acostarse con ella sin que se le complicara el polvo.

Desde mi punto de vista era asqueroso, vale que yo era el típico capullo mujeriego que cada día tenia en su cama a una distinta pero drogar a alguien en contra de su voluntad era pasarse de la raya.

Me senté en el sofá de la esquina y esperé a que Francesca, una italiana despampanante con al que había tenido oportunidad de compartir cama, hiciera acto de presencia.
Después de dos cervezas y un par de chupitos Francesca apareció sentando en mi regazo.

- Hola bebe, cuanto tiempo- dijo al tiempo que pasaba su lengua por mi lóbulo.

- Hola Francesca, espérame en una de las habitaciones de arriba que necesito ir al baño y después seré todo tuyo. - Francesca se levantó a regañadientes y me obedeció.

Al subir las escaleras escuche sollozos procedentes del baño, sin previo aviso abrí de golpe la puerta dejándome ver a un capullo intentando propasarse con una chica que me resultaba familiar.

Era la chica de la carrera.

- ¿Que pasa aquí?- era obvio que sabía lo que pasaba pero no se me ocurrió otra frase para aquel momento.
La chica me dedicó una mirada suplicante, tenía el rímel corrido por todas sus rosadas mejillas.

- Nada capullo, vete de aquí- el chico cogí del brazo a la chica provocando que saliera una queja de sus labios.

Este tío estaba acabando con mi paciencia y nadie acaba con la paciencia de "El Mago".

- Pues para no ser nada hay una chica llorando y a las chicas no se les hace llorar- lo siguiente que hice fue lanzarle un puñetazo en toda la cara al imbécil, este cayó al suelo inconsciente. Dirigí mi mirada a la chica que ya estaba más calmada y se notaba en sus pupilas que el efecto del alcohol y la droga se había esfumado.

-Gracias - y sin más desapareció dejándome en el baño solo.

EM POV's

Es lo más raro que había presenciado en toda mi vida y eso que había visto cosas fuera de lo común.
El efecto del alcohol y de la droga había desaparecido a causa del estrés de la situación, el chico que había entrado había dejado al otro inconsciente de un solo golpe.
No me quedó otra que tragarme mi orgullo y agradecerle lo que había hecho por mí.
Salí corriendo de la casa llevando conmigo una botella de champan fresca. Me senté en el borde del canal, descorché la botella y empecé a bebérmela hasta que Morfeo me envolvió entre sus brazos.

Dulce Provocación #DPDonde viven las historias. Descúbrelo ahora