.17.

2.8K 101 2
                                    

17. ¿Por que no nos hacemos un tatuaje?:

Después de invitar a Beth a un helado de arcoíris acompañado de trocitos de Kit Kat por encima y decorado con ositos de goma decidimos irnos a casa a descansar.

Antes de cruzar las puertas del centro comercial, las cuales nos llevarían al exterior, Beth se paró en la puerta de una tienda de tatuajes.

- ¿Por qué no nos hacemos un tatuaje?- soltó de repente mirándome con ojitos de cachorrito.

- ¿Qué sugieres?- no me molestaba para nada hacerme un nuevo tatuaje, años atrás había decidido hacerme la anatomía de un corazón en el interior del brazo izquierdo. Cuando mi madre se enteró de lo que había hecho me amenazó con echarme de casa si no me lo quitaba, obviamente me negué y le expliqué el significado que tenía para mí aquel corazón abierto al que parecía que le iban a realizar una operación. Recuerdo exactamente lo que le dije:

- Simboliza que los monstruos también tienen corazón y pueden enamorarse.

Mamá entendió aquellas palabras a la perfección, sabía exactamente a quien me estaba refiriendo: papá.
Eso sí, me dejó bien claro que no quería que me hiciera más pues no era apropiado para nuestra clase social.

Beth volvió a hablar sacándome de mis pensamientos.

- Podríamos hacernos algo que simbolice nuestra amistad.

- Me encantaría- entrelacé mi brazo con el suyo y entramos a la tienda de tatuajes.
Al entrar la dependienta nos miró de arriba a abajo y nos mostró una sonrisa falsa.

- ¿Qué se les ofrece?- su tono daba a entender que no le gustaba nada su trabajo, era desganado y bajo y sus ojos no mostraban ningún sentimiento positivo.

- Queríamos hacernos un tatuaje. - Beth intentó que su voz sonara lo más agradable posible pero fue en vano, podría notarse a leguas el disgusto de mi amiga por como fue tratada.

- Esperen un momento, tengo que llamar al tatuador- y desapareció por la puerta corredera que se encontraba a unos pasos de distancia. Pocos minutos después apareció un hombre lleno de tinta y muy musculoso por la puerta.

- Soy Josh - extendió la mano en forma de saludo. Estaba segura de que no alcanzaba los veinticinco años, su cabeza rapada le daba un toque de maldad y vejez.

- Em - apreté su mano.

- Beth- sonrió y estrechó la mano de Josh.

- Veamos que es lo que quieren hacerse.- De debajo del mostrador sacó una carpeta llena de dibujos, nos guió hasta una habitación la cuál estaba alumbrada por una bombilla de amarillenta y nos ofreció asiento en los sillones situados en un rincón de la sala.

- Queríamos hacernos un tatuaje que simbolizara nuestra amistad. - Habló mi amiga para romper el silencio que se creó.

- Esta bien- se llevó un dedo a la barbilla y empezó a dibujar círculos imaginarios en ella al tiempo que pensaba- ¿cuándo os conocisteis?

- Cuando estábamos en tercero. No queremos tatuajes grandes ni que se vean mucho, por favor.- Si mi madre me veía otro tatuaje me cortaría en pedacitos y me daría como comida al loro de mi abuelita.

- ¿En que zona os gustaría?

- En la mano, siempre he querido tener uno en esa zona.- Esta vez fue Beth la que respondió a la pregunta de Josh.
Ella también tenía un tatuaje, uno más pequeño que el mío situado en su tobillo izquierdo. Era una sola ala que simbolizaba el deseo de libertad, cosa que sus padre no le ofrecían. Al igual que a mamá a sus padres tampoco les había hecho ninguna gracia que su hija se hubiese marcado, pues según ellos no era apropiado para una señorita, la cual era hija de un importante personaje.

Dulce Provocación #DPDonde viven las historias. Descúbrelo ahora