23. Un chantaje con comida no es legal:
No podía moverme de la cama, mi cuerpo no respondía a las ordenes que mi cerebro le enviaba.
- ¿Cómo está la enferma más gruñona del planeta?- Beth llevaba toda la mañana lanzándome palabras amorosas de ánimo y apoyo, notese la ironía.
- ¡No soy gruñona!- gruñí. La garganta me dolía horrores, los oídos me pitaban y mi voz se había convertido en la de un camionero, ronca.
- Dijo la gruñona.- Me hizo reír.
Mi mejor amiga se acercó a su cama, la misma que yo había estado invadiendo desde hacía un par de horas, y dejó una manzanilla con miel en la mesita de noche.
- Toma esto, te ayudará a recuperar tu voz- me ayudó a incorporarme. - No me gusta nada esa voz de camionero moribundo. - Solté una carcajada de la que me arrepentí segundos después. Mi garganta enrojeció como el infierno y la tos me impidió hablar durante unos minutos. Cuando conseguí calmar el dolor volví a mirarla.
- Lo siento, no pretendía que dejaras a Mark solo anoche.
- No pasa nada- se encogió de hombros para restarle importancia- de todas maneras tendríamos que haber inventado una escusa, tu mejilla está morada y nos habrían descubierto.- En aquel momento la voz de Ian resonó en mi cabeza.
- Beth...- No sabía que debía hacer: ¿se lo decía o no?.
- Dime- alzó una ceja para que continuara hablando sabiendo que tenía toda su atención puesta en mi.
- Tengo que contarte algo.- Lo más probable es que se sorprendiera ante la noticia. Obvio, hasta yo me sorprendería.
- ¿Te has liado con Ian? - ¿Qué?, ¿por qué mierda me preguntaba eso?
- ¿Qué?- Puse cara de disgusto. Ella mientras tanto se dedicó a saltar por toda la habitación loca de contenta.
- No te voy a obligar a salir con él, pero sería fantástico que los cuatro saliéramos en una cita doble.- Estaba tan emocionada que me daba hasta pena negar que había pasado algo entre nosotros.
- ¡NO!- dije acabando con ese tema.- ¡Lo que quería decirte es que Ian es "El Mago"!- Había conseguido hacerme enfadar.
Esa vez fue ella la que soltó un sonoro ¿qué?.
- Que Ian es...- no me dejó acabar la oración.
- Ya te he oído idiota - me miró enojada- ¿Cómo lo sabes?- Movió la nariz al preguntar, eso solo significaba que me estaba ocultando algo y estaba nerviosa.
- Antes de golpearle me preguntó algo- una sonrisa se dibujó en mi rostro al recordar la escena.
- ¿Y?, eso no significa nada.- Se encogió de hombros, acto que solo sirvió para que notara más sus nervios.
- Su voz Beth, era su voz.- Dije convencida, ¿por qué intentaba persuadirme?. Antes de preguntarle abrió su boca dejando que salieran unas palabras las cuales me dejaron helada.
- Ya lo sabía.- Se relajó al instante.
- ¿Cómo que ya lo sabías?- Dejé de entender la conversación.
- Mark me dijo que su amigo peleaba y supuse que es Ian, nunca le he visto con otro amigo que no sea él.- No sabía si cabrearme o golpear a Mark por no haber hecho tal anuncio cunado yo estaba delante.
- ¿Y por qué no me lo dijiste?- Grité. Mala idea, mi garganta ardió como el demonio. Que ... puta.
- No estaba segura- se defendió.
- Intenté relajarme tomando aire y expulsándolo poco después. - ¿Qué debo hacer?
- ¿Cómo que ¿qué debes hacer?- Me preguntó, claramente sin entender a lo que me refería.
- Creo que debería decírselo. -Me incorporé para levantarme de la cama pero un brazo me lo impidió.
- No, si Ian no te lo ha dicho es porque no está preparado para contarlo. Si hubiera querido que todo el mundo, incluyéndote, lo supiera ya lo habría hecho.
- Tienes razón- me volví a sentar en la cama y guardé silencio.
- Siempre la tengo- cogió uno de sus mechones rubios y lo echó hacia atrás intentando parecer una pija como Candice.
Beth acabaría matándome.
A la hora de comer ya me había recuperado, todo gracias a unas pastillas asquerosas que la madre de mi amiga me obligó a tragar. Mi garganta dejó de arder, mis oídos ya no pitaban y mi voz volvió a ser la de siempre.
- ¿Qué te parece si vamos a comer algo?- No fue hasta que Beth lo dijo cuando mi estomago empezó a rugir, como un león salvaje, por falta de alimento.- ¿Eso es un sí?- Soltó una carcajada.
- Sí- reí- Muero de hambre.
Me levanté del sofá y subí a la habitación de Beth a vestirme con la ropa que había traído en el macuto el día anterior.
Una camiseta de manga corta blanca que cubría más de la mitad de mi culo y un jersey rojo encima para no perder el calor. Mis piernas fueron cubiertas por unos pantalones negros y mis pies adornados con unas botas militares oscuras. Colgué el bolso en mi hombro y fui al baño a retocarme el maquillaje.
Mejor habría sido si no me hubiese mirado en el espejo, bajo mis ojos encontré enormes bolsas, el maquillaje del día anterior estaba corrido demostrando que podía convertirme en oso panda y mi nariz estaba roja de tanto estornudar.
Cogí la crema color carne, también llamada base, y la restregué por todo el rostro intentando cubrir las ojeras y la nariz de payaso, dibujé la raya negra en la parte baja de mis ojos provocando que su color azul resaltara más y alisé mi pelo.
- ¿Te has quedado atascada en el váter?- Que simpática era. Cogí la chaqueta negra por si me daba frío y salí del baño.- Por fin, he llegado a pensar que te habías muerto ahí dentro.- Que amiga tan exagerada.
Cuando llegamos al centro comercial y conseguimos un sitio en una de las mesas del McDonald, Beth me lanzó una mirada un tanto extraña. No sabía porque me miraba así, tampoco es que me hubiese retenido antes de haber empujado a la pija a la que le había quitado el sitio.
- Deja de mirarme así.- Cogí una patata frita y la metí en mi boca.Las patatas eran tan deliciosas que podría haber pasado todo el día y toda la vida alimentándome únicamente de patatas.
- ¿Te parece bien si viene Mark?- Así que eso era lo que quería.
- ¿Por qué me tendría que parecer mal?- Mark era de las pocas personas que me caían bien.
- Porque le acabo de llamar y viene hacia aquí con Ian. -Abrí los ojos tanto que creí que saldrían de las órbitas. ¿ Por qué Ian tenía que venir?, vale que me caía mejor que antes pero seguía odiando un poco.
- ¡No puede venir!- me negaba, no quería tenerlo cerca, no conseguiría cerrar mi boca, acabaría soltando lo que sabía en cuestión de segundos.
- Sé que no lo quieres aquí porque temes soltar alguna estupidez sobre lo de anoche- joder, que bien me conocía. -Hazlo por mí.- Unió sus manos y me miró con cara de cachorro.
- ¿Y qué consigo yo a cambio?
- Te doy mis patatas- Me las tendió, automáticamente en mis labios se formó una enorme sonrisa.
- ¡Este chantaje no es legal!- me quejé- sabes de sobra que aceptaré a cambio de este exquisito manjar.- Las cogí y les di un beso, cualquiera que me estuviera mirando pensaría que estaba loca.
- Iré a llamarlo para decirle que has aceptado.- Se levantó para dirigirse a un rincón y hablar con su novio.
Vaya tarde me esperaba.
ESTÁS LEYENDO
Dulce Provocación #DP
RomanceSeamos sinceros, ¿Quién se enamoraría de mí y mis mil demonios? ¿Quién se enamoraría de mí y mis cicatrices? Todo empieza con un viaje que sin saberlo, lo cambiará todo. Entre el amor y el odio, la pasión y el deseo pero sobre todo entre los secreto...