Capítulo I. ¿Esto es el Paraíso o el Infierno?.

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Realmente el camino era algo agotador, algo no, muy agotador. Era difícil andar en el metro a esa hora con una pequeña caja entre sus brazos y su mochila.

Miro el reloj, si no se apuraba, seguro no alcanzaría al dueño de la pensión y no cerraría ese mismo día el trato, y eso significaría que no tendría donde dormir esa noche y no sería buena idea regresar a casa de nuevo.

Kwon Jun Hee una chica de esas que se visten algo fuera de moda y anti femenina, pero con una gran inteligencia, había obtenido una beca para poder estudiar donde quería, y al tener 18 años, le pidió a su familia poder independizarse, aunque al principio hubo desacuerdos, al final aceptaron.

Revisó el mapa que tenía sobre su caja, se iba acercando. Comenzaba a divisar su nuevo pedazo de cielo, pues lo había considerado así por su precio y ubicación, aparte de que la primera vez que la había visto, le había parecido acogedor.

Se detuvo en la puerta, miro tras la pequeña rejilla, el jardín era hermoso, tenía unas hermosas flores que sin duda trataría cuidar de ellas.

Tomó aire, dibujo la mejor sonrisa que tenía, se colocó bien los anteojos y empujó la rejilla, provocando un leve chillido. Chasqueo un poco la lengua, para así después meterse al lugar.

Tocó un par de veces la puerta, pero al ver que nadie salía, tomo la valentía de abrir la puerta, y asomarse primero por una ranura, al parecer no había nadie.

— Con permiso. . .

Murmuró para sí misma mientras se quitaba los zapatos y colocaba unas pantuflas.

Una vez más acomodo sus anteojos, mirando asombrada como se veía el lugar. Olía a limón y a limpio, pero a la vez ese olor se mezclaba a algunos otros que parecían provenir de la cocina,  y así se tuvo que dar a conocer su estómago.

Un extraño ruido se escuchó, sin duda era ella, no había comido en toda la mañana, pues había decidido empezar una dieta, mala idea.

Bajo la caja poniéndolo a un lado, llevó por inercia sus manos a su estómago, mientras fruncio sus labios. Comenzó a caminar hacia la cocina como un perro olfateando algo. Y ¡Bingo! Llegó pero no había nadie, sólo estaban unas vasijas sobre la estufa.

Se acercó una vez con sigilo hacia la estufa, miró que había demasiados guisos entre carne y verduras y no podía faltar el arroz.

Rasco extrañada su cabeza, era demasiada comida, sabía que iba a ver gente en la pensión, pero sólo sabía que era uno o tal vez dos compañeros aparte de ella viviendo ahí.

Por curiosidad, salió mejor de la cocina, para comenzar a hacer un recorrido al lugar.

Subió al segundo piso, había tres puertas pero al parecer estaban cerradas —realmente lo estaban pues las intentó abrir y no pudo —. Subió al tercer nivel, y se quedó asombrada que en una de las 3 puertas estaba su nombre con un cartel que decía "Bienvenida".

Con algo de desconfianza se acercó a esta y la abrió, sólo escuchándose el chillido de la puerta. Quedó plasmada, la habitación era completamente hermosa —al menos para ella — , era pequeña y acogedora, justo lo que necesitaba, su propio pedacito de cielo.

No había visto antes la habitación, sólo había ido con el dueño a darle la mitad del alquiler, así que estaba fascinada con su habitación.

Con una sonrisa de oreja a oreja, dejó su mochila sobre la cama, y abrió las cortinas de su ventana, dando una hermosa vista hacia un lago que se miraba algo cercas.

Decidió bajar por su demás equipaje, quedando plasmada y congelada por lo que estaba viendo.

— ¿Que? ¿Nunca habías visto a un hombre en toalla?. . . —escaneo por un momento a la chica, para después mostrar una sonrisa juguetona — pensándolo bien, creó que no.

Roommate House. » EXO «Donde viven las historias. Descúbrelo ahora