Capítulo 43: Secuestro

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Me desperté en mi habitación después de tener una pesadilla. Habían pasado tres meses desde la derrota del Key Impery, y la sociedad mágica todavía estaba cerrando sus heridas. Durante el primer mes, Sonia se había recluido en su habitación, sin hablar con nadie. Según Nomus, la causa de esto era que había sido ella la responsable de la muerte de Marcus, y esa decisión aún seguía carcomiéndola. Después de hablar con el afable director, Sonia recuperó la alegría y volvió a ser la misma persona de antes. Como las clases se habían anulado hasta previo aviso, todos los días íbamos al parque los de Ammulets. Y a veces también Laya, Silvy y Christine. Ellas habían entrado en la Academia y estaban no oficialmente en Ammulets. Según Nomus, debíamos esperar hasta que las clases se reanudaran para incluir nuevos miembros en el equipo. Miré el reloj. ¡Eran las once! A esa hora seguro que mis amigos se encontraban en el parque disfrutando de un soleado día. Me levanté y me vestí. Y justo cuando cogía mi reloj llamaron a la puerta.

- ¿Quién será? Dije en voz alta.

Abrí la puerta para encontrarme con el cartero de la Academia. Me sonrió amablemente y dijo:

- Tengo un paquete para Paulina Rubio.

- Pauline -le corregí-. Ahora mismo no se encuentra aquí, pero démelo y en cuanto la vea le digo que se pase por su oficina para firmar el papel.

No parecía muy convencido, pero ambos teníamos mucha prisa, así que lo dejamos estar. Cuando llegué al recibidor vi que había una chica que no conocía en la puerta, esperando a alguien. Era bajita, tenía el pelo negro a la altura de los hombros y llevaba una camiseta con tirantes. Sin mirarla dos veces, comencé a bajar las escaleras rápidamente con el paquete en la mano. Entonces me tropecé, y el paquete salió volando. Y justo cuando creía que se iba a caer y a romper, la joven alargó una mano y su brazo comenzó a alargarse como goma cogiendo así el paquete en el aire. Cuando llegué a su lado, su brazo volvió a ser normal y le dije:

- Muchísimas gracias por salvar el paquete. Me llamo Tom. Tom Callyn. ¿Eres nueva aquí?

Ella sonrió mientras me entregaba el paquete y me estrechó la mano en cuanto lo cogí:

- Aria. Aria Saintfelix. Encantada de conocerte, y sí, soy nueva.

Yo sonreí también por conocer a alguien nuevo, pero tenía prisa, y así se lo hice notar:

- Un placer conocerte también, pero tengo un poco de prisa.

- Yo también -dijo haciéndome notar que llevaba maletas. Espero poder volver a conversar contigo.

- Lo mismo digo -dije mientras abría la puerta y me alejaba de ella.

Después de unos minutos caminando, llegué al parque de todos los días. Se trataba de un lugar donde la hierba era verde, los pájaros cantaban y la brisa suave mecía las hojas de los árboles. En definitiva, el lugar más tranquilo que puedes encontrar cerca de la Academia. Ellos ya estaban allí. Pauline se encontraba sentada en la hierba, mientras conversaba con Albert, quién estaba sentado delante de ella. Vincent, Fer y Michael estaban jugando a las cartas sentados en un banco. Sonia jugaba con su colgante sentada en el otro banco. Me acerqué a ella y pregunté:

- ¿Y Alba?

- Ha ido al pueblo a comprar no sé qué cosa -me respondió ella con su habitual voz suave.

Me senté a su lado y conversamos un poco sobre la situación de la Academia y de Eioria en general, cuando de repente el sol se oscureció, los pájaros dejaron de cantar, la brisa desapareció y comenzó a hacer frío. Mucho frío.

Al mismo tiempo, en el pueblo, Alba se encontraba comprando una mascota. Sí, quería un perro para que fuera la mascota de Ammulets. Kiu estaba bien, pero a veces desaparecía y ella quería un compañero más fiel. Iba caminando tranquilamente por la calle cuando lo vio. Una chica de su edad se hallaba limpiando la calle, vestida como una sirvienta. Pero no era cualquier chica: era Pauline. La copia exacta de Pauline. Alba se acercó a ella temerosamente y preguntó con voz fina:

- ¿Pauline?

Y casi le dio un ataque al corazón cuando ella respondió:

- Sí, ¿nos conocemos? Alba sintió un escalofrío al oír esa voz. Definitivamente era su amiga, aunque parecía mucho más gorda. Entonces el sol se ocultó y comenzó a hacer frío. Alba empezó a correr hacia el parque. Algo malo pasaba.

Todos estábamos levantados cuando Alba llegó. Habían pasado quince minutos desde que el sol se había oscurecido, y justo cuando estuvimos todos reunidos apareció un extraño objeto volador por el cielo. Era redondo y tenía en su centro una enorme luz violeta. La luz iluminó a Pauline y oímos una voz:

- Princesa Pauline, su Majestad el Rey Hamlet ordena que venga con nosotros.

Pauline se quedó sin saber qué decir, y en ese momento comenzó a elevarse. Entonces entró en pánico, y la voz dijo:

- No se resista o todo será peor.

Y Pauline llegó hasta arriba y fue tragada por la misteriosa luz. Y la esfera voladora desapareció.


Ammulets Parte I: TomDonde viven las historias. Descúbrelo ahora