Albert no estaba de humor para simples soldados. Ya se había encontrado con unos cuarenta enemigos en pequeños grupos. No había sido difícil, pensó, pero en aquel momento se acordó de lo que pasó en la Academia y una punzada de rabia le recorrió todo el cuerpo. Fue vencido por unos simples soldados... Además, su hermano había muerto. Nunca se habían llevado muy bien. Josen era petulante, arrogante, se creía el mejor y tenía una capacidad innata para "hacer amigos". Vaya, que estaba más solo que la una. Pero al morir... la verdad es que no había llorado prácticamente, pero quería vengar a quién había matado a su hermano. Como si sus plegarias fueran escuchadas, entró en una habitación que parecía una sala de tortura. Había alguien...
Grité. No fue uno de esos gritos estúpidos que hace la gente cuando ve una araña o un ratón. Tampoco fue uno de esos gritos ahogados que se hacen cuando algo te sorprende. Fue un grito de dolor, como si fuera yo quién había recibido ese golpe en el corazón. Scythe me ignoró y se dio la vuelta. Yo enfadado, me llevé la mano a mi reloj y grité:
- ¡Unum minutis prius!
En aquel instante la escena comenzó a correr a cámara lenta. Retrocedió hasta cuando Alba fue golpeada en el muslo. Tanto ella como su oponente se miraron confundidos, como si tuvieran un intenso Deja Vu. Alba me miró y me preguntó:
- ¿Qué has hecho?
- Es mi magia del tiempo. Me permite retroceder en el tiempo.
Sonreí triunfante y me tambaleé. Retroceder un minuto entero me había privado de todas las energías mágicas. Ya casi no podía ni mantenerme en pie. Alba me sonrió e hizo brillar su atrapasueños. Un gran rayo de energía le dio a Scythe en pleno pecho. Luego, la maga se acercó y le golpeó con su atrapasueños en la cara. El cazador salió volando. Sin embargo, al levantarse, vi que no tenía ninguna herida. Era increíble. Pero Alba no se rindió y le lanzó a Scythe un extraño aparato que parecía una araña mecánica. Su rival comenzó a flaquear, y comprendí que le estaba quitando la magia y traspasándosela a ella. Pero Scythe ni se inmutó y sacó su guadaña destruyendo el aparato con una simple rozadura. Luego se acercó a Alba y comenzó un gran duelo. Ambos oponentes giraban y se golpeaban tan rápido que no podía distinguir quién era quién. Finalmente, vi a los dos golpearse a la vez y salir volando. Al levantarse Scythe, contemplé con horror que este no tenía ni una sola herida, tan solo pequeñas rascaduras sin importancia. En cambio, Alba estaba llena de cortes de los cuales manaba sangre, no mucha, no lo suficiente para que se desangrara, pensé esperanzado. Y la batalla se reanudó.
Marcus giró y lanzó una carta al aire. Esta fue a dar a una de las manos de Cane, pero se paró antes de llegar a su destino. El joven mago resopló. ¿Cómo iba a vencer a alguien si ni siquiera podía acercarse a él? Los esqueletos iban volando por el aire, pero Cane seguía parando sus ataques. ¿Cuánto poder mágico tenía aquel hombre? Una de las lanzas esqueléticas voló hacia él, pero un candado la paró. Marcus contempló con satisfacción que Sonia se había despertado y estaba en pleno rendimiento. Había sellado la sala para que nadie entrara ni saliera de esa habitación. Además, había conseguido mantener parados unos cuantos esqueletos. Y cuando Cane trató de hacer levitar a Marcus, no pudo. Una marca de candado había aparecido en su piel. Sonia lo estaba haciendo muy bien, pero no podría realizar ningún hechizo de ataque. Tenía pocos recursos ofensivos, pero eran muy poderosos y requerían mucha magia. Cane miró a su alrededor y no parecía muy contento. Sacó su bastón, y dijo:
- Ahora puedo pelear en serio.
Unos círculos se formaron alrededor de Marcus, y cuando este los cruzó, salió volando. Gruñendo, se incorporó y lanzó unas cartas al suelo. Utilizando su llave, las abrió, y apareció un ejército de soldados. Pero Cane agitó su bastón y desaparecieron en un destello violeta. Luego apuntó hacia Sonia, y esta se vio obligada a poner candados-escudos a su alrededor. Marcus estaba solo.
Decidí intervenir en la batalla, al ver que esto era muy malo para Alba. Cada vez pasaba lo mismo: se enzarzaban en una pelea, Scythe salía casi ileso y Alba muy herida. Aunque se esforzaba por recuperarse mágicamente después de cada pelea, se estaba quedando sin magia. Scythe lanzó una gran oleada de guadañas, y Alba se esforzó en crear un remolino que las absorbiera todas. Le hice gestos y comprendió lo que quería decir. Me lanzó un rayo de magia, pero a diferencia de los anteriores, que eran agrestes y rápidos, este era suave y muy lento, tanto que parecía flotar en el aire. Al golpearme, no sentí dolor, sino una gran paz interior. Luego grité:
- ¡Stantes tempore!
Y el tiempo se detuvo. Me apresuré y toqué a Alba. Ella se movió, y tras mirar a su alrededor, inquirió:
- ¿Has parado el tiempo?
- Sí, y no tenemos tiempo. Cuanto más mantenga este hechizo, más débil estaré.
Y rápidamente le expliqué mi plan. Cuando todos volvimos a nuestra posición original, hice que el tiempo se reanudara al gritar:
- ¡Tempus resumptis!
Albert se inclinó a tiempo de parar la enorme hacha que salió volando hacía él. Luego creó un poderoso escudo de hielo para protegerse de la segunda, y congeló la tercera con sus poderes de Mamoot Slayer. Su enemigo, Axe, era un fortachón que parecía no tener neuronas en el cerebro. No paraba de lanzarle hachas que él paraba sin dilación. Cuando se cansó, fue hacia él. Albert sonrió y se cubrió de una armadura de hielo. Era un truco que había aprendido a perfeccionar hacía ya tiempo. Luego le lanzó el hacha al hombre de tres metros que tenía delante. Su enemigo casi ni cabía en la habitación. De hecho, tenía que agacharse para no chocar con el techo. Albert aprovechó este hecho y le lanzó otra hacha de hielo a su cabeza. Para cogerla tuvo que estirar el brazo e incorporarse, lo que hizo que su cabeza se hiciera "pupa" con el techo. Esto es lo que él gritó antes de enfadarse y destruir el techo. Este no cayó sino que se quedó arriba. Albert sonrió al pensar en que su rival tenía la mentalidad de un niño de tres años y se preparó para atacar.
Fui corriendo cuando vi que se producía uno de esos choques brutales en los que ambos salían volando. Me acerqué hacia Scythe y le di u puñetazo que le hizo tumbarse. Luego le di una fuerte patada al estómago, y otra, y otra. Cuando ya llevaba cinco, me di cuenta de que mi rival no estaba en el suelo, sino que se había incorporado y estaba a mi lado. Me golpeó muy fuerte y me cogió de los brazos inmovilizándome. Luego sacó su guadaña y me la puso en el cuello. Y se dirigió a Alba:
- ¡Si no te rindes mataré a tu amiguito! ¡Este es tu último aviso! ¡Deja el atrapasueños en el suelo!
Alba asintió e hizo un amago de agacharse, pero en lugar de eso gritó:
- ¡Ya! Y el atrapasueños se fue volando hacia mí. Me llevé las manos al reloj y grité:
- ¡Unum minutis prius!
Aparecí justo detrás de Scythe, que era donde estaba hacía un minuto. Luego cogí el atrapasueños y lancé un rayo a mi atónito oponente. Este retrocedió hasta donde estaba mi amiga. Alba cogió la guadaña y le atravesó el corazón a Scythe, tal y como este había hecho con ella. El cazador de magos cayó al suelo mirando a Alba con incredulidad y murió. Alba se agachó y le cerró los ojos. Luego se levantó y chocamos las manos antes desplomarnos agotados. Ella sacó una carta de teletransporte y juntos saltamos.
Vincent acabó en la sala de armas, y no le sorprendió quién estaba allí. Aquel hombre le sacaba brillo a una espada y le miró. Vincent sonrió y se dispuso a enfrentar al líder de los Cazadores de Magos.
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Ammulets Parte I: Tom
FantasíaTom es un joven que viaja a la Academia de Magia para aprender la extraña magia del tiempo. Pero peligrosos enemigos hay a la vuelta de la esquina: Cazadores de Magos, Academias oscuras, malignos imperios que buscan dominar el mundo de Eioria. Para...