Capítulo 37: Venganza

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Sonia se sorprendió levemente cuando la mujer morena uniformada le habló, pero su cuerpo se relajó rápidamente en cuanto se dio cuenta de quién era. Clara, la General más débil y penosa de las seis, se hallaba frente a ella, confiada. Sonia asumió que no sabía quién era y decidió jugar con ello a su favor.

- Yo soy Sonia, ¿y tú?

- Yo me llamo Clara. ¿De qué parte estás?

Qué ingenua que era.

- ¿Ah, que no sabes quién soy?

- Pues la verdad es que no.

- Entonces, déjame presentarme. Soy Sonia, miembro de Ammulets y antigua novia de tu emperador.

Clara se sobresaltó y empezó a temblar. Ahora sí que sabía quién era Sonia. Rápidamente dio un movimiento de muñeca y un montón de huevos de gallina salieron de la nada para caer sobre Sonia. La joven los paró a tiempo y los lanzó hacia la pared. Entonces Clara hizo una especie de baile con sus brazos y un montón de huevos comenzaron a atacar a Sonia. Montones y montones caían hacia cualquier dirección. Sonia fue parándolos y rompiéndolos con su magia. Clara empezó a agobiarse y huevos de avestruz empezaron a caer. Pero ya era demasiado tarde para la general. Sonia se acercó a ella y le puso un candado en el pecho. Su corazón se paró y Clara cayó al suelo muerta. Sin mirar atrás, Sonia se encaminó a su próximo destino: matar a Marcus.

Ev y Laya seguían peleando, dragón vs mamut, en un duelo de poder y magia ilusoria que parecía no tener fin. Nuestra aliada parecía ir ganando territorio poco a poco, y yo estaba tan absorto en la batalla que no me di cuenta de que Michael y Albert se estaban moviendo hasta que fue demasiado tarde. El Mamoot Slayer me puso un trozo de hielo en la garganta sin que me diera cuenta, y al notar el frío carámbano me giré, y solté un grito tan fuerte que resonó por toda la sala. Fue lo suficientemente fuerte para que tanto Laya como Ev perdieran la concentración. Los dos animales fantásticos que habían creado desaparecieron sin más y ambas se giraron para observar el panorama. Ev parecía estar a punto de romper a reír, y Laya debió notarlo también porque se encaró a ella y le dijo:

- ¡¿Qué has hecho?!

Entonces la bajita General estalló en risas y dijo:

- Ha sido tan fácil que casi parecía de risa. Mientras la aburrida batalla proseguía, yo he manipulado los recuerdos de estos dos magos para que se creyeran Generales. Ha sido muy fácil.

Traté de hablar con Albert y Michael.

- Chicos, ¿estáis ahí?

Pero solo obtuve silencio. Laya, distraída, fue arrollada por Ev, quién llevaba una espada real en su mano. Mientras Laya permanecía aprisionada, Ev dijo:

- ¿Últimas palabras?

- Vete al infierno.

- Nos vemos allí-dijo la bajita General.

Y entonces descendió la espada lentamente. Y no pude aguantar más. Mi reloj comenzó a brillar de dos colores: azul y naranja, y aproveché que Michael y Albert estaban deslumbrados para escabullirme. Y grité con todas mis fuerzas:

- ¡Ad tempus, sed in eodem loco!

Entonces el tiempo de Michael y Albert se paró justo cuando alzaban la mirada y se preparaban para correr tras de mí. Ev paró la espada y se quedó mirándome con cara incrédula, momento que Laya aprovechó para librarse de su agarre. Con un estilizado movimiento, le robó la espada y le atravesó el corazón con ella. Ev quedó mirándola y Laya dijo:

- Esta es mi venganza. Y la jefa de los Generales cayó muerta.

Alba esquivó el rayo de Christine. La rubia tenía los mismos poderes que ella cuando se enfundaba el atrapasueños, por lo que la batalla estaba resultando ser bastante igualada. Entonces Christine se preparó para atacar otra vez, pero en vez de eso se llevó las manos a la cabeza y comenzó a gritar de dolor. Cuando pareció haberse recuperado, miró a Alba y dijo:

- No sé qué hago aquí. No sé por qué estoy haciendo esto. Mis recuerdos... están confusos. Pero sé algo. Sé que te odio. Sé que debo matarte.


Ammulets Parte I: TomDonde viven las historias. Descúbrelo ahora