Mi Imbécil. (Libro 1) [Finalizado]

Capítulo 45

Narra Ashley

Respiré profundamente, limpiándo las lágrimas de mis mejillas mientras caminaba sin destino alguno por los senderos del bosque. La noche envolvía todo a mi alrededor, sumergiéndome en una oscuridad reconfortante. Solo quería despejarme, alejarme y que nadie me viera llorar. Cada paso que daba era una lucha interna entre la necesidad de mantenerme fuerte y el deseo de dejarme llevar por la abrumadora tristeza que me invadía.

Mis pensamientos se agolpaban en mi mente como un torbellino incontrolable. Recorría una y otra vez los recuerdos dolorosos, reviviendo cada momento como si fuera ayer. La sensación de vulnerabilidad que experimenté aquella noche aún me perseguía, haciéndome sentir frágil e indefensa. Me sentía atrapada en un remolino de emociones, incapaz de escapar.

Llegué a una especie de lago que me maravilló por completo. Sus aguas oscuras reflejaban la cálida luz de la luna, creando un paisaje surrealista. El suave murmullo del agua me envolvía, como si el lago intentara consolarme en mi dolor. Me senté en el césped, abrazándome a mí misma en un intento desesperado por encontrar algo de consuelo.

Mis lágrimas seguían fluyendo, sin encontrar fin. Cada una de ellas era una expresión de mi dolor, un recordatorio de todo lo que había perdido aquella noche. Me sentía abrumada por la tristeza, como si fuera a ahogarme en un mar de lágrimas. Pero, al mismo tiempo, una pequeña chispa de esperanza brillaba en mi interior, recordándome que aún quedaba algo de luz en medio de tanta oscuridad.

Mis pensamientos se volvían cada vez más oscuros, como si estuviera atrapada en un laberinto sin salida. La imagen de aquel hombre despreciable se había grabado en mi mente, como una pesadilla recurrente que se negaba a desaparecer. Me sentía impotente ante la idea de enfrentarme a él nuevamente, de revivir aquellos momentos de terror una vez más.

Todo me afectaba, mucho más de lo que cualquier persona pudiera imaginar. Mi apariencia de dureza y frialdad era solo una máscara que ocultaba el dolor y la vulnerabilidad que sentía en mi interior. Me había acostumbrado a mostrarme fuerte ante el mundo, a exigir respeto para protegerme de aquellos que intentaban pisotearme. Pero, en el fondo, seguía siendo la misma niña asustada que había sido aquella noche.

Me prometí a mí misma que trataría de superarlo, que no permitiría que aquellos recuerdos oscuros dominaran mi vida. Pero era más fácil decirlo que hacerlo. Cada vez que cerraba los ojos, volvía a revivir aquellos momentos de terror, como si estuviera atrapada en un bucle interminable de sufrimiento.

La presencia de Samanta en mi vida solo complicaba las cosas. Cada vez que la miraba a los ojos, era como si volviera a aquel lugar oscuro y terrible. Sentía que una parte de mí se rompía cada vez que la veía, como si estuviera reviviendo la peor pesadilla de mi vida una y otra vez.

Mis pensamientos se perdían en un mar de confusión y dolor. No sabía cómo enfrentar todo aquello, cómo seguir adelante cuando el pasado seguía acechándome en cada esquina. Necesitaba encontrar una forma de liberarme de aquellos recuerdos oscuros, de dejar atrás el dolor y el sufrimiento que habían marcado mi vida durante tanto tiempo. Pero, por ahora, solo podía aferrarme a la esperanza de que algún día encontraría la paz que tanto ansiaba.

Las lágrimas seguían brotando de mis ojos, sin control alguno. Sentía como si cada una de ellas fuera una expresión de todo el dolor y la angustia que había estado acumulando durante tanto tiempo. La presión en mi pecho se hacía cada vez más intensa, como si estuviera a punto de estallar en mil pedazos.

Luke se sentó a mi lado, sin decir una palabra. Su presencia era reconfortante, pero al mismo tiempo me hacía sentir vulnerable. No quería que me viera en ese estado, no quería que nadie viera mi debilidad. Pero, al mismo tiempo, necesitaba desesperadamente desahogarme, sacar todo lo que había estado guardando dentro de mí durante tanto tiempo.