Epílogo

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Dos meses después...

Narra Ashley

—Te voy a extrañar, maldita perra —dijo Sam abrazándome con fuerza. Rodé los ojos divertida.

—Aunque no lo creas, yo también, zorra de mierda —solté burlona.

Hoy era el día en que finalmente mis primos se irían de vuelta a su hogar. Sorprendentemente, ninguno quería irse, pero para su mala suerte, tía Ester los obligó a regresar al enterarse de todo lo sucedido, y por supuesto, por su bien, tenían que hacerlo.

Estábamos todos en el salón despidiéndonos de ellos, porque todos les habíamos agarrado cariño durante estos últimos meses que pasaron con nosotros, disfrutando al máximo.

Observé a Samanta debatiéndose internamente mientras abría y cerraba la boca como un pez fuera del agua. Pero finalmente, habló.

—Oye... ¿Has sabido algo de Manson? —preguntó mordiéndose el labio. Fruncí el ceño mientras sonreía divertida.

El juez decidió darle libertad bajo fianza —le informé, observando su reacción de sorpresa antes de continuar—. En realidad, le habían otorgado tres años de prisión, pero gracias a Dios, sus abogados presentaron pruebas en donde se afirma que Axel lo amenazaba constantemente y que mandó a asesinar a su hermana. También agregaron nuestras demandas hacia Axel a favor de Manson.

Ella carraspeó nerviosa y comenzó a morderse la uña. Sonreí tratando de calmarla.

—¿Y nuestras declaraciones sirvieron de algo? —preguntó con preocupación. Asentí con la cabeza.

—Bastante. Por ello, aprovecharon para luchar por la libertad bajo fianza de Manson hasta que, finalmente, lo lograron —le expliqué, observando cómo asentía con la mirada baja.

—Ya animal, deja despedirme de mi prima —intervino Connor, tirando de mi brazo con una sonrisa cómplice. Solté una carcajada agradecida mientras lo abrazaba con fuerza—. ¿Pasó algo? —preguntó en un susurro, mostrando una genuina preocupación. Negué con la cabeza y le devolví la sonrisa.

—Bien —respondió, acariciando mi cabello—. Tengo que admitir que estos fueron los mejores meses de mi vida. Pensé que nadie podía superar a mi madre, pero para mi sorpresa, ni siquiera con ella había vivido tanta adrenalina junta —murmuró, dejando un suave beso en mi frente. Solé una risita, disfrutando de ese momento de complicidad.

—¿Qué se siente disparar un arma? —pregunté con curiosidad. Su rostro se iluminó con nostalgia.

—Increíble, muy increíble —respondió, sacudiendo la cabeza con una sonrisa—. Increíble —repitió, mirando hacia un punto fijo con una expresión pensativa. Jack se unió a nosotros y lo miró con diversión.

—¿Le preguntaste algo sobre las armas? —preguntó burlón—. Porque es la única manera en que se comporte así de estúpido —añadió, riendo entre dientes. Le pegué un puñetazo divertido en el hombro.

Jack tenía razón en cierto modo. Connor siempre reaccionaba de manera peculiar cuando el tema de las armas estaba sobre la mesa.

No era un trauma, era admiración. Y lo entendía perfectamente. No todos los días tienes la oportunidad de disparar un arma con la intención de matar. Y a mi querido primo, parecía encantarle esa sensación de adrenalina diabólica.

—Te voy a extrañar, Ashi —dijo Connor, alzando una ceja con aparente diversión. Bufé y lo abracé.

—Espero volver a verlos pronto —murmuré, mordiendo su hombro en broma. Se quejó mientras se sobaba.

Mi Imbécil. (Libro 1) [Finalizado]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora