Capítulo 55

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Narra Paúl

Me encontraba en el hospital junto a toda mi familia, esperando noticias de mis hermanos. Logan había llegado hace más de media hora, pero aún no teníamos ninguna noticia de él ni de Ashley, lo cual nos mantenía a todos nerviosos y preocupados. La incertidumbre y la angustia llenaban el ambiente, mientras todos esperábamos con ansias alguna señal de que todo estuviera bien.

Luke también había llegado herido, y no tardé en notar que se culpaba por lo que le había sucedido a Logan. Lo vi llegar con una expresión molesta, murmurando una y otra vez que todo era su culpa. Quería consolarlo, asegurarle que no tenía la culpa, pero la presión y el estrés del momento parecían nublar cualquier intento de comunicación efectiva.

Mi padre tampoco ayudaba en esta situación. No entendía su extraño odio hacia Luke, y esa falta de apoyo solo aumentaba la tensión en el ambiente. Todos estábamos preocupados y con los nervios de punta, sintiendo cómo esta situación nos estaba afectando a cada uno de nosotros.

No podía evitar sentir un profundo miedo por mis hermanos. No quería que nada malo les sucediera, y mucho menos a los mellizos. La idea de perderlos era completamente desgarradora y dolorosa. Ellos eran mis hermanos mayores, mis modelos a seguir, y pensar en un futuro sin ellos era simplemente insoportable.

Sin embargo, a pesar de todo, tenía fe en su fortaleza. Siempre habían sido personas fuertes, y confiaba en que saldrían adelante de esta situación. Rezaba para que pronto estuviéramos los tres juntos, riendo como siempre, superando juntos esta pesadilla que estábamos viviendo.

La preocupación también se extendía a Samanta. Aún no teníamos noticias de ella, y la desesperación de mis primos y la confusión de mi tía solo aumentaban la incertidumbre. Nadie entendía por qué Samanta se había hecho pasar por la mejor amiga de Ashley, y esa falta de claridad solo agregaba más interrogantes a la situación.

Quería cerrar los ojos y despertar de esta pesadilla, esperando que todo fuera solo un mal sueño. Pero cada vez que lo intentaba, me encontraba de nuevo en la misma habitación del hospital, enfrentando la realidad y la incertidumbre que la acompañaba.

La presencia de mi novia cerca de mí, pero su indiferencia, también contribuía a mi tormento emocional. No sabía si estaba enterada de la situación, pero su falta de atención me hería profundamente. No quería pensar que esta situación nos estaba separando, pero la idea de perderla me aterraba más de lo que podía admitir.

Decidí dejar de lado mis propios dilemas emocionales y centrarme en la salud de mis hermanos. Me levanté del sofá y bajé al segundo piso, buscando un momento de calma en la cafetería del hospital. Me senté en una mesa desocupada, apoyé los codos sobre la mesa y me pasé las manos por el cabello, sintiendo la frustración y el agotamiento acumulados.

Todo este caos había ocurrido en una sola noche, y era difícil de creer que nuestras vidas hubieran cambiado tan drásticamente en tan poco tiempo. Mientras esperaba mi café, me sentí como si estuviera atrapado en una película de terror, luchando por encontrar una salida a esta pesadilla que estábamos viviendo.

La voz de la chica de la cafetería rompió el silencio, sacándome de mis pensamientos turbulentos. Pedí un café cargado con indiferencia, tratando de mantener la compostura a pesar de la tormenta emocional que me azotaba por dentro.

Pero entonces, una voz conocida habló detrás de mí, una voz que reconocería en cualquier lugar. El simple sonido de su voz hizo que mi corazón diera un vuelco en mi pecho. Era ella. Traté de mantener la calma mientras pedía su café, pero por dentro, mis emociones estaban en un torbellino.

Cuando se sentó frente a mí, intenté ocultar mi agitación detrás de una máscara de indiferencia. La miré fijamente, examinándola, tratando de encontrar alguna señal de lo que estaba pasando por su mente.

Mi Imbécil. (Libro 1) [Finalizado]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora