Capítulo 54

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Narra Luke

Es difícil describir con palabras la devastación que sentí en ese momento. Cada latido de mi corazón resonaba en mis oídos como un eco de desesperación, mientras la opresión en mi pecho amenazaba con ahogarme. No podía apartar la mirada del cuerpo inerte de Ashley, que yacía en el suelo como un recordatorio brutal de la crueldad del mundo que nos rodeaba.

Cada paso hacia ella era como caminar sobre cristales rotos, cada movimiento lleno de una angustia abrumadora. Sus rasgos pálidos y los hematomas en su rostro eran un testimonio silencioso de la violencia que había sufrido, y un grito silencioso de injusticia resonaba en mi alma.

Tragué saliva con dificultad, luchando contra el nudo en mi garganta mientras los sollozos de los hermanos Harrison llenaban la habitación. Su dolor era palpable, una tormenta de emociones que amenazaba con arrastrarnos a todos en su furia desgarradora.

En ese momento, no éramos más que almas rotas, perdidas en un mar de dolor y desesperación. Pero a pesar de la oscuridad que nos rodeaba, aún había una chispa de esperanza, un destello de determinación en nuestros corazones rotos. Nos aferramos a esa pequeña luz, una promesa de que algún día encontraríamos la paz y la justicia que tanto anhelábamos.

Me quedé allí, inmóvil, observando la escena que se desarrollaba frente a mis ojos. El ambiente se cargó de una pesadez insoportable, como si el dolor y la desesperación flotaran en el aire. Las lágrimas amenazaban con desbordarse, pero luché por mantener mi compostura, al menos por el momento.

—Hermanita, por favor. —Suplicaba Paúl en susurros. Al acercarme al cuerpo de Ashley, sentí cómo mi corazón latía con fuerza, como si quisiera escapar de mi pecho. Me arrodillé junto a ella, evitando mirar directamente a los ojos que alguna vez irradiaron alegría y vitalidad. Las huellas de la violencia infligida se reflejaban en su rostro, un cruel recordatorio de la brutalidad de aquellos que se atrevieron a lastimarla.

Tomé la muñeca de Ashley y me estremecí al sentir lo fría que estaba. Mis manos temblaban y cerré los ojos con fuerza, tratando de contener la tormenta de emociones que rugía dentro de mí. No podía permitirme desmoronarme, no ahora. Respiré profundamente, tratando de encontrar alguna señal de vida en su débil presencia. Presioné mi dedo pulgar para tomar su pulso y pude percibir un suave palpitar.

—Cuidado. —Ordené, pidiéndole con la mirada a Paúl que me despejara el lugar. Él me miró atentamente mientras se alejaba.

Angustiado y con un poco de esperanza, coloqué mi dedo índice y mi dedo corazón en su cuello, presionándolos ligeramente. Pude sentir su pulso demasiado débil.

—¡Logan, llama a una ambulancia, tiene el pulso muy débil! —Grité desesperado, justo cuando las sirenas de los oficiales resonaron por todo el lugar. Miré a Ashley.

—Vamos, cariño, tienes que resistir. No me dejes, no ahora, por favor. —Susurré, con la vista completamente nublada por las lágrimas.

Los sollozos desgarradores de sus hermanos resonaban en toda la habitación, envolviéndonos a todos en un manto de tristeza y desolación. Su sufrimiento era palpable, y cada lágrima derramada era como un eco de la injusticia que se cernía sobre nosotros.

Un murmullo de voces a lo lejos indicaba la llegada de la policía. Mi atención se dividió entre la escena ante mí y la esperanza de que la ayuda estuviera en camino. Ashley no merecía este destino, ninguno de nosotros merecía presenciar tal atrocidad.

Los minutos parecían eternos mientras aguardábamos la intervención de las autoridades. Cada segundo transcurrido se convertía en una agonía, y la incertidumbre se apoderaba de mi ser. ¿Cómo podríamos enfrentar la realidad de lo que acababa de suceder?

Mi Imbécil. (Libro 1) [Finalizado]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora