Tamara
Las personas se amontonaron en la habitación de hospital con globos, flores, peluches y regalos. Me encantaba esto, ser parte de una familia, incluso aunque yo no pertenecía del todo. Cada vez que pensaba en eso, quería alejarme, pero como si leyera mi mente, ella estaba ahí de vuelta, sosteniéndome la mano, con fuerza para demostrarme que me equivocaba.
Me senté junto a ella y Aspen me rodeó con su brazo, comiendo del recipiente de galletas que mamá Gretchel le trajo. Esa mujer era encantadora, el tipo de suegra que toda mujer querría. Simpática, agradable, no criticaba, no insultaba. Su esposo era todo un ejemplo de persona, de pie en un rincón, supervisando todo seriamente pero con emoción en sus ojos.
—¿Qué estás pensando?— preguntó Aspen en mi oído, para no interrumpir el relato de Travis, su cuñado, mientras contaba el parto de su último hijo. Todos aquí tomaban cualquier comentario amistosamente, sin rencor, sólo diversión sana, incluso cuando cualquier otra persona se ofendería.
—En que Eric no se parece a su padre, quiero decir, estuvo a punto de desmayarse más de una vez, pero mira a Gus, todo un pilar.— dije, y Aspen estuvo de acuerdo, riéndose a lo bajo. Me dio una galleta y la acepté, llenándome la boca.
—...Y su vagina estaba ampliada y allí estaba la cabeza de mi hijo, aunque mi cabeza siempre se vio mejor allí.— dijo Travis y su esposa, Carly, se puso del color del tomate mientras su madre lo regañaba. Aspen soltó una carcajada pero todo se acalló cuando Eric entró con un pequeño bulto envuelto en rosa.
—¡Y ahí está la niña del cumpleaños!— dijo el suegro de Aspen, papá Gus como ella lo llamaba. Pasó entre los demás y tomó a la bebé en sus brazos.— Hola bebé, saluda al abuelo.
—Al fin tenemos una nieta, ya teníamos demasiados niños.— dijo mamá Gretchel, mientras se acercaba a saludarla. Los gemelos, los hijos de Travis, en lugar de enojarse, comenzaron a saltar de arriba a abajo para que los dejaran ver a la bebé.
Y así, Cameron estaba pasando de aquí a allá en los brazos de todos, sus tíos y abuelos. Todos estaban emocionados con el bebé y no pude evitar mirar a Justin, quien también me veía. Había pasado sólo un mes desde que dijo que él quería un bebé. Y que quería que yo fuera su madre.
Mi primera reacción fue enloquecer. ¿Yo, un bebé? ¿Qué haría con mis noches de fiestas? ¿O el sexo con desconocidos? ¿O el trabajo? Mi segundo pensamiento, fue que si tenía un bebé no estaría más sola, pero entonces, debería entregárselo a Justin y, ¿Qué me quedaría? Mi pequeño departamento vacío, sólo yo y cuatro paredes. No estaba segura.
Le dije que lo pensaría, quería primero preguntarle a las personas en quien confiaba. Aspen, por ejemplo. Le eché un vistazo a ella, estaba compartiendo un beso con Eric, y me pareció tan dulce, por todas las veces que le dijo que no lo quería, que decía que ellos sólo eran un contrato. Acabaron siendo mucho más que ellos, el amor irradiaba de ellos en ráfagas enormes. No tenía envidia, no, sólo que... añoraba algo parecido para mi vida.
No podía preguntarle esto ahora, no cuando estaba disfrutando de su nueva vida, de su nuevo pedacito de alegría.— Aquí tienes.— dijo Leticia, una de las gemelas, hermana de Eric poniendo el bebé en mis brazos. Sus ojos verdes como los de Aspen me veían y me hizo una sonrisita.
—Hola, pedacito de alegría.— le sonreí, dejando que sostuviera mi dedo y ella comenzó a agitar sus brazos emocionada, riendo. Se llevó mi dedo a la boca y le sonreí a Aspen.— Adicta al chocolate como su madre, debo tener migajas en los dedos.
—Debe tener hambre.— dijo Aspen con una risita, extendiendo sus brazos hacia mí y le di al pedacito de alegría para que la alimentara. Eric, desde el otro lado de la cama, se estiró para apretarme el hombro.
—Considérate "niñera de emergencias", Tam, mi bebé ya te ama.— dijo él con una sonrisa y pude simplemente derretirme allí mismo.
Sí, Eric Briggs me encantaba, con cada uno de sus dientes blancos y cabello negro y ojos cafés, pero no de una manera sucia o deseosa, sino de una manera platónica. Recordaba el primer día en que llegué a la ciudad, yo, de un pueblo pequeño, viviendo atrapada con mi madre, una mujer resentida por el abandono de mi padre luego de dejarla embarazada. Intense estaba en un bar y cuando oí su música, caí rendida a los pies de esos cuatro dioses del rock. Cada uno me encantaba a su modo.
Si alguien me hubiera dicho que, seis años después conocería a los cuatros y que mi mejor amiga estaría casada con uno de ellos no me lo hubiera creído. Pero aquí estaban y no podría estar más impresionada. Aún no me acostumbraba. Era difícil para mí acostumbrarse a tal cosa maravillosa.
—¿Llegamos tarde a la fiesta?— preguntó una voz desde la puerta y cuando levanté la mirada, pude, sí, sin dudas, derretirme.
Hablando de cosas maravillosas.
—Gracias por estar aquí, chicos.— dijo Eric y Elias Waters y Aaron Brooklyn entraron en la habitación. Se veían como siempre, desaliñados, sexys y tan agradables. Elias, con su cabello rubio rizados, largo de manera descuidada; Aaron, con su cabello negro recortado lo suficiente para que, al pasar la mano por encima, se alborotara o se alisara.
—Es un placer, siempre me gusta tener oportunidad de ver las tetas de Aspen.— dijo Aaron con un guiño y Aspen soltó una carcajada, quitándole el pecho a Cam. Elias se quedó de pie junto a Leti y Aaron tomó a Cam de las manos de Aspen.— Hola, Eric Junior.
—Notaste que es niña, ¿Verdad, Brook?— le preguntó Eric, con una ceja elevada y Aspen rió cuando vio a Aaron rodar los ojos.
—Mejor aún, sabes lo bueno que soy con las mujeres.— dijo Aaron haciéndole caras a Cam hasta que ella rió. Entonces él me miró. Quiero decir, me miró.
Él solía mirarme, claro, muchas personas lo hacían, pero esta vez, él estaba mirándome de una manera distinta. Sólo me miró así una sola vez y no quería pensar en eso. Me guiñó, y esos ojos grises estaban alejándose de mí para caer sobre Cam. Observé toda la imagen y noté algo que no había notado hasta ahora.
Aaron Brooklyn se ve tan jodidamente sexy con un bebé en sus brazos.
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Bésame y prométeme un para siempre (Sonríe y dí que me amas #2) [TERMINADA]
Romance*LA SEGUNDA PARTE DE "SONRÍE Y DÍ QUE ME AMAS" YA ESTÁ AQUÍ! Dos historias. Dos amores. Un bebé. Y muchas dudas... Justin Newton ha sufrido bulimia desde que es un adolescente, ha tenido recaídas pero finalmente consiguió superarlas gracias...