Capítulo 4

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Aaron

—¿Qué?— la voz de Aspen resonaba desde fuera de la sala de control y Eric frunció el ceño profundo, a punto de ponerse de pie. Lo tomé del brazo y lo detuve, sin dirigirle una mirada mientras hamacaba a Eric Jr. en mi pierna.

—Déjala, papá paranoico, sabes como es tu mujer de exagerada.— dije, aún sosteniéndolo mientras me balanceaba. Eric Jr. me sonreía, agitando sus brazos a todas partes. Era toda una monada, balbuceando cosas que no entendía.

—Lo sé, lo sé, pero me pones los nervios de punta que le pase cualquier cosa.— dijo Eric, retorciendo sus dedos antes de hacerle caritas a Eric Jr. La bebé comenzó a reírse, como si se asfixiara, así de mucho.— Es tan jodidamente horrible creer que le puede ocurrir cualquier maldita cosa. Es una mierda esta incertidumbre.

—¡Groserías, Briggs!— gritó Aspen desde afuera y una sonrisa estúpida cruzó su rostro. Había que admitirlo, una sonrisa estúpida, pero bastante dulce.

Me gustaba ver como mi amigo se desarmaba y comenzaba a temblar sólo por tres palabras de su mujer. Lo había visto pasar de un llanto a una sonrisa, o del enojo a la ternura inmediata más de una vez y algo dentro de mí comenzaba a preguntarse cómo sería todo para mí si encontraba una mujer que me hiciera sentir eso. Quiero decir, ¿Sexo increíble? Sí, la mayoría de las chicas con las que me acostaba conseguían dármelo, pero ninguna me dejaba la sensación que Aspen le dejaba a Eric. No lo sabía a piel propia, claro, pero en cada canción que le escribió a su mujer, dejó su alma, sus emociones, su corazón.

Aspen regresó a la habitación, algo agitada y tomó su bolso del tablero de control. No estoy seguro como hizo Aspen para estar un par de horas aquí cuando Casey estaba aquí (era obvio que querían arrancar los cabellos de la otra), pero parecía que ya era hora de irse (y tampoco sabía como lo hacía, cuando se había rehusado antes a marcharse, cuando Casey se lo sugerió). Podía ver a Casey relajarse por eso pero Aspen era ajena a la sitación.

—Tengo que irme, Chaddy tuvo una crisis y tu hermana...— comenzó Aspen, guardando las cosas dentro de su bolso.— Tengo que ayudarlos, a mediar, yo entiendo a Jus, Tamara vendrá si necesitas ayuda.

—Espera, ¿Qué? ¿Cómo que tuvo una crisis?— comenzó Eric, pero en lo único que yo podía pensar era en ella. En esa calienta braguetas.

Sólo había pensado en esa mujer muy ocasionalmente, en especial cuando iba a la cama con una chica y ella no cumplía mis expectativas. Sólo por esa mujer. Aún recordaba muy bien todo lo que sentí.

«La rubia estaba bailando sobre Eric, haciendo que sus manos la recorrieran antes de subirlo al escenario y bailarle contra el tubo. Todas esas delicias del pecado me parecían bastante familiares, pero en lo único en lo que pensaba en realidad, en ese momento, era que nadie había sido entregada a mí.

—Oh, pero si aquí tenemos a Aaron Brooklyn.— cantó una chica, pelirroja, con un traje de baño de una sola pieza y un jodido velo cubriéndola. Sólo podía ver sus tetas, que eran algo pequeñas pero firmes y redondas.

—Pero si aquí tenemos a la siguiente en mi cama,— dije, tomándola por la cintura y ella se meneó en mi regazo antes de volver a subir a la mesa frente a mí. La rubia salió corriendo y Eric salió disparado detrás de ella, pero además de eso, nadie más se había movido.— ¿Qué nombre voy a agradecer una noche asombrosa?

—Puedes llamarme Tamara.— sonrió, una sonrisa pícara que me puso a mil. Esos labios llenos, esos ojos avellanas, esas tetas maravillosas. Sí, puedo llamarte mi perdición, también.— ¿Te he dicho que soy una gran fanática?

—¿En verdad?— pregunté, sabiendo que ya estaba listo para ella, sólo necesitaba mover ese traje a un lado y meterme en su interior. Se sentó a horcajadas de mi regazo, gimiendo sin dudas al notar mi erección. Se inclinó hasta que su boca cayó sobre mi cuello y pasó su lengua traviesa a través de mi piel. Oh, demonios.

Bésame y prométeme un para siempre (Sonríe y dí que me amas #2) [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora