Eric
Los días estaban pasando y mi mundo entero estaba partiéndose en pedazos. Despertar cada día, cuando apenas lograba dormir y no encontrar a Aspen a mi lado era frustrante. Agotador. La extrañaba. La extrañaba en serio. Mi corazón se agitaba prácticamente desanimado dentro de mi pecho, pero tenía que ser fuerte. Fuerte por mis niñas, mis dulces ángeles.
Mecí a Danielle en mis brazos, quien acababa de despertar y dormirse tras beber su biberón. Ella era tan pequeña. Tan pequeña, que a veces me daba miedo sostenerla en mis brazos, por miedo a romperla. Sonreí, con los recuerdos de cómo había sido de igual manera con Cameron. Aspen me diría: No puedes romperla, pero ella te va a hacer sentir tan fuerte. Fuerte de maneras más allá de lo físico.
Tenía razón. En los casi dos años que Cameron tenía, me hizo sentir fuerte, como si yo fuera su mundo, como si fuera el héroe que la salvaría de cualquier. Pero también me hizo sentir débil, de impotencia, cada vez que no pude detener sus lágrimas, calmar sus pesadillas o sostenerla durante una noche de tormenta. Danielle me hacía sentir débil cuando lloraba, buscando a su madre sin encontrarla. Aspen me hacía sentir débil, porque no pude protegerla cuando debí, porque se la llevaron y yo no pude defenderla, porque no podía encontrarla y traerla a casa de nuevo.
Dejé a mi bebé en su cuna, encendí el monitor y me lo llevé mientras salía de la habitación, de regreso a la sala con la agente que estaba vigilando la situación. Habían rastreado la dirección de correo que "supuestamente" era de Aaron a una compañía fantasma, detrás de varios fraudes y robos. Pero no tenían como localizarlos. El sujeto al otro lado del correo me ordenó que pasara el dinero de Aspen a la cuenta "nueva" de Aaron, para que ellos pudieran ser felices del otro lado del mundo.
Era obvio que este sujeto no tenía experiencia y no era ni un poco listo. No fue discreto, por lo que más de una persona sabía que no había sido un escape, había sido un secuestro. Y el maldito responsable iba a pagar.
—Lo estás haciendo bastante bien,— dice la agente, señalando con su pulgar hacia la puerta por la que acabo de entrar. Asentí, aunque no creía estar haciéndolo muy bien. Quería sólo correr y alejarme de esto, encontrar a Aspen y traerla a cualquier costo.— yo habría colapsado. He visto padres que se rinden a la presión. No te estoy halagando por nada, señor Briggs, lo digo porque estás siendo fuerte... Y tienes que permanecer así.
Asentí de nuevo, dejándome caer contra el sillón, actualizando mi correo una y otra vez, para ver una nueva señal del imbecil que tenía a mi mujer. Me sostuve al teléfono hasta que Danielle lloró de nuevo y debí ir a revisarla, entonces regresé a la sala.
Mis ojos pesaban de cansancio cuando el teléfono sonó agudamente fuerte, levantándome de un salto. La agente Williams dió un salto también, claramente sorprendida y apretó varios botones en la computadora antes de darme una señal para que atendiera.
Lo recogí, y en cuanto hablaron del otro lado, mi corazón volvió a mi pecho.
—¿Eric?— la quebrada voz de Aspen trajo de inmediato lágrimas a mis ojos y tragué el nudo de alivio que se formó en mi garganta.
—Amor, ¿Aspen? ¿Estás bien?— gemí, adolorido de escuchar su voz así. Aspen sollozó desde el otro lado y yo sollocé desde aquí, desesperado por oír más de su voz, por saber donde estaba, qué hacía en el teléfono, qué necesitaba.
—Estamos en el hospital, Eric, ven por mí.— suplicó, diciendo casi sin ganas la dirección y no pensé dos veces cuando me puse de pie del sillón y corrí hacia la entrada.— No quiero estar sola en este maldito hospital, no quiero pasar más tiempo sin ti.
—No, no mi cielo, voy a estar ahí en...— comencé, cuando la voz de la agente Williams sonó en el aire.
—Debe esperar, señor Briggs, los detectives están dirigiéndose hacia allí. Lo llevaremos hasta allí.— dijo la agente y yo negué con la cabeza, poniéndome una chaqueta colgada junto a la puerta.
—A la mierda con esperar, no puedo dejarla sóla.— gruñí, y la agente Williams se acercó para sujetarme del brazo.
—Debe llamar a alguien para cuidar a sus hijas, no puede llevarlas con usted. No sabe si el loco que secuestró a su esposa está por allí, esperando para ir tras ellas.— dijo la agente y, demonios, tenía razón. Suspiré y asentí con la cabeza, aferrándome al teléfono como si lo necesitara para vivir. Lo necesitaba. Mi otra mitad estaba en el otro lado de la línea.— Oficiales vendrán a vigilar la casa.
—Aspen, debo esperar a que llegue la policía para cuidar a las niñas. ¿Podrías esperar eso? Me apresuraré en cuanto pueda, cariño, tan rápido como pueda.— supliqué y Aspen soltó una risita amarga mientras se sostenía al teléfono.
—¿Puedes quedarte en linea? Siento que si suelto el teléfono yo ya no... Ya no pueda oirte de nuevo.— dijo Aspen, con la voz algo quebrada y una apretada banda se cerró sobre mi pecho.
—Claro que puedo, y si no pudiera, ¿crees que eso me lo impediría?— pregunté, con mi tono algo más animado y Aspen rió. Pdía sentir la sonrisa que ella tenía, porque yo tenía una igual.
—Te amo tanto, mi Briggs.— susurró, haciéndome sentir enorme con sólo cinco palabras. Suspiré profundo y alejé el teléfono de mi rostro por el sollozo que se me escapó. Lo acerqué de nuevo, fundiéndome en todo lo que significaba mi Aspen.
—Te amo mucho también, Sexy.
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Bésame y prométeme un para siempre (Sonríe y dí que me amas #2) [TERMINADA]
Romance*LA SEGUNDA PARTE DE "SONRÍE Y DÍ QUE ME AMAS" YA ESTÁ AQUÍ! Dos historias. Dos amores. Un bebé. Y muchas dudas... Justin Newton ha sufrido bulimia desde que es un adolescente, ha tenido recaídas pero finalmente consiguió superarlas gracias...