Capítulo 28

1K 83 0
                                    

Aspen

Los días estaban pasando. Creo que había sido más de una semana desde el accidente. No lo sabía con seguridad, pero sentía que pasaban. Sabía que hora era cada día porque me desperaba a las tres de la mañana, esperando que Cameron trepara en la cama. Pero no sucedía. Porque no estaba en la cama. Y porque Cam no estaba aquí conmigo.

Nadie estaba conmigo.

Nadie más que Aaron. Miré hacia él, donde yacía inconsciente, o dormido en el suelo. No sería la primera vez que lo golpearan y lo dejaran allí. Suponía que aún estaba vivo, porque oía su pesada respiración forzada. Su nariz estaba rota, eso era seguro. Estaba prácticamente famélico, ¿y cómo no estarlo? No nos alimentaban, y si lo hacían, sólo era un sandwich de crema de maní.

Mi cuerpo me dolía. No sólo por lo que Patrick me hizo, o por los golpes de sus matones. Esto era una necesidad primordial. Mi cuerpo, mi pecho, mi corazón, estaba doliendo, rogando por mi otra mitad. Rogando por mis pequeños ángeles. Rogando por Eric. Lo necesitaba. Lo necesitaba más de lo que había pensado posible. Más de lo que alguien necesitaba sanamente a otra persona. Necesitaba que me salvara. Necesitaba ver a mis hijas.

Necesito volver a casa.

Me forcé a ponerme de pie, aún con las manos atadas contra la pared y miré a la puerta, como si alguien pudiera oírme. Comencé a golpear la pared con mis puños, soltando gritos para que alguien viniera. Aaron obviamente estaba inconsciente, porque no respondió ni un poco.

—Oigan, ¡oigan! ¡Vengan aquí!— grité, oyendo pasos en el corredor. Mi voz sonaba seca y quebrada, mi garganta se sentía arañada cada vez que sacaba una palabra a la superficie.

Uno de los matones abrió la puerta, haciendo el horrible sonido de arrastre del metal contra el suelo de cemento. Preparó una jeringa en su mano y pegué mi espalda a la pared, alejándome de ser sedada.

—Espera, tenemos que hablar.— dije, tratando de hacer tiempo. Bien sabía que Patrick no estaba en este infierno durante estas horas y el sujeto tras la máscara no dejó de acercarse.— ¡Dinero! Estás en esto por dinero, ¿verdad? No podrías estar por otra cosa.

No respondió, pero que se quedara quieto me dijo que yo tenía razón. Asentí, tranquilizándolo de que lo entendía. Entonces continué.

—No me importa lo que Patrick te haya prometido, yo te daré el doble... Tengo dos niñas pequeñas en casa y mi dinero me importa una mierda. Tendré efectivo tan pronto llegue a casa, ¿Patrick te puede prometer eso? ¿Te dijo ya que está en la ruina por su culpa?— señalé a Aaron y el matón siguió la mirada. Él me estaba escuchando, bien.— Patrick no tiene un centavo, por eso nos tiene.

Tomó varios minutos, pero él respondió. —Tengo un niño en tratamiento. Cualquier cosa que digas, te conviene que sea cierto.

—Oh, lo siento mucho.— dije, sintiendo un poco menos de rencor por este sujeto. Entendía por qué hacía estoy y el sonido de su voz me aseguró que no fue ninguno el que me había golpeado. Éste era el guardia de la noche.— Me entiendes entonces. La necesidad de estar con mis niñas... Yo necesito salir de aquí. Acababa de nacer cuando me trajeron aquí, necesito a mis hijas. Dime el precio, dime cuanto debo pagarte para que nos dejes ir.

El sujeto salió de la habitación y cerró detrás de él. Cuando luego de un buen tiempo él no regresó, me resigné y me senté sobre el suelo, sólo justo a tiempo cuando la puerta volvió a abrirse, revelando al mismo sujeto, con un cuchillo en la mano. Mi primera reacción fue encogerme en mi sitio, pero al notar que sólo era para cortar mis ataduras, me tranquilicé y una ola de esperanza fluyó a través de mi espalda.

Voy a regresar. Voy a regresar pronto.

Bésame y prométeme un para siempre (Sonríe y dí que me amas #2) [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora