Chad
Mi cabeza se inclinó y cayó, prácticamente sumido en el sueño cuando oí un alarido y un coro de gritos desde la otra habitación. Me despertaron, asustándome, pero no me alteré demasiado. Como cada vez que Justin recaía, nos establecíamos en un centro que ayudaba con terapias y tratamiento psicológico.
¿A qué me refería con recaer? Bueno, Justin había caído a las viejas costumbres de verse en el espejo cientas de veces, tocar su estómago e imaginarse que estaba más grande de lo usual. Dejar de comer, de dormir, obsesionarse con el gimnasio. De eso, a conseguir sus dedos en su garganta, había un solo paso: ser ignorado. Lo admito, yo había tenido cierta culpa. Me había enfocado en mantener a Tamara en calma, por nuestro bebé, y a Aaron sin peleas, por los negocios.
¿A dónde había dejado a mi esposo, entonces? A un lado, en un sitio en donde no lo veía, no veía que hacía, no veía que su cuerpo estaba pidiendo a gritos ayuda, ya que su mente estaba lista para destrozarlo.
Y no lo noté hasta último momento.
La terapia iba a tomar días. Los días se convirtieron en semanas y luego un mes se pasó volando. Justin no mejoraba. No progresaba. No nada. Hablaba por teléfono con Aspen, casi como si no lo quisiera hacer, pero le preguntaba decena de cosas antes de colgar y llamar a alguien más. No sabía a quién, pero estas converaciones ya no me las dejaba oir. La terapeuta había dicho que Justin no subía cinco kilos para la semana que venía, él se quedaría internado por tres meses.
—Puedes hacerlo, Jus. Tienes que hacerlo, por tu sobrina nueva, por nuestro bebé, cariño.— supliqué la última vez que había conseguido su atención por completo.
—¿Por qué no te vas a casa? Ahora que estoy metido en este jodido lugar podrás ir a follar por allí con tus "modelos," o incluso con esa perra a la que llamas tu asistente.— gruñó, alejándose de mí para ir a, quién sabe que sitio.
No era obligación que yo estuviera ahí, pero estaba enamorado de este hombre e iba a quedarme a donde sea que él se quedara, apoyándolo en todo lo que pudiera. Demostrándole que, a pesar de todo, yo estaría allí para él siempre.
Los alaridos crecieron y en cuanto reconocí la voz de Justin, mi preocupación aumentó. Me levanté de un salto del sillón en la sala de lectura y corrí fuera hasta el frente, en la sala de recreación donde había televisión y música. Antes habían sido una sola habitación, pero los pacientes se habían quejado al punto de ponerse violentos cuando una televisión encendida no los dejaba leer, o jugar los juegos de mesa.
—¡Chad!— volví a oir y me apresuré a entrar a la sala de recreación, para ver a Justin con los ojos llorosos, sus manos como puños contra su pecho. En cuanto me vió entrar, corrió hacia mí y se sujetó a mi cintura para llorar sobre mi hombro.
—¿Qué pasa? ¿Qué sucedió?— pregunté, sosteniéndolo con fuerzas y él sólo señaló a la televisión. Mi vista voló hacia allí y mi corazón saltó hasta mi garganta antes de sostener a Justin con una sola mano y sacar mi teléfono de mi bolsillo.
Por favor, por favor, contesta. Tenemos una emergencia.
ESTÁS LEYENDO
Bésame y prométeme un para siempre (Sonríe y dí que me amas #2) [TERMINADA]
Romance*LA SEGUNDA PARTE DE "SONRÍE Y DÍ QUE ME AMAS" YA ESTÁ AQUÍ! Dos historias. Dos amores. Un bebé. Y muchas dudas... Justin Newton ha sufrido bulimia desde que es un adolescente, ha tenido recaídas pero finalmente consiguió superarlas gracias...