Chad
Me comía las uñas de nerviosismos, en medio de la sala de estar de mi casa cuando oí la puerta abrirse. Justin entró, con los ojos hinchados y me levanté corriendo para abrazarlo contra mí, como si no lo hubiese hecho en años.
—Dios, Jus, me tenías preocupado. —susurré, separándolo lo suficiente para estrellar mis labios en los suyos—. ¿Estás bien? Dime que estás bien.
Sus ojos azules se volvieron piscinas y colapsó contra mi pecho, llorando con fuerza, sus hombros sacudiéndose de arriba a abajo. —¡Fue mi culpa! Todo lo que le ocurrió a Aspen, fue mi culpa.
—Bebé... —comencé, pero Justin negó con la cabeza, alejándose de mí.
—Yo le di ese collar, con el que ese sujeto la rastreó porque él me dió información, me dio fotos en las que tú me engañabas. —gritó, con la voz quebrada y mis ojos se ampliaron al oír sus palabras.
—¡Yo nunca te he sido infiel, Justin! —le regresé, intentando no gritar, pero aún así, mi voz se oía fuerte. ¿De qué demonios hablaba?
—¡Te vi en esas fotos! Tocando a tus modelos, a hombres más guapos, a Lidia... —Su voz se amargó y abrí mi boca para protestar, para negar todo eso, porque nada era cierto, cuando él continuó—. ¡Sé que estuve mal, Chad! Tú eres un hombre leal, tan bueno conmigo y yo... No sé por qué eres tan bueno conmigo, cuando yo nunca te entrego nada y...
Volvió a romper a llorar, derrumbándose sobre el suelo y allí caí yo también, listo para sostenerlo y abrazarlo.
—Está bien Jus, no fue tu culpa. Sé que... A veces actuo un poco misterioso y...
—¡Ya basta de echarte la culpa cuando sabes que soy yo! ¡Siempre soy yo! ¿Acaso me crees tan débil como para no poder aceptar la verdad? ¡Sólo dilo! ¡Sólo dime que soy el culpable de todo!
Tomé un profundo respiro, aún sosteniéndolo por los hombros para que no se separara de mí. Lo miré, profundo a esos hermosos ojos azules y una sonrisa se dibujó en mi rostro.
—Sí, eres culpable... Eres culpable de que Tamara haya venido a vivir con nosotros, eres culpable de que nuestro hijo haya sido creado, eres culpable de que Aaron finalmente haya conseguido unirse con Tammy, eres culpable de ella aún siga viva... También eres culpable de haberle entregado ese collar a Aspen, que ayudará a la policía a encontrar a ese malnacido y de que Aspen se sintiera tan en casa como podía luego de la terrible noticia que le dieron. Dios santo, Justin, eres culpable de hacerme sentir tan agradecido con la vida cada mañana, cuando despierto y veo esos hermosos ojos tuyo, de hacerme sentir tan enamorado, tan dichoso, tan completo... —Mis ojos estaban llenos de lágrimas, tanto como los suyos y sujeté sus mejillas para que me viera fijamente, sin parpadear—. Eres culpable de haberme embrujado, y hacerme amarte cada día de mi vida. Eres culpable de que tengamos una familia. Eres completamente culpable de todo eso, y no podría ser más feliz por ello.
Justin se derritió como hielo bajo el sol, arremetiendo contra mí con un solo objetivo: unir nuestras bocas. Fue un beso desesperado, pero a la vez aliviado, porque todos sus temores se aliviaban allí, con mis palabras, y todos mis temores se aliviaban allí, en sus labios. Sus besos, dios santo, a veces no los tenía por mucho tiempo, pero una vez que llegaban, tenían mi cabeza girando, volviéndome loco, haciéndome desear más y más.
Sus manos recorrieron mi cuerpo para poder quitarme la camisa, y se lo permití, dejando que su boca vagara para jugar con mi cuerpo, con cada punto sensible que tenía y que él conocía por completo. Me dejé caer hacia atrás cuando me empujó para que me recostara, y sus labios fueron bajando por mi pecho, alcanzando mi abdomen y pasando su lengua por la línea de los pantalones.
—Jus, amor... Déjame... —pedí, pero Justin se encargó de abrir mis pantalones y bajarlo lo suficiente para liberarme. Me tomó fuerte en su puño y gemí, olvidando todo lo que podía decir.
—No... Sabes que amo ver como te deshaces en mi boca. —gimió juguetón, su puño moviéndose arriba y abajo, su otra mano alcanzando arriba para pellizcar mis pezones.
—¡Jus! —gimoteé, tratando de mantener mis caderas bajo control cuando su boca bajó sobre mí.
Prácticamente me volví papilla bajo su toque, bajo sus manos, su boca, cada pequeña cosa que me hacía. Quería follar esa boca hasta venirme en lo profundo de su garganta, sabiendo que él amaba eso, pero también quería subirlo sobre mí y hacerle el amor tan dulcemente como pudiera.
—No, es mi turno esta vez. —dije, apartándolo suavemente antes de voltearlo sobre su espalda y deshacerme de toda su molesta ropa. Jus gimió, amando la brusquedad de mis acciones antes de jalarme arriba lo suficiente para alcanzar mi boca de nuevo.
—Te amo, te amo tanto, Chaddy... Házme el amor...— suplicó, luego de que jugué con él, con su dulce polla en mi boca por tanto tiempo como para hacerlo rogar.
—Todo lo que quieras, amor. —Sonreí, levantándome del suelo para ir por la botella de lubricante en nuestra habitación. Regresé como rayo, dejándome caer a donde Jus aún yacía, su mano entreteniéndose hasta que regresé, riendo al verlo—. Cuan impaciente te volviste.
—No puedes sólo chupar mi polla así e irte. —rió Jus, sin detener su mano. Bajé mi boca sobre él una vez más y sus caderas se despegaron del suelo para llegar más pronfundo en mi boca, pero me alejé, consiguiendo un gimoteo de su parte—. Chaddy...
—Sólo déjame hacer lo que sé mejor... —Unté lubricante en mi mano y lo llevé al sitio en el que mi polla deseaba estar enterrada. Jus gimió, empujando sus caderas contra mi mano, cada vez más y más rápido, en especial cuando añadí otro dedo, bajando mi boca para llenarme la boca con él.
—¡Chad! —gritó, estallando dentro de mi boca, y disfruté cada gota de su nectar antes de levantarme y acomodarme en su entrada. Aún retorciéndose de placer, Jus gritó una vez más en cuanto entré a él—. Diablos, oh, Chad.
La puerta se abrió y Tamara se apareció allí, congelándose al vernos y cubriéndose los ojos ante la situación.
—¡Lo siento! Yo... Voy a irme ahora. —dijo, buscando a tientas la perilla de la puerta. Retrocedió para cerrarla, y antes de que cerrara por completo, gritó—: ¡En serio lo siento!
—¡Gracias! —grité, agradecido de que nos dejara solos. Sólo sería esta vez. Bajé la mirada a Jus y una enorme sonrisa se expandió por mi rostro al ver sus mejillas sonrojadas—. Oh, ¿en qué estaba?
—Sólo házmelo, Chad, ya no lo resisto. —gimoteó, su polla agitándose cuando comencé a moverme. Me perdí en esa sensación, en cada sensación que me entregaba y me incliné para besarlo, porque había tanto que quería hacerle y tan poco que podía hacer a la vez.
Así que me fundí en todo lo que Justin era, disfrutando cada caricia, gemido o beso que me entregaba, y entregando el doble hacia él. Me moví cada vez más rápido, cada vez más profundo, cada vez más hambriento y Jus me ayudó a superar cualquier barrera para saltar a la deriva del orgasmo mientras me susurraba cosas sucias a mi oído.
Me vine tan duro que casi no lo creí profundo, con la propia liberación de mi esposo cubriendo mi vientre y el suyo, sintiéndome tan conectado a él como nunca, susurrándole que lo amaba y comenzaba a besarlo de nuevo, sin estar saciado en lo absoluto. No habíamos tenido tiempo de compartir nuestro amor así que iba a aprovechar cada oportunidad ahora ya que pronto seríamos una familia y tendríamos un bebé al que cuidar 24/7.
Sí, esta noche, sólo se trata de Jus y yo.
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Bésame y prométeme un para siempre (Sonríe y dí que me amas #2) [TERMINADA]
Romance*LA SEGUNDA PARTE DE "SONRÍE Y DÍ QUE ME AMAS" YA ESTÁ AQUÍ! Dos historias. Dos amores. Un bebé. Y muchas dudas... Justin Newton ha sufrido bulimia desde que es un adolescente, ha tenido recaídas pero finalmente consiguió superarlas gracias...