Tamara
Cameron dormía en la pequeña cuna que tenía en mi habitación y yo comencé a pasar todas las citas atrasadas de Aspen a las fechas actuales. Era un trabajo que no acabaría jamás. Me levanté de mi sitio y caminé frente a mi habitación, pensando que no se veía tan vacía con esa cuna y con esa bebé dentro.
Entonces, toda la nostalgia me golpeó de nuevo. Un bebé, ¿Qué tan malo sería? Si tan sólo pudiera conservarlo y cuidarlo, que alguien más lo hiciera conmigo. Suspiré profundo y regresé a la sala, al rincón junto a la ventana que tenía mi computadora y la agenda de citas de Aspen. Tenía que distraer mi mente, de eso y de Aaron Brooklyn, quien me provocaba a pelear con él, que me obligaba a recordar lo que yo quería olvidar.
Envié un correo electrónico tras otro con las nuevas fechas para las citas cuando mi teléfono sonó.
—¿Sí?— pregunté, luego de responder, sin siquiera ver el identificador. Lo que fue un gran error.
—¿Tamar? ¿Mi Tamar? Oh, cariño, ¿Cómo has estado? Han pasado décadas desde que hablamos, ¿Por qué no le has hablado a tu madre antes? He estado muy preocupada, ¿Eso es lo que quieres? ¿Preocuparme?— el parloteo insesante me hizo golpear mi rostro contra el escritorio.— ¿Tamar?
—Sí, mamá, lo siento, he estado muy atareada.— dije, intentando que no oyera la molestia en mi voz. Gruñó, el gruñido que me decía que un terremoto se avecinaba.
—¿Atareada? Oh, deberías hacerte tiempo para tu madre, ¿Acaso no me valoras, Tamar? ¡Yo te he dado la vida! ¿Y así es cómo me lo pagas?— odiaba cada uno de sus reclamos odiosos, puesto que cientas de veces me había dicho que había sido un error el que yo hubiera nacido.
—Lo siento, mamá.— dije, intentando no colgarle. Ella debía decirme algo importante, entonces yo no me preocuparía por ella en un tiempo, entonces colgaría. Esto era típico.— ¿Cómo estás tú?
—¿Yo? Yo estoy muy mal, pero dudo que eso te importe. Rick, sin embargo, está pendiente de mí, no cómo tú, Tamar, y eso me decepciona tanto.— comenzó y miré el teléfono confundida.
¿Quiero siquiera preguntarlo?— ¿Quién es Rick, mamá?— pregunté y ella soltó una risa agria, desagradable.
—¿Lo ves? Si hubieses llamado antes, te hubiese contado que alguien ha respondido a la página de citas, Rick es mi nuevo novio.— dijo y froté mi rostro con ambas manos. Esto sólo significaba que pronto estaría consolándola y "convenciéndola" de no acabar con su vida cuando él la dejara. Y él la dejaría, a menos que fuera sordo, ciego y con una paciencia realmente grande.
—¿Rick? ¿Así que, ya lo viste? ¿Tuviste citas con él?— pregunté, contando las hojas que caían del árbol fuera de la ventana. Eso era más entretenido que cualquier cosa que mamá estuviera a punto de decir.
—No, pero él ha sido muy gentil y me ha pedido mi teléfono. Y llama, mucho más que mi propia hija.— rodé mis ojos, no lo pude evitar.— Incluso ha pedido mi dirección para venir a visitarme uno de estos días.
—Espero que no se lo hayas dado, mamá.— dije, con mi voz profundizándose por la preocupación. Esa mujer o no temía por su vida, o simplemente era ingenua. Y lo peor era que yo pagaba por eso.
—¡Claro que lo he hecho! Aún no se ha pasado, pero ha enviado decenas de regalos.— dijo ella emocionada, incluso indignada porque le hubiese preguntado. Mi madre podría ser bastante ignorante algunas veces.— Tamar, no espero que lo entiendas, conociéndote, tú no tienes ningun hombre en tu vida porque no puedes encontrar los buenos. Yo sí encontre a Rick, y él es bueno, no es mi culpa que estés molesta conmigo por no encontrarte uno.
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Bésame y prométeme un para siempre (Sonríe y dí que me amas #2) [TERMINADA]
Romance*LA SEGUNDA PARTE DE "SONRÍE Y DÍ QUE ME AMAS" YA ESTÁ AQUÍ! Dos historias. Dos amores. Un bebé. Y muchas dudas... Justin Newton ha sufrido bulimia desde que es un adolescente, ha tenido recaídas pero finalmente consiguió superarlas gracias...