Capítulo 18

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Tamara

Lancé un vistazo hacia el baño, hacia donde Aspen acababa de irse y entonces, detrás de ella, Aaron se fue. No quería creerlo, las lágrimas se aparecieron en las esquinas de mis ojos pero parpadeé duro para evitar que cayeran mientras continuaba tocando.

¿Es en serio? ¿Justo cuando estamos aquí? Ni siquiera se quedaron para oírnos tocar.

La canción terminó, la segunda canción que tocábamos y la gente comenzó a aplaudir y saludar, pidiendo firmas y fotos con Eric. Los esquivé bajando del escenario y dirigiéndome hacia donde estaban, donde un cartel anunciaba los baños y las lágrimas regresaron una vez más.

¿Follar con nosotros aquí? ¿Qué demonios les pasa?

Iba a entrar allí y darle su merecido a ambos cuando un alto hombre, candente y peligroso salió del corredor que llevaba a los baños y me entregó una muy brillante sonrisa. Dios, ni siquiera debía darle importancia a Aspen y Aaron follando en el baño. No cuando un dios así estaba sonriéndome. Sí, me dolía su traición, en especial por Eric, pero fue su culpa por arriesgarse a eso.

Aparté mi mirada del señor Seducción y me dirigí a la mesa por una lata de soda. Esa preciosidad no necesitaba una cara llorosa que se reflejara en sus perfectamente pulidos dientes. Pensé que podía haberlo evitado, no haber llamado la atención, pero me equivoqué cuando sentí a alguien junto a mí y mis ojos se perdieron en unos color jade.

—Estás llorando.— dijo, sin dudas, con la sonrisa aún puesta. Me pude despegar de sus ojos lo suficiente para ver que me extendía un pañuelo y lo acepté con timidez.— Una belleza como tú nunca debería derramar una lágrima.

—Bueno, esta belleza de aquí ha estado derramando muchas estos meses.— exclamé, porque era la pura verdad. Las hormonas de embarazada eran una mierda. Lágrimas por esto, lágrimas por aquello. Frustrante en serio.

—Pues no deberías. Me hubiese gustado haber estado antes para secar esas lágrimas.— insistió, la sonrisa ampliándose. Me reí como una tonta mientras tomaba un sorbo de soda.

No, no era momento de decir que había alguien que estuvo limpiando las lágrimas y que no era quien yo hubiese querido. Ya sabes, cuando quieres a un chico conteniendo tu llanto no esperas que sea uno de los sujetos a quien le haces de sustituta, sino el sujeto que va a tu cama casi cada noche para follarte.

—Tengo una solución instantanea de todas formas.— dijo él en un susurro bajo, íntimo, que me sonó a una muy indecente propuesta. La sorpresa me hizo verlo a los ojos, una especie de lujuria enroscándose en esas gemas.— ¿Bailas?

Asentí con la cabeza, muda, por completo, sintiendo esos fuertes dedos envolviéndose en mi cintura y jalándome contra su cuerpo luego de haberme llevado en medio de la pista, donde una demasiado seductora canción estaba sonando en manos del DJ.

—Soy Patrick,— susurró con voz ronca en mi oído y mi cuerpo se sacudió con ansiedad. Dios, podría caer facilmente en las redes (y las sábanas) de este sujeto, si yo le atraía también.

¿Y quién no podría sentirse atraído a mí? Él lo hacía. La semidureza chocando con mis caderas me lo aseguraba. Tenía razones para estarlo. Con esto de subir de peso, mis caderas estaban más anchas y mis senos más gordos. Me sostuvo de la cintura y me jaló aún más cerca. Con las luces bajas, dudaba que a cualquier persona le importara lo pegados que estábamos.

—Me llamo Tamara.— susurré de regreso, mi voz con ronca con excitación. Esta era otra ventaja de las hormonas. La excitación era como un interruptor, yendo de cero a cien en sólo un toque. Y su mano estaba haciendo un buen trabajo, estrujando mi trasero entre sus dedos.

Bésame y prométeme un para siempre (Sonríe y dí que me amas #2) [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora