Capítulo 44

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Tamara

Mis mejillas ardían con total vergüenza mientras dejaba el departamento de los chicos e iba por las escaleras un piso más arriba, con las rodillas temblándome. Había cancelado mi cita con Aaron y fue sólo porque él había salido con esas asquerosas dos palabras.

Quiero decir, eran hermosas... siempre y cuando estuvieran lejos, y no saliendo de mi boca hacia los oídos de un chico, o viceversa. No podía amarme, porque si él me amaba, significaba que lo que yo sentía por él también era amor. Y si lo amaba, podría resultar herida por cualquier pequeña cosa que él hiciera.

Nop. Nope. Nou. Eso no era para mí. Ya habíamos visto los resultados que un poco de amor puede hacer en tu vida con mi madre. Primero, lo tienes en abundancia, luego se va y ¿qué sucede? Enloqueces. Como un maldito hambriento de poder, te vuelves hambriento de amor e intentas conseguirlo en todas partes, de cualquier forma. Actuas como loca, haces cosas sin sentido, así como cuando estás enamorado, pero mil veces peor porque tu única excusa es que no tienes amor y que nadie está dispuesto a dártelo.

Aaron... sí, él era gentil, amable, yo lo... quería muchísimo pero, ¿casarnos? ¿Amarme? Aaron había ido más allá de mis límites, sobre todo cuando se adelantaba tanto, cuando yo no estaba tan acostumbrada a todo esto.

No podía. Así que iba a abrir esa puerta, vería a Aaron Brooklyn a la cara y le diría que no. Que no podíamos estar juntos y que no podía amarme, ni yo a él, porque...

La puerta del departamento se abrió en mi cara y, tomada por sorpresa, el resto de mis pensamientos salió en voz alta—: ¡...tengo miedo a herirte y a que me hieras si te amo!

Una sonrisa se expandió en los labios de Aaron mientras que elevaba una ceja.

—Vaya, bueno, eso resultó mucho más rápido de lo que esperaba. —Rió Aaron, rascándose la cabeza y destelló esa enorme sonrisa de rockero que él tenía, complementándolo con unos brillantes ojos grises.

—No, yo... Sólo estaba pensando... —comencé a balbucear, sin saber como reparar eso y Aaron se adelantó un paso para sujetarme las mejillas y besarme. Un beso corto pero intenso, dejándome sin aliento.

—Escúchame, Tammy. Dime toda la mierda que quieras, pero Briggs me dió el mejor consejo que alguien podría darme y es sencillo. —Tomó un profundo respiro y me sonrió, una sonrisa casi infantil que llegó a su mirada, iluminándola por completo—. Yo, el maldito Aaron Brooklyn, el bastardo ex (y presta mucho atención en el EX) mujeriego, que disfrutaba (en tiempo pasado) de dormir con chicas aleatorias, jodidamente te amo, y me importa un coño si tú tienes miedo o no. Me rechaces o no, aquí voy a estar; por las mañanas, las tardes y las noches, incluso las madrugadas, voy a estar aquí, dándote mi jodido corazón y diciéndote que te amo cada maldito minuto de mi vida. Demostrándote que te amo cada segundo de mi vida, haciendo todo lo posible para que estés mejor, porque yo jodidamente te amo, y me importa una mierda que la gente se burla de mí, y que rompas mi puto corazón, te amo y voy a intentarlo todo por ti porque... Esta sensación es aterradora, sí, pero también es revitalizante y si alguien podría provocarmela, eras tú, Tammy. Siempre tú.

Me puse a llorar allí, y fue tanta la emoción que no pude decir nada, que no pude hacer nada más que lanzarme a sus brazos y besarlo con tanto amor como podía. Yo no podría decirle que lo amaba, pero si él me prometía tanto, yo iba a demostrarle que sí le correspondía. Lo amaba, pero me daba muchísimo temor siquiera pronunciar la palabra.

Aaron se separó lentamente, acariciándome las mejillas. —Vaya, y eso también fue más rápido de lo que planee.

—Oye, ¿es que me creías tan dificil? —pregunté, llorando entre risas. Aaron rió también, limpiándome las lágrimas con los pulgares.

—Diría más bien, jodidamente terca y obstinada, pero dificil se acerca. —se burló, y no pude evitar besarlo una vez más. Me separó de él, con los ojos amplios de emoción—. Oh, me olvidaba de algo.

—¿Qué? —pregunté mientras lo veía revisar en su bolsillo. Sacó su mano rápidamente, y la abrió con lentitud, dejando a la vista un anillo completamente negro, con un único diamante brillante en medio. Jadeé horrorizada, en el mejor de los sentidos—. ¡Aaron! ¡No esto! Es muy pronto.

—¿De qué mierda hablas? Te pregunté si querías casarte conmigo en el hospital y dijiste que sí, así que ahora no tienes opción. —respondió despreocupado, tomando mi mano para poner el anillo en mi mano.

—Yo sólo asentí porque no podía hablar. —lo corregí, sin poder despegar mis ojos del anillo. Aaron se llevó la mano hacia su boca para besar mis nudillos, entonces se encogió de hombros.

—Aún así, fue un sí. —respondió, y me reí como una idiota antes de estirarme y abrazarlo con fuerzas. Aaron me correspondió antes de alejarme un poco para verme a los ojos—. Tammy, ambos estuvimos cerca de la muerte. No quiero jodidamente perder tiempo esperando y... perder cualquier oportunidad de tenerte a mi lado cada día de mi vida.

—Te entiendo... —susurré, tocando cada centímetro de su rostro, recordando cuanto había sufrido pensando en lo que le había ocurrido y en todo lo que pudo haberle ocurrido. Horrible. No quería volver a sentir eso—. Pero no podemos casarnos... así.

—A la mierda con eso. Me conformo con que tengas ese anillo en tu dedo. Podemos ir por tus cosas cualquier día, hay sólo un piso de distancia. Y sobre bebés, bueno, follaremos lo suficiente como para que tengas hijos míos cada día.

Solté una carcajada antes de enterrar mi rostro bajo su cuello. —Dios santo, creo que esta relación va a ser tan... hermosa.

—Voy a asegurarme de que sea así, Tammy. Lo prometo por mi puto corazón.— dijo, enseñando su mano como juramento. Volví a reír.

—Tendremos que hacer algo con todos esos insultos, no son correctos. —Me burlé, enredando mis dedos en su cabello. Aaron puso los ojos en blanco y fingió un suspiro resignado.

—¿Sabes qué? Creo que ya empezamos mal con esto, Tammy, un jodido hombre necesita decir sus putas blasfemias de cada día. —respondió, pero sabía de todo corazón que si le pedía en serio que se detuviera, él lo haría.

Miré profundo en sus ojos y supe todo lo que tenía que saber. Aaron estaba aquí junto a mí para quedarse, para siempre.

—Dios, yo... —Me tiré a besarlo y bajé la voz tan bajo como podía para susurrar—. te amo tanto.

Una sonrisa tiró de sus labios y me besó una vez más, haciéndome sentir tan amada con sólo un beso.

—Y yo a ti, Tammy. Ahora, llenemos esa vagina de bebés.

—Dios, eres terrible. —Me reí y me dejé arrastrar al interior de la casa para disfrutar de todo lo que Aaron tenía para entregarme.

Aaron Brooklyn se ve tan jodidamente sexy en mis brazos.

Bésame y prométeme un para siempre (Sonríe y dí que me amas #2) [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora