Aaron
Agarré la mano de Tamara más fuerte y la llevé a mis labios, sin dejar de verla. Por si ella abría sus ojos. Por si ella despertaba para mí.
—Eres toda una calienta braguetas, bueno, no ahora. Estás tan pálida como un jodido fantasma, aunque siempre hay algo sexy en las paliduchas.— bromeé, sacando el cabello de su rostro y juré que vi una sonrisa. Claro que lo había jurado unas tres veces antes y ella no estaba moviéndose.
Oí un gruñido detrás de mí y sabía que era la oficial que me custodiaba, ya que ella era un poco demasiado feminista y se ofendía con las cosas que le decía a Tammy. Me reí entre dientes y sostuve más apretado su helada mano.
—Esta mujer no nos conoce, ¿cierto Tammy? No entiende como nos tratamos, y como te pones de caliente cuando te hablo sucio.— bromeé una vez más, suspirando profundo antes de sostenerme mi costado. Supuestamente, tenía una costilla fracturada, pero aparte del ligero dolor cuando reía, no sentía nada más.
Bueno, nada físicamente. Emocionalmente, sentía mi jodido y maldito corazón resonando, golpeando tan fuerte que dolía. No lo habíamos disfrutado mucho, pero dos meses con Tamara fueron increíbles, incluso si no quería admitirlo. Ella era linda, y divertida, y tan ella misma.
Follábamos, sí, la mayor parte de nuestra relación se basó en eso, pero teníamos nuestros momentos. A veces se quedaba en mi departamento y preparábamos el desayuno, o mirábamos televisión en el sillón cuando nuestras citas para follar se interponían en sus citas de estreno de películas. Además de eso, había algo bastante sexy en ella cuando sólo levantaba sus piernas y las ponía sobre mí, exigiéndome un masaje mientras veíamos tontas comedias de acción.
Mierda. Mentiría si dijera que sus ordenes no me ponían caliente. Yo era todo un jodido cachorro cuando se trataba de sus deseos. Un día nos habíamos puesto personales, y todo había sido porque dije...
—Me encanta toda esa seguridad que tienes, Tammy.— gruñí, sintiendo sus manos tomarme los hombros. Ella sonrió a medias, dejándose caer sobre mi regazo, sentada de lado y acomodándose contra mí para ver su programa.
—No era así, ¿sabes? Antes yo... Yo sólo le tenía miedo a todo, tenía miedo de hacer cualquier cosa. Mi madre, ella no...— sentí un ligero temblor en su voz y me sentí protector, poniendo mi mano sobre su espalda para sostenerla.— Odiaba a mi papá, y me odiaba a mí. No me lo dijo directamente, pero me lo demostraba. Nunca se comportó como una madre, siempre era una competencia con ella, no era su hija, era su enemiga.
—Tamara, no creo que sea eso. Tus padres nunca piensan...— comencé, pero ella me interrumpió.
—¿Dónde están tus padres?— preguntó, mirándome con sus ojos bastante amplios y cristalinos. Me encogí de hombros, quién sabía donde estaban ellos.
—En cuanto dejé la escuela y preferí ser un artista del rock, mis padres se volvieron jodidamente super cristianos, casi como la madre de Aspen. Claro que ellos se negaron a hablarme desde entonces, a diferencia de los de Aspen, pero creo que es mejor así. Mi viejo y yo nunca nos llevamos bien.
—¿Porque siempre fuiste un jodido listillo?— preguntó ella, limpiándose los ojos de las lágrimas que no quería dejar caer. No le había hablado de mi pasado antes a Tammy, y no iba a empezar ahora. Todo se estaba poniendo muy sensible, así que la levanté en mis brazos y la recosté sobre el sillón.
—Porque siempre estuve llevando a casa a chicas a las que follaba hasta que gritaban mi nombre.— me burlé y Tammy soltó una pequeña carcajada.— ¿No quieres que use esa misma técnica contigo? Entenderás por qué tantos gritos...
ESTÁS LEYENDO
Bésame y prométeme un para siempre (Sonríe y dí que me amas #2) [TERMINADA]
Romance*LA SEGUNDA PARTE DE "SONRÍE Y DÍ QUE ME AMAS" YA ESTÁ AQUÍ! Dos historias. Dos amores. Un bebé. Y muchas dudas... Justin Newton ha sufrido bulimia desde que es un adolescente, ha tenido recaídas pero finalmente consiguió superarlas gracias...