Justin
Levanté la pesada maleta que traía conmigo y Aaron me envió un vistazo desde el otro lado del corredor, ya que traía un escritorio "pesado" con ayuda de Chad. Resopló y antes de que me hablara, sabía lo que diría.
—Joder, chicos, ¿Cómo una mierda tan pequeña puede pesar tanto?— resopló, dejando finalmente caer el escritorio en la habitación elegida, en un rincón.
—Bueno, está llena de papeles y documentos legales sumamente confidenciales.— le expliqué, dejando la maleta junto a la cama.
Aaron resopló de nuevo en nuestro camino de regreso fuera de nuestro departamento y directo al elevador, para bajar por las demás cosas.— ¿Jodidos documentos? ¿Y por qué no sacaste toda esa mierda de dentro?
—Ah, ¿Hola? ¿Acaso oíste la parte de "confidencial"? No puedo abrir los cajones, tienen llave.— respondí, por lo que Aaron lanzó su cabeza hacia atrás con un gemido torturado.
El elevador se detuvo y bajamos en la planta baja, dirigiéndonos fuera del edificio donde el camión de mudanzas esperaba por las cosas de nuestra nueva inquilina que debían ser descargadas.
—¿Y quién demonios tiene esa condenada llave? Creí que compraron muebles nuevos pero como es obvio que no, creo que tengo el jodido derecho de saber a quién mierda estoy ayudando a mover sus muebles.— gruñó una vez más, tomando la mesa de noche que Chad, subido en la parte trasera del camión, bajó para él.
—Son mis cosas.— respondió la dueña de todos los muebles, la nueva inquilina del edificio, la nueva integrante de mi familia.
Sabía que las cosas entre Tam y él habían estado, bueno, un poco tensas desde que algo entre ellos había ocurrido (cosa de la que no tenía muchos detalles) y por eso no le dije desde un principio que Tam estaría mudándose. Con nosotros. En nuestra casa. A un piso debajo del suyo.
Ya cuatro semanas habían pasado desde que Tamara había sido inseminadas y si bien los embarazos no se toman en cuenta como "seguros" hasta después del primer trimestre, el periodo había acabado para Tam y eso significaba que un pequeño niño ya estaba por crecer dentro de ella. La obstetra decía que no debíamos ilusionarnos mucho aún, que existían riesgos; la clínica de fertilidad decía que las inseminaciones nunca fallaban, y Chad me decía que dejara de pensarlo tanto. Las ecografías aún no dejaban ver nada y las pruebas daban positivo. Todo estaba haciéndose una bola de tensión y, noté entonces que me quedaría tranquilo cuando Tamara pudiese estar todo el tiempo a mi alrededor, así pudiera cuidarla, y al bebé.
Aaron pareció enmudar mientras llevaba la mesa de noche dentro, pasando de lado por Tamara sin echarle un vistazo. Ella me observó con cierta pesadez en su mirada, algo herida, mientras fingía sonreír.
—Vaya, parece que en serio no quiere mover muebles.— se burló Tam, intentando cargar su voz de humor pero no lo consiguió por completo. Me acerqué hacia ella y la achuché un poco.
—Está bien, Tam, sea lo que sea que está pasando entre ustedes, las cosas van a mejorar.— le aseguré, afortunadamente sin la vocesita malvada de mi cabeza para decirme lo contrario. Desde que me habían recetado un nuevo tratamiento acompañando la terapia, todo iba viento en popa y ya no pensaba el lado pesimista de las cosas.
—Nada pasa entre nosotros,— dijo despreocupadamente, acomodándose un mechón de cabello tras su oreja. Se encogió de hombros, abrazándose a sí misma.— sólo supongo que no tenemos una buena relación. Ya tuvimos varios, eh, roces.
—No quiero preguntar qué tipo de roces.— se burló Chad, pasando junto a ella con un monitor de computadora. Las mejillas de Tam se le pusieron rojas y llevó arrastrando su maleta al interior del edificios.
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Bésame y prométeme un para siempre (Sonríe y dí que me amas #2) [TERMINADA]
Romance*LA SEGUNDA PARTE DE "SONRÍE Y DÍ QUE ME AMAS" YA ESTÁ AQUÍ! Dos historias. Dos amores. Un bebé. Y muchas dudas... Justin Newton ha sufrido bulimia desde que es un adolescente, ha tenido recaídas pero finalmente consiguió superarlas gracias...