The secret of Tom Riddle.

Capítulo 01

Capítulo uno
"Cinco años después"

Al pisar Londres, la ciudad que había visto crecer a su hija desde la distancia, Jordan sintió una mezcla de anticipación y remordimiento. Habían pasado años desde que vio a su hija por última vez; ella solo tenía seis años en ese entonces y ahora, ya entrando en la adolescencia, él se preguntaba cuánto habría cambiado.

Jordan amaba profundamente a su Leah, pero su relación con Willa, la madre de la niña, se había deteriorado tan temprano que él optó por dejar que Willa la criara, justificándose con la demanda de su carrera.

Ahora, mientras caminaba por las calles que conocía solo a través de las cartas y fotografías que Willa enviaba, Jordan se cuestionaba cada decisión que había tomado. A pesar de que en su mente había estado haciendo lo mejor para su hija al no interrumpir su vida, el peso del tiempo perdido le pesaba enormemente. Se preguntaba si su hija sentiría algún resentimiento hacia él, o peor aún, indiferencia.

La protección se convirtió en su prioridad. El miedo a que le sucediera algo malo a su Leah, especialmente en un mundo que podía ser tan peligroso para los jóvenes magos, lo llevó a tomar una decisión drástica: no permitiría que asistiera a Hogwarts ni a ninguna otra escuela de magia.

Aunque era una decisión controvertida, Jordan se justificaba recordando su propia competencia como mago y su amplia red de contactos entre profesores y magos respetados. Él mismo se convertiría en su maestro, asegurándose personalmente de que recibiera la educación que necesitaba para prosperar, a salvo de los peligros del mundo exterior.

Jordan sabía que esta elección podría ser recibida con resistencia, pero estaba decidido a reconstruir los puentes que había dejado desmoronarse, empezando por la seguridad y bienestar de su hija.

Esa firme resolución de mantener a su hija fuera de Hogwarts no se sostuvo indefinidamente. Ahora, a los 15 años, su hija había recibido una vez más la invitación para unirse al prestigioso colegio de magia, y esta vez, Jordan no encontró razones suficientes para negarse. Quizás fue la mirada de anhelo en los ojos de su hija, o quizás su propia aceptación de que no podía protegerla para siempre de todo.

Leah había demostrado ser excepcionalmente hábil, especialmente en Defensa Contra las Artes Oscuras. Jordan había dedicado incontables tardes a enseñarle todo lo que había aprendido durante sus propios años en Hogwarts. Habían convertido el estudio en un improvisado aula donde libros antiguos, pergaminos y varitas estaban esparcidos por todas partes, evidencia de sus intensas sesiones de aprendizaje.

Esta habilidad no solo reflejaba la dedicación de Jordan como maestro, sino también el innato talento mágico de Leah, que parecía florecer bajo la guía de su padre. Aun así, Jordan sabía que había mucho más que Leah podía aprender en un entorno como Hogwarts, rodeada de sus pares y otros maestros capaces. Con un sentimiento agridulce, aceptó que era hora de dejar que su hija siguiera su propio camino, uno que inevitablemente la llevaría lejos de la seguridad de su hogar y bajo las antiguas torres de Hogwarts.

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El nueve de septiembre de 1942, Jordan finalmente permitió que Leah se fuera a Hogwarts. En la estación nueve y tres cuartos, vestida con su túnica negra, Leah recibió un último abrazo de su padre. Jordan, con emociones encontradas, le recordó: "Sé valiente y fuerte".
- Estoy seguro que entrarás a Slytherin, te pido que hagas amistades... después de todo es lo único que te mantendrá en ese colegio - Habló con un tono paternal y la tomó de los hombros.

- No ocultes tus ojos, son hermosos... Adiós hija - Le dio un beso en la cabeza y se quedó mirando como la adolescente subía al tren.

Leah encontró una cabina vacía al final del pasillo y se acomodó en ella con su varita en mano. Era una varita plateada con el mango grueso, un regalo de su padre que tenía un significado especial para ella.