Capítulo 77

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Capítulo setenta y siete
"Recuerdos de un pasado"

Tom se tambaleaba mientras agarraba el marco de la puerta, el tiempo parecía fluctuar a su alrededor como una cortina arrastrada por el viento. La breve imagen de Leah desapareciendo en la esquina se grabó en su mente confusa. Algo sobre aquel momento le pareció desesperadamente significativo, aunque no podía recordar por qué. El dolor en su pecho se intensificaba con cada latido, una sensación de pérdida profunda que no podía explicar.

Mientras luchaba por orientarse en este tiempo alterado, la línea entre Tom Riddle y Lord Voldemort se desdibujaba y volvía a formarse. A pesar de no recordar su otra identidad, la oscuridad que había cultivado como Voldemort acechaba en el fondo, amenazando con resurgir a medida que los recuerdos volvían a él en fragmentos dolorosos y confusos.

La voz juguetona de Leah, hablando de un novio, resonaba en su cabeza, haciéndole preguntarse sobre su relación pasada y lo que podría haber sido. Aunque no recordaba los detalles, algo en él sabía que había algo profundo y significativo entre ellos, algo que había ido más allá de un simple intercambio de bienes.

Sin embargo, consciente de la fragilidad de su propio estado y el mundo alterado en el que se encontraba, Tom decidió no buscar a Leah activamente. Temía que reavivar antiguos sentimientos pudiera llevarlo de vuelta a caminos oscuros, y prefería dejar que Leah viviera en paz, lejos de los desastres que él había causado.

Por otro lado, el destino parecía jugar con ellos, como demostraba la presencia del guardapelo de Slytherin. Ese objeto, cargado de tanto significado personal y mágico, había sido ofertado al Museo Mágico esa misma mañana. Tom sabía que el guardapelo era un enlace con su pasado y con el poder oscuro que una vez había anhelado. Al perder la oportunidad de reclamarlo, sintió como si una parte de su antigua vida se cerrara definitivamente, quizás permitiéndole buscar un nuevo comienzo.

Aunque había decidido no buscar a Leah, la vida a menudo tiene sus propios planes. Los caminos de Leah y Tom, intrínsecamente vinculados por el destino y las decisiones pasadas, estaban destinados a cruzarse de nuevo. La pregunta que permanecía era si su próximo encuentro sería una oportunidad para la redención o un regreso a viejos patrones destructivos. Mientras tanto, Tom debía navegar por un presente inestable, donde cada recuerdo recuperado podía ser tanto una bendición como una maldición.

•••

Tom caminaba entre las sombras del museo, perdido en sus propios pensamientos  sobre el guardapelo de Slytherin y su obsesión con la inmortalidad.

Al doblar una esquina hacia una galería iluminada con cuidado, sus ojos cayeron sobre una figura que estaba parada, absorta ante una vitrina. La silueta era inconfundible, incluso de espaldas. Leah.

Su corazón, que él creía blindado contra cualquier distracción o emoción, se detuvo por un instante antes de acelerarse.
Todo su mundo, toda su misión, parecía desvanecerse al verla allí. No era posible.

¿Cómo podía estar ella aquí, en este lugar, justo en este momento?
Tom se quedó inmóvil, observándola desde la distancia. La luz suave de la sala iluminaba su cabello, creando un halo alrededor de ella que le daba un aspecto etéreo.
Leah se movía ligeramente, inclinándose para mirar más de cerca uno de los artefactos, completamente ajena a su presencia.

La simple visión de ella, tan viva, tan real, lo golpeó con una fuerza que no esperaba. Era como si todas las piezas de su vida, dispersas y desenfocadas, de repente encajaran, centrándose en este único punto en el tiempo y el espacio.

Tom sintió un impulso abrumador de acercarse, de hablarle, pero se detuvo. ¿Qué podría decir? ¿Cómo explicar la profundidad de lo que sentía, lo que recordaba de una vida que ella no recordaba? Y aun así, a pesar de todas las razones para mantenerse alejado, se encontró moviéndose hacia ella como si estuviera bajo un hechizo.

The secret of Tom Riddle.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora