Capítulo treinta y cuatro
"Segunda prueba"La anticipación y la tensión llenaban el aire en Hogwarts mientras se acercaba la segunda prueba del Torneo de los Tres Magos. Gracias a los esfuerzos de Newt y Lydia, Leah había logrado obtener información crucial sobre lo que les esperaba: un laberinto, un desafío que pondría a prueba tanto su inteligencia como su fuerza. La idea de enfrentarse a las bestias y peligros que acechaban dentro del laberinto solo aumentaba la presión sobre los hombros de los campeones.
Con la ayuda de Clous, que había logrado descifrar el misterio del huevo dorado, Leah había identificado la bestia que enfrentaría. El entrenamiento se intensificó bajo la tutela del profesor Townsheed, quien diseñó estrategias específicas para contrarrestar los posibles ataques del monstruo.
Pero no solo se preparaba en el aula; también se aventuraba en el bosque prohibido, donde los peligros acechaban en cada rincón. Acompañada por Tom, Leah perfeccionaba sus habilidades, aprovechando la oscuridad del bosque para mejorar su destreza mágica y su agilidad en combate.
Cada paso hacia la segunda prueba estaba marcado por la incertidumbre y la ansiedad, pero Leah se aferraba a la determinación, sabiendo que enfrentaría el desafío con toda la fuerza y el ingenio que tenía a su disposición.
(...)
El laberinto se erigía imponente frente a los tres campeones, una maraña de pasillos retorcidos y paredes impenetrables que prometían desafiar incluso a los más valientes. Cuando el director Armando dio la orden de comenzar, el corazón de Leah latía con fuerza mientras se adentraba en el laberinto junto con Gemma y Eirik.
A medida que avanzaban entre los pasillos oscuros y claustrofóbicos, Leah se encontró con una amalgama de obstáculos que amenazaban con detener su avance. Insectos revoloteaban alrededor de ellos, listos para atacar en cualquier momento, mientras que las paredes del laberinto parecían cerrarse sobre ellos, creando una sensación de opresión y desesperación.
En medio de la confusión y el caos, Leah recurrió a la única conexión confiable que tenía: la voz de Tom en su mente. Con los ojos cerrados y el corazón latiendo con fuerza, se comunicó con él, buscando orientación en medio del laberinto aparentemente interminable.
La respuesta de Tom resonó en su mente, reconfortante y segura, guiándola en la dirección correcta hacia la salida. A pesar de las dudas sobre la ética de esta comunicación mental, Leah no podía evitar sentirse reconfortada por la presencia de Tom en su mente, recordándole que no estaba sola en esta desafiante prueba.
Mientras corría siguiendo las indicaciones de Tom, la tensión aumentaba con cada paso. Desde las gradas, las miradas expectantes del público seguían cada movimiento de los campeones, mientras que la salida del laberinto y las bestias que acechaban en su interior se vislumbraban como promesas de triunfo y peligro.
Ahí, a pocos pasos de la salida, Leah se encontró con un Bicornio, la misma criatura que meses atrás había representado una amenaza mortal tanto para ella como para Tom.
Con determinación, la joven sacó su varita y la agitó en el aire, lanzando un hechizo verde que envolvió al Bicornio en una nube asfixiante. Sin embargo, una chispa roja repentina indicó que Gemma también estaba cerca y enfrentaba algún tipo de peligro.
El Bicornio, lejos de estar debilitado, se lanzó hacia Leah con ferocidad, rasguñándola en el brazo y haciendo que la sangre brotara. Pronto, otras criaturas se unieron al ataque, rodeándola con sus amenazantes presencias y aumentando la tensión en el aire.
A pesar de su valiente intento por defenderse, Leah se vio superada por el número y la ferocidad de las bestias. Sus hechizos no lograban detenerlas y, en un giro devastador, acabaron por derribarla, infligiendo heridas en su cuerpo ya maltratado.
Con el dolor abrumándola y la sensación de estar al borde de la derrota, Leah se retorcía en el suelo, gritando en agonía mientras las bestias continuaban su brutal ataque. En medio de su sufrimiento, una conexión indescriptible la unió a Tom, quien sintió parte de su dolor y, en un acto desesperado, susurró un hechizo desde las gradas.
"Avada Kedavra", susurró Tom, pero en lugar de la esperada liberación, la magia no surgió en las gradas. Sin embargo, en el laberinto, las criaturas cayeron al suelo, muertas, liberando a Leah de su feroz asedio.
Con esfuerzo sobrehumano, Leah se puso en pie, sosteniendo su estómago herido mientras se apoyaba en la pared del laberinto, determinada a llegar a la salida. A medida que avanzaba, las pocas bestias que quedaban se retorcían en el suelo, víctimas de un poder que ella no comprendía del todo, pero que intuía provenía de Tom.
Finalmente, logró salir del laberinto, pero su triunfo se vio empañado por su estado desgarrador. Mientras los Durmstrangs aplaudían a Eirik, Leah era recibida por el silencio preocupado de los Slytherin, que observaban con angustia cómo la joven caía, exhausta y ensangrentada, al suelo.
El director Armando y su padre, Jordan Linghood, acudieron rápidamente en su ayuda, preocupados por el estado de la valiente campeona.
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The secret of Tom Riddle.
Fiksi Penggemar❝Dicen que el Destino y el Tiempo son personas. La primera capaz de destinar un amor y la segunda de que dure para siempre❞ Cuando una muerte inesperada fuerza al Destino a crear una nueva vida para todos. Obligando al Tiempo a respaldarla y protege...